LA NACION

La muerte de su padre la dejó al frente de una reconocida empresa

María Clara Mato conduce Mecano Ganadero, que hace tranqueras, paneles e instalacio­nes ganaderas

- Belkis Martínez

SAN NICOLÁS.– Sentada en su stand en Expoagro edición YPF Agro, María Clara Mato sonríe al recordar la causa que llevó a su padre a virar el negocio familiar: de un tradiciona­l corralón de mangas, postes y tranqueras de madera a un proyecto sustentabl­e.

Desde 9 de Julio, provincia de Buenos Aires, llegó como todos los años a participar de la muestra. “Hace 55 años que mi abuelo comenzó con un corralón llamado El Quebracho. Luego mi padre, cuando falleció mi abuelo, tomó la posta. Me encantaba acompañarl­o. Yo iba y estaba siempre detrás de mi papá, entre las casillas y los postes”, cuenta a la nacion.

Pero esa fábrica iba a tener un punto de inflexión. Un día, Julieta, hermana mayor de Clara, visitó junto a los chicos de su grado de la escuela el corralón. Luego de la recorrida, Julieta, sorprendid­a por la cantidad de madera que había almacenada en el lugar, le preguntó a su padre. “¿Papá, por cada tranquera que hacés, vos matás un árbol?”, le cuestionó la pequeña.

A la noche, cuando se fue a acostar, el hombre se quedó pensando en lo que le había dicho su hija. Y, convencido de que no era errado el comentario, se dijo que “no podía ser parte del avasallami­ento del medioambie­nte” y decidió cambiar la materia prima de los implemento­s que fabricaba: hacer corrales de caño y dejar de usar madera.

Fue así como en 1999 se contactó con gente de Canadá para encarar en forma conjunta el desafío. Con el nombre de Mecano Ganadero, inicialmen­te empezó con productos pintados y luego se volcó al galvanizad­o, siendo los primeros en la Argentina en reemplazar todos los productos de madera por caño.

Mientras, la empresa familiar crecía, Clara estaba en otra, estudiando relaciones públicas en Buenos Aires, pero poco duraría su estancia en la capital. El fallecimie­nto de su padre, en 2018, la obligaría a volverse al pueblo para hacerse cargo de la compañía familiar a sus 27 años. “Me hice cargo sin saber nada de nada, cruda y sin experienci­a”, describe.

Y no fue tarea fácil. “Fue tremendo. Al principio era frustrante no saber si fundía la empresa al otro día o si la iba poder sacar adelante. Pero decidí ser positiva y nutrirme de los que me decían los clientes de papá de toda la vida. En las exposicion­esanotabat­odoloqueme­aconsejaba­n, lo bueno, lo malo”, señala.

“Me apoyé también en la confianza que tenía mi padre en mí. Él era mi fortaleza. Antes de morir me dijo ‘dale para adelante que va a estar todo bien’. Y eso me sirvió cada vez que las cosas no iban como quería”, añade. Sumado a eso, la empresaria rescata a su equipo de trabajo, sin el cual hubiera sido imposible salir adelante.

Así fue y así arrancó, de a poquito, donde al principio en el sector se preguntaba­n quién era esa chica. “Acá estoy, soy Clara, decía yo. Y despacio me empezaron a tener más en cuenta y fui haciendo algo de trayectori­a. Me encantan los desafíos y nunca tuve miedo. Eso para mí es importante porque el miedo te paraliza”, explicaba.

Crecimient­o

En la actualidad, la empresa no solo se mantuvo a flote, sino que creció. Hicieron exportacio­nes a Nigeria y tienen distribuid­ores en Uruguay y en Chile: “Papá estaba solo en la venta de tranqueras y paneles y yo sumé instalacio­nes ganaderas completas: casillas, mangas y toriles. Íbamos de campo en campo, golpeando las tranqueras y nos presentába­mos ‘hola soy Mecano, creo que esa semilla valió la pena”.

Uno de sus proyectos importante­s fue ser parte del Mercado Agroganade­ro (MAG) en Cañuelas, donde proveyó gran parte de las instalacio­nes de corrales para la hacienda: 300 corrales de caño con 120 toneladas de tubos de acero, 17 toriles curvos y 17 cargadores en el sector de extracción y descarga de hacienda.

“Mi padre fue un hombre visionario, caracteriz­ado por el optimismo, aunque las cosas a veces no iban bien, nunca bajó los brazos. Siempre me decía que el que abandona nunca tiene premio y de eso me agarré, sin perder el rumbo, sin perder el norte”, finaliza.

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