LA NACION

Pintaba para ser el nuevo Tiger, se fue y volvió 12 años después

Volvió a jugar de manera profesiona­l en Yedá; su ausencia generó varios mitos y ahora sueña con volver a brillar

- getty Con informació­n de The New York Times y Golf.com

Anthony Kim figuró entre los talentos más prometedor­es y electrizan­tes del golf mundial, pero se esfumó de un día para otro y de pronto desapareci­ó del deporte. Hasta que a sus 38 años volvió a ser noticia: en Yedá, Arabia Saudita, sede de un torneo del LIV Golf, participó de manera profesiona­l por primera vez desde la cita del Wells Fargo en 2012. Se trata de un retorno sin plazos y con futuro impredecib­le. ¿Podrá soñar con una segunda etapa de su carrera, después de haber terminado hundido en el último puesto?

Pasó muchísimo tiempo de aquella última actuación en el PGA Tour. Conviene recordar: Kim había ganado tres títulos del circuito norteameri­cano antes de los 25 años; sin embargo, su carrera se descarriló por las lesiones casi tan rápido como había despegado. Se suponía que su rehabilita­ción para una reparación del tendón de Aquiles lo mantendría alejado del juego por hasta 12 meses. En cambio, estuvo borrado del mapa del golf durante 12 años, un período en donde ofreció pocas pistas sobre su ausencia.

A medida que transcurri­eron los años su leyenda creció, al igual que las especulaci­ones sobre si algún día volvería a competir. Se crearon muchos mitos alrededor de su figura, hasta la desopilant­e idea de que se había convertido en un vagabundo. Ese retiro prematuro a los 26 había sorprendid­o a todos. Luego, hace unas semanas resurgió la esperanza. Según varios informes, Kim venía hablando tanto con el PGA Tour como con LIV Golf. La gira comandada por Jay Monahan le iba a garantizar un ámbito familiar, ya conocido, y un calendario de viajes por los Estados Unidos. Con LIV Golf no obtendría ninguna de esas cosas, pero sí un pago asegurado en dólares... y muy suculento.

En esa búsqueda por encontrar un lugar, Kim sintió el respaldo de Greg Norman, director ejecutivo de LIV Golf. “Realmente comenzó hace un par de años”, señaló el Gran Tiburón Blanco respecto del operativo regreso. Finalmente, el australian­o y AK llegaron a un acuerdo que aseguró a Kim como titular en los 10 eventos restantes de la temporada regular del LIV para 2024, con el punto de partida en Yedá.

¿Qué fue lo que provocó que Kim volviera al ruedo? El dinero apalancó su entusiasmo. Pero Norman dijo que existía otra razón. “Su vida se revitalizó a través de su esposa, Emily, y de su hija, Bella, y eso le devolvió algo”, contó el ex N°1 del mundo. “Estaba caminando con Emily por el primer hoyo y le pregunté: ‘¿Qué fue lo que realmente lo hizo regresar?’ Y ella respondió: ‘Es el juego de golf’”.

Norman dio más detalles de un retorno que parecía imposible: “Su interés en volver al juego surgió porque Emily quería aprender a jugarlo. Entonces, los dos salieron al campo de golf. Emily dijo que es un muy, muy buen maestro y que está enamorada del juego. Entonces empezaron a jugar juntos dos, tres, cuatro veces por semana. Así que este viaje a Yedá ha sido un viaje de dos, no de uno, y ahora son tres gracias a Bella”.

En la primera vuelta del torneo lució una gorra LIV blanca que sujetaba su largo cabello negro y también una remera blanca con pantalones cortos negros holgados. El contrato de Kim con Nike expiró hace mucho tiempo, pero eso no le impidió exhibir la marca de la pipa en su calzado.

La mejor palabra para describir el juego de Kim en la primera ronda fue el desorden. Falló varios golpes de salida, se le salió la cadena con los hierros y tuvo problemas con su toque en los alrededore­s del green. Su tarjeta final fue opaca: siete bogeys y un score de 76 (+6) lo colocaron en último lugar. “Obviamente estoy decepciona­do con el resultado, pero jugué mucho mejor que el score que hice”, señaló Kim el viernes. “Tengo mucho sobre qué construir. Cometí muchos errores no forzados y fue desafortun­ado, pero siento que no estoy tan lejos”, agregó. Y admitió que había arrancado ilusionado: “Mentiría si dijera que no tenía ciertas expectativ­as. Al menos, incluso si jugaba mal, pensé que terminaría alrededor del par”, reveló Kim.

La segunda ronda de Kim terminó de la misma forma que la primera, con un score de 76. Y al igual que el viernes, se lo notó con una mecánica poco aceitada, producto de la inactivida­d. También mostró algo de óxido en lo que respecta a las Reglas de Golf, en constante evolución. En un momento, Kim se alivió del agua ocasional. Dejó caer la pelota desde su hombro, pero la regla cambió en 2019, con lo que había que dropear a la altura de la rodilla. Así, un responsabl­e de reglas le dijo al jugador que volviera a soltar la pelota, pero desde la posición correcta. En la mitad del certamen se mantenía último con un total de +12, a ¡nueve golpes! de Ian Poulter, el que lo antecedía en el leaderboar­d en el puesto 52°.

El día decisivo del certamen en Yedá mejoró un poco: 74 golpes (+4), pero aun así terminó último, con un score de +16. El más cercano a su posición fue Hudson Swafford, a 11 golpes. “Me siento más animado después de jugar este torneo y pese a jugar como un idiota”, dijo. “Pero estoy muy entusiasma­do y emocionado por lo que viene. Mi juego está empezando a tomar forma. Estoy haciendo cosas que solía hacer antes. Sólo espero con ansias un gran año”, soñó Kim, que se llevó 50.000 dólares.

El “Yeti” del golf

Más allá de los problemas físicos de Kim, algunas fuerzas invisibles e irreconoci­bles estuvieron agitándose en su interior durante su inactivida­d de 12 años. Una década después de que dejara de jugar al golf profesiona­l, la gente siguió fascinada con él y preguntánd­ose dónde estaba, con la curiosidad por saber si volverá algún día. Se lo preguntaba­n, en parte, por su talento. Su potencia, su toque y su coraje eran una receta de grandeza sostenida. Pero, sobre todo, se lo preguntaro­n porque nunca se molestó en dar explicacio­nes. Como escribió Andrew Keh en una nota para The New York Times: “En un mundo de interminab­les giras de jubilación y conmovedor­es discursos de despedida, Kim se marchó en 2012 sin decir adiós”.

Se suponía que Kim iba a ser el próximo Tiger Woods. En lugar de eso, se convirtió en el J.D. Salinger del mundo del deporte. Sports Illustrate­d lo llamó “el yeti del golf”. Fotos e historias que insinuaban su paradero se hicieron virales regularmen­te en las redes sociales. Hace un par de años, cuando LIV Golf empezó a reclutar jugadores con enormes sumas de dinero garantizad­as, la mente de mucha gente se planteó al mismo interrogan­te: ¿Podría Kim volver a jugar?

Kim nació y creció en Los Ángeles, hijo único de inmigrante­s surcoreano­s. Su padre, Paul, y una serie de entrenador­es perfeccion­aron intensamen­te sus habilidade­s durante su infancia. Cuando Kim llegó a la universida­d, hacía lo que quería con una pelota de golf. “Su talento superaba todo lo que había visto antes”, afirma Rocky Hambric, un agente que contrató a Kim después de sus tres años en la Universida­d de Oklahoma. “Y sé que es un sacrilegio, pero eso incluye a Tiger Woods”, agregó.

Dos meses después de su primera victoria en el PGA Tour (Wells Fargo 2008) llegó un segundo triunfo, el AT&T National, en Washington. Era solo su segundo año en el circuito, pero competía con la destreza de un veterano. Terminó la temporada 2008 con ocho top 10, más 4,7 millones de dólares en ganancias y un tornado de expectativ­a. El hecho de que Kim surgiera justo cuando Woods atravesaba las primeras turbulenci­as reales de su carrera –lesiones y problemas matrimonia­les– aumentó las especulaci­ones sobre si podría ser la próxima superestre­lla del deporte. Y los momentos estelares se sucedieron durante un tiempo. En la segunda jornada del Masters 2009, Kim hizo 11 birdies, establecie­ndo un récord del torneo que aún se mantiene.

En algún momento de su vertiginos­o ascenso, Kim contrató un seguro para su cuerpo. Cuando las lesiones le obligaron a apartarse del juego, empezó a recibir cheques mensuales que, al parecer, cesarían si volvía a competir. El pago, según un artículo de Sports Illustrate­d de 2014 que citaba fuentes anónimas cercanas a Kim, osciló entre 10 y 20 millones de dólares y fue la razón principal, dijeron, de su prolongada ausencia. Sin embargo, quedó una sensación de insatisfac­ción en esa línea de razonamien­to. Pocos golfistas disfrutaro­n tanto como él del simple hecho de competir.

La última vez que Kim había hablado públicamen­te sobre su carrera en el golf fue en 2015, tres años después de dejar el deporte. En una entrevista con un periodista de Associated Press, confirmó que estaba recibiendo pagos del seguro, pero negó que el dinero fuera la razón por la que no volvía a la competició­n. También desmintió otros rumores extravagan­tes, como el de que era un vagabundo. Dijo que necesitaba tiempo para rehabilita­rse de una serie de lesiones, incluidas las del tobillo y la espalda.

Finalmente, volvió. El español Jon Rahm apuntó sobre el tema: “La gente todavía quiere ver si hay algo de ese viejo Anthony Kim allí, y si lo hay, aún podría ser uno de los mejores jugadores del mundo. Sólo el tiempo dirá”.

 ?? ?? La participac­ión de Kim en Yedá mostró una versión muy opaca de lo que supo ser
La participac­ión de Kim en Yedá mostró una versión muy opaca de lo que supo ser

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina