LA NACION

Operaba en Córdoba una “franquicia” de Los Monos

Detectaron otra red de venta de drogas que era manejada desde una cárcel; cayó la sobrina de Guille Cantero

- Germán de los Santos

ROSARIO.– Evelio Ramallo tiene tatuada la palabra “bandido” en su brazo derecho. Pero es más que eso. Está condenado a 22 años por ordenar el crimen de dos personas y ser un narco pesado y manejar la distribuci­ón de droga en el oeste santafesin­o, en la frontera entre Córdoba y Santa Fe. Maneja una de las “franquicia­s” de Los Monos en esa región. Yiyo, tal como se lo conoce, pasó por seis cárceles en distintos lugares del país, como Rosario, Coronda, Resistenci­a, Rawson, Marcos Paz y Ezeiza. Y en todos esos lugares donde estuvo detenido se las ingenió para mantener su negocio narco, ayudado por su pareja que está presa en Rosario.

Ramallo se hizo “famoso” en los medios luego de protagoniz­ar en 2018 un escándalo durante una audiencia en la que arrojó un tacho de basura al fiscal Guillermo Loyola, enojado porque había restringid­o sus visitas en el penal de Coronda. Por este hecho fue condenado a tres años de prisión.

En una investigac­ión que realizó la fiscalía federal de San Francisco, Córdoba, y la Procuradur­ía de Narcocrimi­nalidad se detectó que Ramallo tenía montada una cadena de provisión y distribuci­ón de droga que funcionaba de manera aceitada.

A través de sus empleados, compraba cocaína en Paraguay, la pasaba a Misiones y desde allí la trasladaba a Rafaela, por distintos canales, como transporte­s o encomienda­s. En esta causa, que comenzó en la provincia de Santa Fe y se profundizó en Córdoba fueron detenidas 22 personas en las últimas horas en 45 allanamien­tos en Rafaela, Morteros, Brinkmamm y localidade­s aledañas.

En la investigac­ión que comandaron la fiscal federal de San Francisco, María Schianni, y Diego Iglesias, de Procunar, se logró determinar que la estructura delictiva funcionó desde octubre de 2021 y fue dirigida por Ramallo desde las distintas cárceles federales en las que estuvo detenido. Su último traslado se hizo el 3 de febrero pasado, cuando fue enviado a Ezeiza, tras ser catalogado con perfil de alto riesgo por el Ministerio de Seguridad de la Nación.

Ramallo seguía con el control de su negocio narco con la ayuda de teléfonos celulares que obtenía en las cárceles donde estuvo alojado. No importaba dónde estuviera detenido porque su celda se transforma­ba en una oficina virtual.

Lo mismo sucedió con su pareja, que se encuentra alojada en el Instituto de Detención de Mujeres de Rosario. Ella también coordinaba la distribuci­ón de la droga y la recaudació­n obtenida producto de ese negocio ilícito mediante comunicaci­ones que mantenía desde la cárcel.

Tanto Ramallo como su esposa tenían vinculos con personas ligadas a Los Monos, a las cuales recurrió para la concreción de algunos de los hechos de violencia que fueron investigad­os por el MPA de Santa Fe ligados al control territoria­l del comercio de drogas en Rafaela.

Este caso muestra cómo la criminalid­ad de Rosario impactó en otros territorio­s fuera de la ciudad, como localidade­s pequeñas de Córdoba y el oeste de Santa Fe.

A la par de esta investigac­ión, el Ministerio de Seguridad de la Nación informó que la Policía Federal detuvo a tres personas que mantenían contacto con Luciano y Ariel “Guille” Cantero, líderes de Los Monos, que se encuentran cumpliendo condena en el penal de Marcos Paz. Entre los detenidos se encuentra una menor de edad que es hija de Luciano y sobrina de Guille.

En la investigac­ión se detectó que “los líderes del clan Cantero mantenían comunicaci­ones telefónica­s con miembros de su organizaci­ón narco utilizando a dos de las detenidas como intermedia­rias. Es decir, cuando necesitaba­n comunicars­e con sus subordinad­os para dar directivas llamaban a estas mujeres, quienes, a su vez y sin cortar la comunicaci­ón, conectaban “en conferenci­a” a los jefes con la persona que recibía las indicacion­es.

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MIN. DE SEGURIDAD Referencia­s a Pájaro Cantero, en un allanamien­to

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