Inauguraron la primera planta de cría de insectos para consumo animal
La primera bioplanta de cría insectos para consumo animal del país, Procens, se inaugró esta semana en Balcarce.
En la planta “con los desperdicios alimenticios se alimenta una mosca autóctona (Hermetia ilucens) que en 12 días multiplica su peso por 10.000 biodegradando el alimento y generando un compost a escala industrial. Finalmente gracias a ese proceso digestivo se producen proteínas, aceites de calidad para la alimentación animal y una enmienda orgánica (bioinsumo) para regenerar los suelos y mejorar los rendimientos de cultivos como el de la papa”, informó la Secretaría de Agricultura, a cargo de Fernando Vilella, quien visitó la planta en esa localidad bonaerense.
“Acá vemos un ejemplo de la bioeconomía que estamos proponiendo, donde antes había residuos de la industria de la papa hoy hay 25 puestos de trabajo de alta calidad”, señaló el titular de la cartera agrícola. Vilella añadió: “Propuestas bioproductivas como Procens entendemos que son parte de la solución del desarrollo de cada uno de los rincones del país”.
Entre otras autoridades también estuvo Pablo Cortese, presidente del Senasa, que remarcó: “Desde el Senasa estuvimos trabajando fuertemente para actualizar el marco regulatorio para asegurar que estos productos sean seguros tanto desde el punto de vista alimentario como ambiental”.
En abril de 2022, LA NACION informó que, tras haber conseguido US$1,5 millones, el francés Julien Laurençon y su socio belga François Nolet iniciaron la construcción de la biofábrica en Balcarce.
En ese momento, Laurençon contó que crían insectos para valorizar desperdicios alimenticios y generar proteína premium destinada a la alimentación de animales como peces, aves, cerdos y mascotas. Eso con un proceso innovador: producen larvas que generan una harina proteica ideal para los animales.
Según dio a conocer este medio en esa oportunidad, las larvas utilizadas provienen de una mosca conocida como “soldado negra” (hermetia illucens). Procens se fundó en 2019 cuando Laurençon y Nolet se conocieron en Córdoba e impulsados por el belga Gunter Pauli, especialista en economía circular, dieron inicio a un proyecto de triple impacto enfocado en preservar los ecosistemas naturales y cuidar la salud humana.
En Colonia Caroya, en una finca agroecológica llamada Chacra de Luna, crearon un bioterio experimental y familiarizándose con el ciclo biológico de las moscas y las larvas. Con ese prototipo funcionando, pudieron cerrar una primera ronda de inversión de US$200.000, incluidos diez inversores argentinos.ß