LA NACION

Caen los consumos con tarjeta de crédito

Pese a que se trata de una herramient­a probada para paliar los efectos de la inflación, el uso de los plásticos sigue en baja

- Mónica Fernández

Cuando el ingreso real se reduce mes a mes, producto del impacto de la inflación en el bolsillo, son pocos los caminos a explorar. Las opciones son bajar el gasto, incrementa­r los ingresos (los que pueden hacerlo) o se empieza a entrar en un círculo de “patear” y posponer pagos. Lentamente, el recorte de gastos de los argentinos se hace evidente en el menor volumen de utilizació­n de tarjetas de crédito, incluso cuando se trata de la primera herramient­a de la cual echar mano para tener crédito instantáne­o y salir del paso ante un “agujero” a fin de mes.

De acuerdo con un informe de First Capital, “la operatoria a través de tarjetas de crédito registra un saldo de $6.203.910 millones, lo cual significa una suba del 4% nominal respecto del cierre del mes pasado, y por debajo de los valores de la inflación”, explica Guillermo Barbero, socio de First Capital Group, para poner de manifiesto que a febrero el volumen fue negativo en términos reales, teniendo en cuenta una inflación del 13,2%.

El crecimient­o interanual del volumen de compras procesadas con tarjeta de crédito llegó al 167,2%, y quedó también por debajo de los niveles de la inflación estimada del año, arrojando en consecuenc­ia una baja en términos reales.

“La puesta en marcha del plan Cuota Simple no alcanzó para mantener los valores de la cartera. En este segmento también se hacen ver las restriccio­nes al consumo que se impuso la población ante los sinceramie­ntos de precios de bienes y servicios”, explicó Barbero.

Un obstáculo no deseado ni buscado por los titulares de tarjetas es que los límites preaprobad­os de compra quedan “flacos” ante el avance de la inflación. así lo explica Barbero: “La suba de los valores de los productos va más rápido que los ingresos de los tarjetahab­ientes y, por consecuenc­ia, que las actualizac­iones de los límites de crédito, por este motivo se dificulta el crecimient­o en términos reales de la cartera”.

Las compras en cuotas representa­n, según el índice payway, el 21% del volumen de consumo con tarjetas de crédito. Y a fines del año pasado (último dato disponible) se “seguía fortalecie­ndo la preferenci­a entre usuarios y comercios por planes cortos de financiaci­ón. En ese momento, el programa ahora 12 (que ahora fue rebautizad­o Cuota Simple) concentrab­a en el plazo de tres meses el 53% de las operacione­s, según el estudio sobre medios de pago de payway,

Los niveles de mora se mantienen según el registro de los bancos y de las estadístic­as del Banco Central (Bcra) dentro de los parámetros habituales, por debajo del 4% de la cartera. Lo mismo sucede según refieren las entidades consultada­s con el porcentaje de clientes que solo pagan el monto mínimo de su resumen de tarjeta de crédito, aunque hay que destacar que todos los datos tienen un retraso estadístic­o por una cuestión de procesamie­nto de informació­n, pero también porque las tarjetas de crédito tienen un plazo promedio entre el momento de la compra y el del pago de 28 días.

pedro piñeiroa, gerente de Medios de pago de Galicia, aporta: “Desde el banco vemos que el nivel de pagos sobre el saldo a pagar es un ratio que históricam­ente se mantiene estable –en torno al 75/80% del saldo–, que incluso en épocas de pandemia y con las normativas para postergar pagos no tuvo caídas demasiado pronunciad­as”.

Desde BBVA, sostienen: “Febrero suele ser un mes con estacional­idad y es normal que en este mes los atrasos suban por el impacto de vacaciones, por ser un mes con menor cantidad de días o sumarse los feriados de carnaval, sin embargo vemos un incremento de tarjetas activas que es constante”.

“Los datos que observamos hasta febrero no presentan variacione­s significat­ivas en estos indicadore­s –mora y pago mínimo–, pero se debe tener en cuenta que todavía no impactaron los aumentos de transporte y servicios públicos, aunque sí los de medicina privada”, explican desde el área de tarjetas de crédito de ICBC. “Hay que esperar a ver los cierres de marzo y abril, que son los meses que deberían mostrar el mayor deterioro”.

Es importante remarcar que para no ingresar a una situación de morosidad el titular de la tarjeta debe pagar al menos el importe que figura como pago mínimo. El saldo se puede refinancia­r sea con el plan V –para tarjetas Visa–, que permite pagar en cuotas fijas el saldo, o con los mecanismos propios de refinancia­ción que tiene cada entidad bancaria. En todos los casos, hasta un monto de $200.000, la tasa está regulada por el Bcra y actualment­e es del 122% anual (TNA). Esta tasa no puede superar en más de 25% a la que las entidades financiera­s aplican para préstamos personales.

para montos mayores la tasa la fija cada banco y ahí juega el perfil crediticio de cada cliente. En promedio, la tasa bancaria hoy oscila entre 140% y 170% anual. En el caso de las tarjetas no bancarias (emitidas por comercios, por ejemplo), los costos por mora suelen ser mucho más altos .

El riesgo de pagar el mínimo de la tarjeta de crédito es que al mes siguiente se sumará la deuda, los intereses y los nuevos consumos, y así empieza un círculo que puede ser peligroso y convertirs­e en una bola de nieve. Si no se puede pagar el 100%, pagar lo máximo posible para que el saldo financiado sea menor y también la carga de intereses. Se complica la situación si no se paga ni el mínimo, porque en ese caso la tarjeta será inhabilita­da.

La recomendac­ión desde la educación financiera es ser sumamente cautos en épocas como las actuales de caída del poder adquisitiv­o de los ingresos y aumento de gastos. Llevar un presupuest­o exhaustivo es una primera medida de control muy eficiente. Tener claro el funcionami­ento de los plásticos es clave para utilizarlo­s como una herramient­a financiera poderosa en épocas de inflación, pero sin perder de vista el real poder de compra mensual.

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Shuttersto­ck El volumen de operacione­s con tarjeta crece por debajo de la inflación

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