LA NACION

El partido prohibido en Mar del Plata sí era posible: volvió y sólo le faltó el gol

Aldosivi y Alvarado jugaron después de 27 años; un clima especial para el 0-0

- Dario Palavecino

MAR DEL PLATA.– Una fiesta dentro del estadio José María Minella, donde la popular y la platea descubiert­a, habilitada­s para casi 14.000 personas, se tiñeron del verde y amarillo, los colores de la caravana que llegó desde el puerto. Y afuera, también, en el otro extremo de la ciudad, donde la parcialida­d rival armó su “fan fest” con pantalla gigante para seguir el partido que marcaba historia. El 0 a 0 final califica lo deportivo. Se vio poco bueno sobre el césped, pero también es cierto que sin la fricción que se temía por esta historia de 27 años sin cruces que Aldosivi y Alvarado arrastraba­n tras un último encuentro marcado por violencia entre hinchas y también jugadores.

El punto suma para dos equipos que en sus respectiva­s zonas están acomodados apenas por encima de la mitad de tabla de la Primera Nacional. El empate sirve también porque le baja las tensiones a este desafío que era la posible reacción del público frente a un resultado que arrojara un ganador y un perdedor. Y más aún es valioso porque en agosto, si todo sigue como salió en la cancha, volverán a cruzarse en la revancha de los interzonal­es. Será entonces con Alvarado de local, en este mismo estadio.

Los dos equipos con mayor convocator­ia de esta ciudad demostraro­n lo que tienen. Generaron movilizaci­ones un día antes y en horas previas a este partido trabado pero limpio, que casi no tuvo dominador (sí una polémica: un penal no cobrado a Alvarado dentro del área chica). Los de Aldosivi se movieron en la noche previa por el Puerto, con sus banderas y sus bengalas, y el rival tan esperado hizo lo suyo en la puerta de la sede social, a calles cortadas por la gran cantidad de hinchas que llegaron para ir a despedir al plantel, que marchaba hacia el hotel donde esperarían el clásico.

Los DT Andrés Ylliana y Mauricio Giganti habían compartido a principios de semana una conferenci­a de prensa, en la primera de varias señales que hubo para buscar que la paz domine este reencuentr­o después de aquel partido suspendido a los 20 minutos en agosto de 1997.

Las dirigencia­s también aportaron lo suyo, con mensajes unificados en el mismo sentido. Quizás el más celebrado tuvo que ver con las camisetas especiales que ambos equipos utilizaron ayer: llevan un parche alusivo al 150° aniversari­o de la ciudad y un juego completo, tanto de Aldosivi como de Alvarado, se donaron para ser subastadas a beneficio de la Fundación del Hospital Materno Infantil (Fundami).

Un operativo de seguridad con más de 350 policías y personal municipal se desplegó alrededor y dentro del estadio mundialist­a, donde no hubo incidentes y sí mucho color. La hinchada se animó y ubicó detrás de uno de los arcos el histórico tiburón gigante, que venía cargado de algún aura de maleficios y malas rachas. Las bengalas de humo verde y amarillo marcaron una cortina para recibir al equipo.

Mientras tanto, en el predio deportivo del Club Alvarado, otros miles de hinchas se instalaron en una de las canchas de entrenamie­nto donde se dispuso una pantalla gigante. Hasta allí llegaron también con una muy colorida caravana que cruzó la zona sudoeste de la ciudad. Gritaron, reclamaron y, al final, festejaron el empate porque habrá revancha en cinco meses y estarán en la cancha con la posibilida­d de la victoria esperada.

Este empate segurament­e lo festejaron más los organismos de seguridad, que tenían un enorme desafío por delante. El cruce de los hinchas en las calles, en los días posteriore­s, marcará el rumbo de lo que se viene. Por lo pronto, ganó el fútbol. Después de 27 años demostró que el clásico prohibido era posible.ß

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Prensa aldosivi La hinchada de Aldosivi se hizo sentir

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