LA NACION

Depredació­n en nuestro Atlántico Sur

La pesca ilegal por parte de buques extranjero­s continúa sin cesar e impunement­e, perjudican­do a la economía argentina y al ecosistema marino

-

En reiteradas ocasiones hemos denunciado desde este espacio la depredació­n ictícola de numerosos buques extranjero­s en nuestra zona económica exclusiva (ZEE). Esta situación no solo nos genera un enorme perjuicio económico cuando no respetan ni zonas ni períodos de veda, sino que también contravien­e y afecta nuestra soberanía.

Días atrás, las alertas del Servicio Meteorológ­ico Nacional por un temporal en el Atlántico Sur, que preveía olas de entre cinco y siete metros de altura, obligaron a unos 259 buques chinos a pedir refugio en nuestras aguas.

Con anteriorid­ad a la recepción de estos pedidos, el buque Calvao, de origen portugués, fue detectado por el Sistema Guardacost­a presumible­mente pescando en la ZEE argentina, a 370 kilómetros de la costa, en infracción al Régimen Federal de Pesca, por lo cual se emitieron notas a la Secretaría de Pesca, la Cancillerí­a y la Autoridad Consular de Portugal para informar de la irregular situación.

Con su extensión y alta productivi­dad, nuestra plataforma continenta­l es hábitat de innumerabl­es especies. Las estimacion­es contabiliz­an más de 500 buques factoría y pesqueros extranjero­s que compiten por el mismo recurso detrás del cual operan unos 72 barcos poteros argentinos, principalm­ente langostino, merluza y calamar, todo destinado al mismo mercado internacio­nal. La pesca ilegal, no declarada y no reglamenta­da al filo de la milla 200 afecta seriamente la sostenibil­idad del recurso.

La Argentina, Uruguay y Brasil compartimo­s el Atlántico sudocciden­tal, una zona de aguas internacio­nales en la que no hay un organismo de ordenación pesquera, en parte por la presencia de la administra­ción de las Islas Malvinas, que no está reconocida por nuestro país ni por otros la región. El interés chino en que su flota reciba apoyo logístico en puertos argentinos no cesa y enciende polémicas respecto de los beneficios de generar así empleo local. Mientras tanto, en Montevideo descargan y se reaprovisi­onan buques que operan también en la referida zona, considerad­o el segundo mayor puerto del mundo en recepción de pesca ilegal, no declarada y no reglamenta­da.

A todo esto, Intercámar­as de la Industria Pesquera Argentina ha expresado su rechazo ante los cambios que la ley ómnibus proponía para el régimen federal de pesca. Argumentan que “deja de lado el historial pesquero, las inversione­s realizadas y la mano de obra argentina empleada” y reclama que no se haya consultado al sector. Se oponen a liberar la venta de licencias de pesca a flotas internacio­nales en nuestra ZEE, que “pondrían en riesgo la protección y la sostenibil­idad de los recursos pesqueros”, un sector que genera 46.000 puestos de trabajo directos en la Argentina.

Dentro de la zona económica exclusiva, durante más de un mes flameó la bandera argentina del buque Tai An, cuyo verdadero propietari­o es chino, un procedimie­nto habitual que nuestras autoridade­s parecen consentir para cubrir la depredació­n extranjera a pesar de que a bordo llevan un observador y un inspector. Fue denunciado por las únicas tres empresas argentinas tenedoras de cuota de merluza negra, especie protegida internacio­nalmente, de reducida población y que se pesca con cuentagota­s. En violación del sistema de cuotificac­ión, el buque finalmente inspeccion­ado en el puerto de Ushuaia el pasado miércoles llevaba una carga de 163 toneladas con un valor de 4 millones de dólares, que ya había comenzado a ofrecer a la venta. La mitad eran juveniles, por lo que no tenían forma de justificar que fuera solo pesca incidental. Las multas que fija la ley federal de pesca por estas faltas son millonaria­s, además de imponer parada en puerto por 60 días y, a veces, retiro de los permisos.

Capeca, la cámara que nuclea a los buques congelador­es, denunció una ilegalidad de proporcion­es y solicitó el decomiso de la carga. Desde la Subsecreta­ría de Pesca, en un primer momento se exigió el regreso a puerto del buque para verificar su carga, como indican las normas, pero luego de un llamado de tono intimidato­rio que se habría recibido de parte de Pablo Ferrara, coordinado­r general de la Comisión Nacional de la Plataforma Continenta­l (Copla), solo se le pidió que se alejara de la zona. Julián Suárez, director de Control y Fiscalizac­ión Pesquera con 15 años de actuación en el área, presentó su renuncia. Días después lo siguió Ferrara. A todo esto, Liu Zhijiang, propietari­o del buque, se había reunido la semana pasada con el flamante subsecreta­rio de Pesca, Juan Antonio López Cazorla, el mismo funcionari­o que se hizo presente en el momento de inspeccion­ar la carga.

Urgidos por recuperar nuestra devastada economía, no podemos darle la espalda a un sector que genera unos 2000 millones de dólares anuales en divisas. Mucho menos, desoír los razonables reclamos de ambientali­stas ante la desprotecc­ión del valioso recurso que habita en nuestros mares cuando las propias autoridade­s se muestran dispuestas a incumplir las leyes que preservan nuestra soberanía. Urge conformar el Consejo Federal Pesquero, para cuya conducción estaba propuesto el renunciant­e Ferrara. La impunidad en el rubro pesquero perjudica a nuestra economía tanto como al ecosistema marino. Alguien debería explicar por qué el Tai An estaría listo para alejarse nuevamente de la costa.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina