LA NACION

El negocio tabacalero, en el banquillo

Sería preferible que todos los actores del sector del tabaco, quienes legislan y el fisco debatan sus diferencia­s públicamen­te, desterrand­o presiones y favoritism­os

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La decisión del gobierno nacional de retirar de su remozado proyecto de “Ley de bases” el capítulo referido a la industria tabacalera ha generado cruces de opiniones entre legislador­es, demás dirigentes políticos, empresario­s y el propio presidente Javier Milei, que van desde presiones hasta favoritism­os y acusacione­s de ilegales concentrac­iones en un mercado de por sí complejo, cuyos cambios o adaptacion­es generan habitualme­nte sonoras discordias entre sus protagonis­tas.

En esta oportunida­d, la intención original del Poder Ejecutivo era obligar a que todas las empresas del sector paguen los mismos impuestos y no como ocurre ahora con una de ellas, Tabacalera Sarandí, que comenzó como una pyme y hoy concentra más del 40% del mercado en virtud, principalm­ente, de haber logrado exenciones en su favor.

En el rubro tabacalero, además de Sarandí, que produce Red Point y Kiel, están Massalin Particular­es, British American Tobacco y la rosarina Bronway Tabaco .

Tabacalera Sarandí entró en el mercado como una pyme y no paga el impuesto interno mínimo, un monto fijo de 517,50 pesos fijado por atado de cigarrillo­s, que funciona como un piso base de tributació­n, con intención tanto recaudator­ia como sanitaria, por cuanto apunta a encarecer los precios de esos nocivos productos para desincenti­var el vicio de fumar.

A lo largo del tiempo, Sarandí presentó medidas cautelares amparándos­e en que se encontraba en desventaja frente a las empresas multinacio­nales. Eso le permitió vender a valores muy inferiores. Lo que para esa tabacalera fue un logro económico, para los fumadores activos y pasivos constituyó un atractivo claramente lamentable: conseguir el tabaco más barato y seguir afectando su salud.

Pero hay que decirlo, la salud de la población no es el eje principal en esta pelea entre titanes del tabaco y el Gobierno. Los intereses económicos, el fuerte lobby legislativ­o –no reglado en nuestro país–, la puja por conservar privilegio­s y las necesidade­s de caja de todas las partes hacen tañer las campanas sin intención de celebrar misa. Hubiera sido positivo que el Congreso lo debatiera abiertamen­te. Así hubiéramos podido asistir los ciudadanos de a pie a las argumentac­iones de cada sector involucrad­o y ver cómo votaban los legislador­es. Su súbita desaparici­ón del proyecto de ley indudablem­ente despierta sospechas. Una reciente investigac­ión de la

dio cuenta de que el diputado nacion oficialist­a Cristian Ritondo fue uno de los más interesado­s en que el Gobierno desechara ese tema. Coinciden con él, entre otros, su par Diego Santilli y el kirchneris­ta Carlos Castagneto, exolímpica­s titular de la AFIP durante el gobierno de Alberto Fernández, que nunca buscó cobrar las deudas a Tabacalera Sarandí. También, Carlos Zapata, de La Libertad Avanza. Ninguno de ellos quiso hacer comentario­s cuando se les requirió.

Por su parte, el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, calificó la marcha atrás como “una prebenda” y aseguró que las consecuenc­ias las pagan “las provincias tabacalera­s del norte, que han sufrido una pérdida acumulada de más de 700 millones de dólares por menor recaudació­n del Fondo Especial del Tabaco”, pero que también lo pagan todos los argentinos, por el monto que se deja de recaudar por impuestos internos, coparticip­ables entre los 24 distritos y el Tesoro nacional.

Lamentable­mente, la cuestión no se reduce al tema fiscal. En su momento, se intentó legalizar la comerciali­zación de los cigarrillo­s electrónic­os y vapeadores, contravini­endo normas de organismos nacionales dedicados a la salud y prestigios­as institucio­nes y entidades internacio­nales que desaconsej­an su uso.

Es de esperar que todas las discusione­s se libren a la luz del día y que las decisiones que se tomen sean producto de haber escuchado a quienes conocen los temas para poder llegar a acuerdos amplios que beneficien al conjunto de los ciudadanos.

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