LA NACION

Barcelona dio el golpe en París ante un tibio Mbappé

Venció 3-2 a PSG en la ida de los cuartos de final; ganaba 1-0 y luego revirtió una desventaja; no influyó la estrella francesa

- Claudio Mauri

Tres años atrás, Kylian Mbappé, el solito, destrozó a Barcelona, que todavía tenía a Lionel Messi. El temible delantero francés le marcó cuatro goles en la serie de los octavos de final que Paris Saint-Germain resolvió con comodidad. La gran influencia de Mbappé igual no fue suficiente a lo largo de los años para que PSG cristaliza­ra su gran anhelo de conquistar la Champions League, obsesión de los dueños qataríes. No fue posible ni siquiera en las dos temporadas que Mbappé estuvo acompañado por Messi y Neymar.

En este curso, la figura de Mbappé se eleva más en un plantel con menos figuras y más sentido colectivo, el que intenta darle el extroverti­do entrenador Luis Enrique. Es una situación un tanto extraña: Mbappé es el referente, el líder futbolísti­co, cuando al mismo tiempo es un futbolista en la rampa de salida, ya que anunció que a mediados de año se va, lo más probableme­nte a Real Madrid.

La sociedad PSG-Mbappé son consciente­s de que están ante la última oportunida­d conjunta de coronar la relación con la obtención de la Champions. Sería una salida con gloria, pero la apertura de los cuartos de final tomó un rumbo sombrío para ambos. En un partido que tuvo un segundo tiempo muy en línea con el tremendo 3-3 que el martes protagoniz­aron Real Madrid-Manchester City, Barcelona tomó París con un triunfo resonante por 3-2. PSG no perdía desde noviembre, cuando Milan le ganó por 2-1. El martes próximo, en tierra catalana, se conocerá al semifinali­sta.

Si este fue el último cotejo de Mbappé por la Champions en el Parque de los Príncipes, el recuerdo no será el mejor. Quedó en un segundo plano, con escasísima incidencia en un desarrollo muy entretenid­o, con dos vuelcos en el marcador: ganaba Barcelona 1-0 (Raphinha), PSG se puso 2-1 (Dembelé y Vitinha) y el conjunto de Xavi consiguió la remontada del 3-2 (otro de Raphinha y Christense­n, de cabeza, tras uno de los tantos errores del arquero Donnarumma).

El saldo de Mbappé fue de tres remates, ninguno al arco. No gravitó en el primer tiempo, arrancando desde la izquierda, su lugar favorito, y tampoco se lo vio fino en el segundo tiempo, ya más de centrodela­ntero. Una imagen desteñida, quizá tanto como su relación con Luis Enrique, con quien ya tuvo más de una diferencia de criterio.

Barcelona, un equipo un tanto imprevisib­le, tan temible como temerario, dio el golpe. Sabe que no es el favorito al título y juega sin tanta presión, liberado. Y no le faltan jugadores para hacer daño, por más que no tenga un aspirante al Balón de Oro. Llegó a los cuartos de final después de cuatro años –la última vez lo hizo con Messi en la cancha– y todo lo que pueda seguir avanzando es a beneficio de inventario, le asegurará elogios y reconocimi­ento.

Los resultados le siguen dando la razón a Xavi. Desde que dijo que se irá al final de la temporada –frase que pronunció luego de una derrota por 5-3 ante Villarreal–, Barcelona sigue invicto, con nueve victorias y tres empates por competenci­as oficiales. Xavi aseguraba que su decisión descomprim­iría la situación. En su momento, el club respetó la postura de Xavi y hasta empezó a pensar en un sucesor; ahora, el presidente Joan Laporta y el director deportivo Deco tratan de convencerl­o de que revea la renuncia diferida.

Como hace rato no ocurría, Barcelona tuvo una gran noche de Champions, nunca amenazada por un lánguido Mbappé.•

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Afp La decepción de Mbappé, con el festejo de Barcelona al fondo

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