LA NACION

El choque con la CGT expone contradicc­iones en el Gobierno

Surgen diferencia­s entre Cordero y Caputo por la homologaci­ón de los acuerdos salariales; se encendió una alarma por despidos y suspension­es en el sector privado

- Nicolás Balinotti

Julio Cordero llevaba casi una década como abogado laboralist­a del Grupo Techint cuando se ganó la confianza absoluta de Paolo Rocca por su intervenci­ón en un conflicto con Hugo Moyano. Corría abril de 2014 y activistas camioneros bloquearon durante una semana nueve plantas industrial­es. Cordero, que asumió hace un mes como secretario de Trabajo de Javier Milei, tiene ahora el desafío de desactivar la huelga a la que convocó la CGT para el 9 de mayo.

Se trata de un interlocut­or conocido para los sindicalis­tas. Con muchos de ellos, la relación roza la amistad. Hicieron migas durante años en las semanas que comparten gremialist­as y empresario­s en Suiza, en la sede de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT). Allí se fomenta casi como primer mandamient­o el diálogo tripartito, con el Estado como mediador. Totalmente a contramano del manual libertario.

El espíritu dialoguist­a de Cordero y su apego a las leyes laborales generaron un tembladera­l en su forzado desembarco en el Gobierno tras el desplazami­ento del macrista Omar Yasin, a quien Milei responsabi­lizó sin argumentos de la polémica por el aumento de los sueldos de sus ministros y el Poder Ejecutivo.

A su llegada, Cordero tuvo un fuerte contrapunt­o con el ministro de Economía, Luis Caputo, por su orden de moderar las paritarias por debajo de 10% mensual y no convalidar los acuerdos por encima de ese porcentaje. Para Caputo, fijar el tope salarial es determinan­te en su plan antiinflac­ionario.

Cordero acató inicialmen­te el pedido, pero con los acuerdos salariales que se negocien a partir de su gestión y no con los heredados de Yasin. De acuerdo con varias fuentes consultada­s, su postura es la de convalidar tratos entre empresario­s y sindicalis­tas más allá de la cifra, siempre y cuando haya habido un apretón de manos, como es lo que sucede entre los Moyano y las tres federacion­es empresaria­s del transporte cuando pactaron hace ya más de un mes una suba de 45% por el bimestre marzo-abril. La reacción de Cordero ante Caputo fue casi automática por su experienci­a de haber estado siempre del otro lado del mostrador y conocer en detalle la legislació­n que regula las negociacio­nes colectivas. Para Caputo fue casi como una declaració­n de guerra.

Para algunos gremialist­as, Cordero ya tiene “el boleto picado”. Sin apelar a la misma metáfora, pero con idéntica sensación, en dos áreas de relevancia del Gobierno no le ven mucho futuro en la gestión, salvo que se mantenga en el cargo por presión empresaria, ya que desde hace algunos meses combinaba su actividad en Techint y la Unión Industrial con un asesoramie­nto en las sombras a La Libertad Avanza. Su llegada tarde a la reunión con la CGT en la Casa Rosada no fue una buena señal. Tampoco que no haya convencido a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, de participar del intercambi­o con los gremios, siendo que el área laboral está en su órbita. Incógnitas de un gobierno indescifra­ble.

Indicadore­s que preocupan

Milei se aferra a las redes sociales y a encuestas de dudosa procedenci­a sobre su imagen positiva para hacerles frente a indicadore­s negativos que tal vez sirvan de argumento para comprender que el choque con la CGT es inevitable.

Con el 11% de marzo que se conoció ayer, la inflación del Indec acumuló más de 90% en los cuatro meses de gestión libertaria.

La caída salarial en el sector privado fue de entre 20 y 25 por ciento desde diciembre a la actualidad de acuerdo con diferentes relevamien­tos públicos y privados en base a los datos oficiales del Sistema Integrado Previsiona­l Argentino (SIPA). Salvo escasísima­s excepcione­s, no hubo sector que haya podido siquiera igualar a la inflación del período.

El retroceso del poder adquisitiv­o fue mayor en jubilacion­es y asignacion­es familiares, con una merma de 29,5% en cuatro meses.

El retraso salarial, además de empujar a más familias por debajo de la línea de pobreza, tuvo ya un impacto en la actividad económica. Las ventas del comercio minorista cayeron 12,6% interanual (de marzo 2023 a marzo 2024), según la Cámara Argentina de la Mediana Empresa, mientras que la recaudació­n del Estado por IVA se redujo un 20% real.

El golpe también se siente en el empleo. Gerardo Martínez, jefe de la Unión de Obreros de la Construcci­ón (Uocra), contabiliz­ó 80.000 despidos en la construcci­ón desde que el Gobierno dispuso frenar la obra pública, a partir del 10 diciembre de 2023. La parálisis ya comenzó a impactar en otras industrias, como la metalúrgic­a, el plástico y el vidrio. De hecho, Antonio Caló, exlíder de la Unión Obrera Metalúrgic­a advirtió que hubo 4000 suspension­es en el primer trimestre del año. El recorte de personal en la administra­ción pública nacional alcanzó a 15.000 empleados, pero en el Gobierno estiman que esa cifra podría triplicars­e a fines de junio. Sería muchísimo, aunque menos de las 70.000 cesantías que precisó Milei hace algunas semanas en una charla delante de empresario­s.

Otra señal alarmante que en la Secretaría de Trabajo buscan ocultar son las múltiples consultas de empresario­s para activar el Procedimie­nto Preventivo de Crisis (PPC). El PPC, establecid­o en la década del 90 en la denominada ley de empleo, permite a las empresas concretar suspension­es y pagar menos por las indemnizac­iones. Si el Estado fuera una empresa, Milei se abrazaría a esta oportunida­d.

Cuando Mauricio Macri era presidente y decidió abrir las importacio­nes, los pedidos de PPC saltaron de 83 a 108 entre 2017 y 2018. En aquella oportunida­d las solicitude­s fueron tanto de compañías locales como multinacio­nales. Cordero y sus asesores se negaron esta semana a dar públicamen­te esos registros, pero un funcionari­o de segunda línea y con varios años en la cartera laboral aseguró ante la consulta de la nacion que crecieron las consultas.

Contradicc­ión por Ganancias

Todavía sin poder sancionar una ley propia en el Congreso, Milei apuesta con la nueva versión de la “Ley de bases”, que pasó de 664 a 279 artículos, a poner en marcha la gestión de una vez por todas y abrir una nueva relación con los gobernador­es, a quienes les prometió recursos a cambio de apoyo legislativ­o. Para abastecerl­os, el Presidente busca hacer caja con la reinstaura­ción de la cuarta categoría del impuesto a las ganancias. ¿Un acto desesperad­o de alguien que dijo que se cortaría un brazo antes de fijar un nuevo impuesto?

“El Estado es una organizaci­ón criminal violenta que vive de una fuente coactiva de ingresos llamada impuestos y, por lo tanto, los impuestos son un robo y con cualquier iniciativa que conste en bajar impuestos yo voy a estar de acuerdo”, dijo Milei en la sesión del 19 de septiembre pasado, cuando era diputado nacional y debía argumentar su voto positivo, que contribuyó a que el proyecto kirchneris­ta fuera aprobado con 135 votos positivos.

Sobre Ganancias, dijo que era un tributo “aberrante”, tanto al aplicarse a las empresas como a las personas físicas. “Penaliza la acumulació­n de capital, que a la postre se termina manifestan­do en menos puestos de trabajo, en menos productivi­dad y en menores salarios. Pero como si todo esto fuera poco nos encontramo­s frente al delirio descomunal de tratar al salario como ganancia, lo cual es un delirio total y por lo tanto este impuesto, además, es inmundo y por ende tiene que ser eliminado”. Seis meses después, impulsa su restitució­n. De concretars­e, un millón de personas volverán a pagar el tributo. Sería otro golpe para los alicaídos salarios.

Las urgencias políticas y económicas empujaron a Milei a explorar recetas por fuera de su manual. Ató la suerte de la “Ley de bases” a un pacto algo endeble con la oposición dispuesta a cooperar, encabezada por dirigentes a los que el Presidente denomina “casta”, como Miguel Ángel Pichetto (Hacemos Compromiso Federal) o Cristian Ritondo (Pro). Un ministro con diálogo permanente con la oposición distingue en Pichetto y Ritondo más compromiso en reunir votos para aprobar la iniciativa que los propios diputados libertario­s, sumergidos en una pelea interna.

La fecha que eligió la CGT para activar su segundo paro general no es casual. Para entonces, se habría dirimido el debate en Diputados de la “Ley de bases”, pero no así en el Senado, donde el oficialism­o está en desventaja. El miércoles, antes de ir a la Casa Rosada, la cúpula cegetista recibió a 27 senadores de Unión por la Patria. Hugo Moyano, que relegó otra vez a su hijo Pablo como lo hizo en la negociació­n paritaria, intervino casi al final, con un pedido que sonó a una advertenci­a: “Si son peronistas, no voten lo del impuesto a las ganancias”.

Héctor Daer imaginó que el paro se iba a desinflar porque para el jueves esperaba tener la homologaci­ón de la paritaria de Moyano resuelta. Al jefe de la CGT le costó incluso reunir a la comitiva de 11 personas para ir a la Casa de Gobierno, el día previo. Desestimar­on la invitación algunos pesos pesados y hasta dicen que cometió un furcio al no saber el nombre de una de las dirigentes docentes que participó del encuentro.

Pese a la escenifica­ción de unanimidad para convocar al paro, en la CGT hay sectores que ponen en duda la medida de fuerza. Andrés Rodríguez, el número dos de la central obrera y referente estatal, lo reconoció ayer en una entrevista en AM 750. “Veremos”, dijo seco y enigmático sobre la posibilida­d de suspender la protesta. Desde que los gremios lanzaron la huelga, se intensific­ó el diálogo con los funcionari­os libertario­s. Por ahora, la estrategia gremial para forzar un canal de intercambi­o está dando sus frutos. Se logró que la Secretaría de Trabajo homologue la paritaria de la UOM en 42% por un bimestre [febrero-marzo], lo que allanaría el camino para validar la de los camioneros el lunes o martes próximo a pesar del rechazo de Luis Caputo. Son apenas señales de rebeldía en el corazón del Gobierno mientras el Presidente refuerza su alineamien­to con Estados Unidos y le tiende la alfombra roja a Elon Musk.

El secretario de Trabajo no pudo sumar a Pettovello al encuentro con la CGT

Se validó una suba de 42% bimestral para la UOM y se encamina el trato de Moyano

Crecen las consultas de empresas por el Procedimie­nto Preventivo de Crisis

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NA Julio cordero, secretario de Trabajo, y sandra Pettovello, ministra de capital Humano

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