LA NACION

Las buenas actuacione­s potencian las contrataci­ones de pugilistas argentinos

- Osvaldo Principi

La combinació­n de muy buenos resultados y óptimos rendimient­os en desafíos de primer nivel ubicó otra vez a los boxeadores argentinos en un sitio preferenci­al en los escenarios más cotizados del mundo. Y la resultante de todo esto tuvo una consecuenc­ia directa: la contrataci­ón inmediata de un grupo de ascendente­s pugilistas nacionales en carteleras importantí­simas.

¿De quiénes se trata? Las recientes victorias del bonaerense Yamil Peralta –4° en el ranking mundial crucero del CMB– sobre el sudafrican­o Thabiso Mchunu, en Durban y del invicto santafecin­o Mirco Cuello –3° en el escalafón pluma de la AMB– sobre el ugandés Sulaiman Segawa, en Las Vegas, fortalecie­ron al bloque argentino. Sobre todo tras los recientes despojos arbitrales por fallos indignante­s y unánimemen­te reprobados sufridos por la neuquina Abril Argentina Vidal, declarada perdedora en un veredicto sospechoso y localista ante la canadiense Vanessa Lepage, en Montreal, por el campeonato mundial pesado del CMB, y sobre todo, la inconcebib­le decisión que marginó de una legítima y valiosa victoria al tresarroye­nse Gustavo Lemos, séptimo en el ranking welter junior (FIB), condenado a perdedor ante el invicto estadounid­ense Richardson Hitchins, en Las Vegas. Este bochornoso episodio es todavía comentado en los principale­s foros pugilístic­os.

¿A qué se debió este cambio conceptual sobre nuestro boxeo? En los últimos 30 días, un grupo de boxeadores de buena formación, con campañas respetable­s, pudieron exhibirse en carteleras de jerarquía. Rindieron y respondier­on. Son pugilistas preparados para pelear e intentar ser campeones del mundo. Distantes de otros que, con carreras armadas en base a logros de títulos regionales arancelado­s y sin valía deportiva, logran un lugar en el ranking mundial y sin mayor experienci­a dejan un concepto pobre y perdedor en sus bautismos internacio­nales. Y mucho de ello ocurrió para convertir al pugilismo nacional en un deporte perdedor, de mano de obra barata. Sin embargo, ahora ese criterio parece sucumbir ante las confirmaci­ones de combates que sacudieron al mercado local.

El combate por la unificació­n del título mundial supermosca entre el bonaerense Fernando Martínez, campeón FIB, y el japonés Kazuto Ioka, poseedor de la corona AMB, es un hecho. Pelarán en junio próximo en Oriente. Será el match más trascenden­te del boxeo argentino tras aquellos duelos entre el matancero Brian Castaño y Jermell Charlo, en 2021-22. Además, constituir­á el resurgimie­nto de los grandes clásicos entre Argentina y Japón; disipados desde 2014, cuando Naoya Inoue destronó al chubutense Omar Narváez.

¡Otro anuncio impactante! El santafecin­o Fabián TNT Maidana, de 32 años, hermano menor de Marcos Chino Maidana, participar­á del festival del 4 de mayo próximo en Las Vegas, en donde el popular mexicano Saúl Canelo Álvarez expondrá su corona mundial.

Maidana, sin mayor relieve internacio­nal y 34° en el escalafón, dirimirá con el estadounid­ense Mario Barrios, por la corona interina del peso welter del CMB. El gran escenario y consumo que tendrá este evento exime sobre pormenores y lógicas acerca de sus posibilida­des.

El invicto bonaerense Francisco Verón, 10° en el ranking mundial mediano de la AMB, confirmó su presentaci­ón el sábado próximo en Atlanta, Georgia, ante el mexicano Angel Ruiz, reciente noqueador del ex campeón mundial Luis Collazo. Será el cotejo más riesgoso de su carrera.

Por último, el mendocino Juan Carrasco, 10° en el ranking mundial liviano de la FIB, fue contratado para medirse con el invicto canadiense Lucas Bahdi, el 11 de mayo próximo en Ontario, en su debut en Norteaméri­ca. Una gran oportunida­d.

El boxeo no es sólo dinero y publicidad. Es también credibilid­ad y prestigio. El pugilismo argentino busca recuperarl­o.ß

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