LA NACION

El perjuicio del “costo argentino” y la necesidad de más mercados

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Sofía Sigstad es productora de limones y caña de azúcar en Tucumán. A su juicio, la crisis de rentabilid­ad del limón proviene de la sobreprodu­cción mundial. “Hace unos años hubo un precio excepciona­l para el producto por una helada que provocó el fracaso de la cosecha, lo que impulsó la puesta en marcha de muchas plantacion­es en nuestro país, en España y en Sudáfrica. Eso generó la sobreofert­a que se ve ahora”, explica y da como ejemplo de la crisis que en España quedaron 300.000 toneladas de limones sin ser cosechados.

“Pasó lo mismo que con el arándano, que tuvo un momento de furor, pero luego cayó por tener demanda inelástica. Por más que el precio del limón esté muy bajo, los consumidor­es no van a ponerle más jugo a las milanesas o a la ensalada; en la industria hay stock guardado para abastecer el consumo de dos años”, destaca.

Para mejorar la situación de la actividad, Sigstad pide que el Gobierno desarrolle una correcta política exterior y suscriba tratados de libre comercio para colocar la producción en nuevos destinos. También debería bajar el “costo argentino” (impuestos y fletes, entre otros), que hace que el producto local resulte más caro que el de competidor­es, como Sudáfrica y España.

Algunos productore­s incursiona­n en la producción de limón orgánico, pero este producto también tiene fuertes vaivenes de precios a lo largo de los años. Sigstad desarrolló este producto garantizan­do su condición orgánica y vende la fruta con marca propia –Biotuc– realizando el acondicion­amiento y el empaque.

Por otro lado, Sigstad diferencia que la situación del productor primario puro es distinta de aquel que tiene integració­n con la industria. Esta figura consiste en suscribir convenios con las plantas procesador­as para producir y comerciali­zar jugo o aceite esencial por cuenta del citriculto­r.

Quienes están abandonand­o la actividad limonera en Tucumán se orientan a la caña de azúcar, aunque ese cultivo también sufre altibajos de precios. “La bolsa de 50 kilos valía 32.000 pesos en octubre y ahora se vende a 23.000 pesos, con una inflación muy alta de por medio”, compara Sigstad. La inversión para la plantación de caña fluctúa de 800 a 1000 dólares por hectárea y se amortizan en 5 a 6 años.

Otra posibilida­d es la producción de naranjas, que recuperaro­n precio luego de muchos años de cotizacion­es de quebranto. Algunos citriculto­res están dirigiendo la mirada a la nuez Pecán y hacia las hortalizas. En síntesis, luego de varios años de bajos precios, los productore­s de limones están en una situación económica muy comprometi­da y sin soluciones simples a la vista. Los márgenes no cierran y se espera que la actividad continúe por un plano inclinado si no se toman medidas para revertir la angustiant­e situación.ß

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