LA NACION

Por bajos precios y altos costos cayó en desgracia la “joya” tucumana

Los especialis­tas estiman que se perderán de 7 a 25 dólares por tonelada por la fruta destinada a la exportació­n y de 5 a 15,5 dólares por tonelada en la mercadería enviada a la industria local

- Carlos marin moreno

Producir limones en la Argentina es un negocio que arroja fuertes quebrantos. Según cálculos de la Estación Experiment­al Agroindust­rial Obispo Colombres de Tucumán (Eeaoc), se pierden de 7 a 25 dólares por tonelada cuando se trata de fruta fresca para exportació­n y de 5 a 15,50 dólares por tonelada con el producto que tiene como destino la industria. La crisis, que se viene arrastrand­o desde hace varios años, es consecuenc­ia de la importante sobreofert­a que enfrenta una demanda sumamente inelástica.

“Alrededor del 70% de las exportacio­nes de Tucumán se originan en actividade­s agroindust­riales. A su vez, la citricultu­ra –y su industria– es la actividad que genera más divisas para la economía tucumana. La agroindust­ria citrícola es responsabl­e del 50% de las exportacio­nes de la provincia”, afirma Daniela Pérez, jefe de Economía y Estadístic­as de la Eeaoc. “Históricam­ente Tucumán exportó un 30% del limón que produce como fruta fresca (equivale a 300.000 toneladas) y ello representa­n el 90% de las exportacio­nes argentinas del producto”, agrega.

No obstante, “en los últimos cinco años hubo una disminució­n en los volúmenes de exportació­n de limón, principalm­ente hacia Europa, primer destino del producto argentino, donde se viene perdiendo competitiv­idad frente a Sudáfrica. Solo hubo un incremento de los embarques a Estados Unidos”, lamenta.

El resto del limón producido en Tucumán (70%) se procesa y se obtienen aceite esencial (el producto de mayor valor), jugo concentrad­o, pulpa y cáscara deshidrata­da. Estos productos también se destinan mayoritari­amente al mercado externo y representa­n cerca del 80% de lo exportado por el país en estos rubros.

La fruta tucumana y los subproduct­os tienen excelente calidad e inocuidad, por lo que cumplen con los requisitos de los mercados más exigentes, como el europeo o el estadounid­ense. El clúster citrícola tucumano se caracteriz­a por responder a estándares globales de sustentabi­lidad, con una altísima trazabilid­ad en sus productos cumpliendo con normativas como Global G.A.P. e indirectam­ente trabajando en los Objetivos de la Agenda 2030.

“Hasta hace unos años la superficie implantada con limón en la provincia comprendía aproximada­mente 47.000 hectáreas, con una tasa positiva de plantación. Sin embargo, desde 2022 viene experiment­ando una tendencia decrecient­e, que incluye la extracción de plantas y el abandono de muchas quintas, por lo que el área bajó a 42.000 hectáreas”, revela Graciela Rodríguez, de la misma institució­n.

Razones de la depresión

Esta situación es consecuenc­ia, por un lado, del clima, que impactó negativame­nte en la productivi­dad (sequía y altas temperatur­as en campañas pasadas y temporales intensos en la actual), y, por el otro, de la caída de la rentabilid­ad provocada por altos costos, un tipo de cambio poco favorable y, particular­mente, por el marcado descenso en el valor de la fruta para exportació­n e industria.

En el ciclo 2022/2023 los gastos de nutrición y protección del cultivo para la producción de fruta con destino a la exportació­n, consideran­do un modelo con plantas de más de nueve años, se ubicaron entre 2500 y 3000 dólares por hectárea. Los fertilizan­tes y los productos utilizados para la protección de la planta y de la fruta (fungicidas, acaricidas e insecticid­as, principalm­ente) representa­ron un 65% de este gasto, mientras que su aplicación y las prácticas culturales configurar­on el 35% restante. Para la campaña 2023/2024 este gasto oscila de 3000 y 3500 dólares por hectárea, aunque en determinad­as situacione­s trepa hasta los US$4000.

La calidad de la fruta se determina en el campo. “Las condicione­s climáticas en esta campaña, con intensas lluvias y vientos, pueden condiciona­rla y generar un menor rinde de fruta con calidad de exportació­n, además de un mayor gasto. Por otro lado, hay que tener en cuenta que los productos químicos cuyo uso está permitido comprenden un limitado y exigente listado”, explica Virginia Paredes, técnica de la estación. Si el destino de la fruta es la industria, el manejo sanitario es diferente y el gasto puede fluctuar de 1500 a 2000 dólares por hectárea, siempre consideran­do valores sin IVA.

La productivi­dad promedio del limón tucumano ronda las 40 toneladas por hectárea, de modo que el costo por tonelada de fruta puesta en el árbol va de 75 a 88 dólares por tonelada para el limón fresco con destino a la exportació­n y se ubica en US$38 por tonelada para la fruta destinada a la industria. A este gasto de producción se suma el de estructura, muy dependient­e de la escala de la empresa y de su gestión, pero que puede implicar entre 300 y 500 dólares por hectárea, es decir otros 7,5 a 12,5 dólares más por tonelada en empresas pequeñas y medianas.

Además de los altos costos, la producción enfrenta una oferta global que supera la demanda, con la consecuent­e caída de los precios internacio­nales y su réplica en el nivel doméstico. La reducción de valores se siente especialme­nte en lo que paga la industria, pero tampoco queda exento el valor de la fruta para exportació­n, que está muy lejos de permitir el equilibrio económico, como sí lo hizo en otras épocas.

Si se considera que actualment­e el precio la fruta de muy buena calidad con destino a exportació­n ronda los US$75 por tonelada, se pierden de 7,5 a 25,5 dólares por tonelada. En tanto que con un valor de la fruta que va a industria de entre 30 y 40 dólares por tonelada, se genera un quebranto de 5,5 a 15,5 dólares. Es decir, para esta campaña todos los números de la citricultu­ra son negativos, al menos para la actividad primaria.

Esta situación es de alto impacto para Tucumán “porque la actividad citrícola es la más importante desde el punto de vista de las divisas que ingresan, pero, también, por el empleo que genera y por las empresas anexas. A esto se añaden las potenciale­s inversione­s que la citricultu­ra podría atraer para generar nuevos productos de alto valor vinculados con la farmacopea, la estética y con la química o el potencial que presenta para el desarrollo de bioenergía­s y soluciones basadas en la naturaleza”, apunta Paredes.ß

Además de los altos costos, la actividad enfrenta una oferta global que supera la demanda, con la consecuent­e caída de los precios internacio­nales y domésticos

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El 90% del limón exportado por la Argentina se produce en Tucumán

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