LA NACION

En América Latina, las relaciones diplomátic­as se vuelven personales

El allanamien­to de ecuador a la embajada de México es otra muestra de cómo la política exterior se rige a menudo por motivos que dejan relegado el interés nacional

- Julie Turkewitz, Natalie Kitroeff y Genevieve Glatsky

Ecuador fue famoso en su día por dar refugio a un fugitivo: durante siete años permitió que el fundador de Wikileaks, Julian Assange, permanecie­ra en su embajada en Londres, invocando un tratado internacio­nal que convierte a las sedes diplomátic­as en lugares de refugio. La semana pasada, Ecuador pareció hacer trizas ese tratado al enviar a la policía a la embajada mexicana en Quito –ante las protestas de México–, donde detuvo a un exvicepres­idente acusado de corrupción. El presidente Daniel Noboa defendió la decisión de detener al exvicepres­idente Jorge Glas, calificánd­olo de delincuent­e y citando la crisis de seguridad del país para justificar la medida.

Pero sus críticos dijeron que era una de las violacione­s más atroces del tratado desde su creación en 1961. Y vieron un motivo más personal: la agenda política de Noboa.

Ecuador se ha visto sumido en niveles récord de violencia, y Noboa, un joven líder de centrodere­cha, está ansioso por transmitir la imagen de que es duro con el crimen. Está a pocos días de un referéndum nacional que, de ser aprobado, le otorgaría nuevos y amplios poderes para hacer frente a la insegurida­d y, potencialm­ente, le ayudaría a ser reelegido el próximo año.

Noboa calificó la redada de la embajada y la detención de Glas como una forma de demostrar a la sociedad que trabaja duro para perseguir a los delincuent­es.

Sin embargo, según varios analistas, la decisión de su gobierno de entrar por la fuerza en la embajada es uno de los ejemplos más flagrantes de una dinámica que se ha vuelto demasiado familiar en todo el mundo, y América Latina no es una excepción: una política exterior impulsada menos por principios nobles o por el interés nacional y más por los objetivos personales de los líderes que esperan preservar su propio futuro político.

En la región, la retórica diplomátic­a se ha deteriorad­o: los presidente­s arremeten unos contra otros con un aluvión de insultos que pueden parecer mezquinos en el escenario mundial, pero tienen el potencial de hacerlos quedar bien en casa, ante sus votantes.

El presidente Gustavo Petro, líder de la izquierda colombiana, está enfrentado con el presidente de derecha de El Salvador, Nayib Bukele. Petro acusó a Bukele de gestionar las cárceles como “campos de concentrac­ión”, y Bukele señaló que el hijo de Petro enfrentaba denuncias de corrupción. “¿todo bien en casa?”, escribió Bukele con sorna en la plataforma X.

Agravios

El presidente de derecha de la Argentina, Javier Milei, se ha enfrentado a Petro, al que llamó “asesino terrorista”, lo que llevó a Petro a expulsar a diplomátic­os argentinos. (Más tarde los reincorpor­ó).

Milei también ha discutido con el presidente Andrés Manuel López Obrador de México, llamándolo “ignorante” y refiriéndo­se a sus partidario­s como miembros del “club de los penes cortos”. A su vez, López Obrador ha tachado a Milei de “facho ultraconse­rvador”.

La disputa entre México y Ecuador surgió por primera vez en diciembre, cuando la embajada mexicana en Ecuador permitió a Glas permanecer allí después de haber sido recibido “como un invitado”. López Obrador provocó entonces la ira de Ecuador cuando cuestionó públicamen­te la legitimida­d de sus elecciones presidenci­ales, lo que llevó al gobierno de Noboa a expulsar al embajador mexicano. Era la tercera vez que un país latinoamer­icano expulsaba a un embajador mexicano desde que López Obrador asumió el cargo en 2018.

La disputa continuó escalando, hasta que la policía allanó la embajada y arrestó a Glas.

El martes, en su conferenci­a de prensa diaria, López Obrador calificó la detención en la embajada en Ecuador como “una violación no solo a la soberanía de nuestro país, sino al derecho internacio­nal”.

México tiene un largo historial de ofrecer refugio a disidentes. Pero el gobierno no aclaró por qué concedió asilo a Glas, lo que llevó a los críticos a preguntars­e si el presidente de México, un abanderado de la izquierda del país, estaba simplement­e tratando de proteger a un aliado ideológico.

“¿Cuál es el interés nacional en términos de la posición de Ecuador o México en el mundo? Esa es una pregunta para la que nadie tiene respuesta, porque no la hay”, dijo Carlos Bravo Regidor, analista político mexicano. “Están las razones personales o ideológica­s de los líderes, y eso es todo”.

La detención de Glas por parte de Ecuador parece un marcado alejamient­o de su propia política de albergar a Assange en su embajada en Londres durante tanto tiempo.

Assange está acusado de violar la Ley de Espionaje de EE. UU. con la publicació­n de Wikileaks de documentos militares y diplomátic­os clasificad­os. Se le permitió entrar en la embajada de Ecuador por su presidente en entonces, Correa, que tenía una relación antagónica con Estados Unidos. Pero luego el presidente Lenín Moreno asumió el cargo en Ecuador y trató de construir relaciones más amables con Estados Unidos. Fue el gobierno de Moreno el que permitió la detención posterior de Assange, hoy bajo custodia británica.

Glas fue vicepresid­ente bajo el mandato de Correa, que en 2020 fue condenado por cargos de corrupción y ha escapado de la cárcel viviendo en el extranjero.

tras el traslado de Glas a un centro de detención, las autoridade­s de Ecuador dijeron el lunes que lo encontraro­n en coma. El martes, la autoridad penitencia­ria anunció que su estado había mejorado y fue devuelto a la cárcel.

Gran parte de la atención de López Obrador hacia el exterior se ha centrado en su relación con Estados Unidos, en la que ha adquirido una influencia significat­iva debido a su papel en la gestión de la crisis migratoria. Sin embargo, López Obrador también ha sido un firme defensor de los gobiernos de izquierda de la región. En 2022, desairó al gobierno de Joe Biden al negarse a asistir a una cumbre organizada por Estados Unidos porque excluía a Cuba, Nicaragua y Venezuela.

En un episodio dramático, el gobierno de López Obrador envió un avión militar para traer al expresiden­te boliviano Evo Morales a Ciudad de México en 2019. también dio refugio a aliados de Morales en su sede diplomátic­a de La Paz, lo que provocó que el país expulsara al embajador de México.

A finales de 2022, México concedió asilo a la familia del depuesto presidente izquierdis­ta de Perú, Pedro Castillo, que estaba en la cárcel tras un intento de disolver el Congreso. Perú respondió expulsando al embajador mexicano.

Más tarde, López Obrador insistió en que Castillo era el “presidente legal y legítimo del Perú”, y acusó al gobierno del país de “racismo” por encarcelar a Castillo.

Provocacio­nes

Los comentario­s provocador­es, según los expertos, forman parte de un patrón. Aunque López Obrador ha dicho que el pilar de su política exterior es no interferir en los asuntos internos de otros países, no ha tenido miedo de expresar sus propias opiniones sobre la política interna de algunos de sus vecinos.

“Sorprende que un presidente que dice que el principio de no intervenci­ón guía la política exterior de México se pronuncie sobre los asuntos políticos internos de estos dos países sin justificac­ión”, dijo Natalia Saltalamac­chia, jefa de estudios internacio­nales del instituto tecnológic­o Autónomo de México, refiriéndo­se a Perú y Ecuador.

Las rencillas diplomátic­as pueden tener efectos en el mundo real en un momento en que abordar algunos de los principale­s problemas de la región –la migración, el cambio climático y la delincuenc­ia transnacio­nal– requiere la cooperació­n regional.

En Ecuador, la policía afirma que los carteles más poderosos de México, Sinaloa y Jalisco Nueva Generación están financiand­o una industria del narcotráfi­co en expansión que ha alimentado la violencia y la muerte.

Si el gobierno de Noboa “de verdad quisiera enfrentar el crimen organizado”, dijo Agustín Burbano de Lara, analista político ecuatorian­o, “lo que tendríamos que tener es una colaboraci­ón más estrecha con México, y no en cambio este impasse diplomátic­o con México”.

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dolores ochoa/ap El presidente ecuatorian­o Daniel Noboa arriba a un encuentro juvenil, en la ciudad de El Quinche

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