Evitar desastres para fortalecer las comunidades
En América Latina y el Caribe, invertir en la reducción del riesgo de catástrofes naturales es proteger el desarrollo
Nos enfrentamos a un futuro en el que la incertidumbre y la vulnerabilidad tendrán un papel determinante en nuestra propia supervivencia. Esta nueva realidad se agrava con el incremento de frecuencia e intensidad de los desastres. Más aún en América Latina y el Caribe, donde se registra un aumento anual en personas afectadas por desastres y donde se dan más de la mitad de las pérdidas económicas mundiales.
Ante este escenario, es evidente que invertir en reducir el riesgo de desastres es la ruta a seguir para proteger los avances en desarrollo y cerrar las brechas en la implementación de la Agenda 2030. Sin embargo, el financiamiento de la reducción del riesgo de desastres representa menos del 1% de la ayuda oficial al desarrollo. Desarrollo, resiliencia y sostenibilidad van de la mano. Por lo tanto, para incrementar la resiliencia y blindar los avances del desarrollo ante los desastres, es necesario que el 99% restante del financiamiento esté informado por la naturaleza sistémica y en cascada del riesgo y sus ramificaciones.
La inversión en la reducción del riesgo de desastres (RRD) no solo es una medida preventiva, sino que representa una oportunidad única para abordar la emergencia climática y fomentar un desarrollo sostenible en nuestra región. En otras palabras, la RRD es una inversión en la construcción de comunidades más fuertes, cohesionadas y preparadas para afrontar los embates del destino, para fortalecer nuestra resiliencia y sentar bases prósperas para las generaciones venideras.
Durante la próxima VII Reunión del Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible, organizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe en Santiago de Chile, retomaremos como región las reflexiones sobre oportunidades de aprendizaje entre pares, el intercambio de buenas prácticas y la discusión de metas comunes.
Este evento, además, será propicio para anunciar el próximo lanzamiento del segundo Reporte Regional de Evaluación del Riesgo de Desastres en América Latina y el Caribe –RAR 24, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres– y que será una herramienta para promover una mayor inversión y mejorar el financiamiento de la RRD a través de recomendaciones esenciales para guiar las políticas de desarrollo sostenible.
El reporte destaca la necesidad de que los países cuenten con políticas públicas adecuadas para la reducción de riesgo de desastres como un componente fundamental del desarrollo. Asimismo, se requiere de generar más y mejores ingresos para invertir en la resiliencia, con participación de los sectores público y privados y que estos respondan a las necesidades locales, que es la primera línea para la reducción del riesgo. Estas inversiones deben de ser manejadas de forma transparente y con la participación de todos los actores de la sociedad.
En su tango “Destino”, el mítico Carlos Gardel canta sobre una tosca mano que asesina una primavera y la convierte en una noche invernal. Unos versos que nos invitan a reflexionar sobre las consecuencias de nuestros actos; que nos recuerdan que los desastres no son naturales sino el resultado de nuestras decisiones. Queda en nosotros, entonces, determinar si queremos forjar una mano tosca e irresponsable, o, por el contrario, una mano protectora, partícipe del futuro que nos merecemos.
Cada decisión importa y cada inversión en la seguridad de nuestras comunidades es una semilla plantada para un futuro más prometedor. Sigamos trabajando unidas y unidos, con visión y pasión, para construir un mundo más resiliente y sostenible para todas las personas, sin dejar a nadie atrás.ß
Jefe de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres – oficina regional para las Américas y el Caribe
Cada inversión en la seguridad de nuestras comunidades es la semilla de un futuro mejor