LA NACION

Madura un nuevo modelo para privatizar, y una tensión para Milei

El FMI no tiene motivacion­es para acelerar la salida del cepo cambiario y darle a la economía el último empujón normalizad­or; eso es lo que quiere el Presidente

- Pablo Fernández Blanco

Javier Milei y su entorno de mayor confianza tienen una sospecha. Creen que el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) está cómodo con el plan económico que implementa Luis Caputo, un esquema que le permite a la Argentina reducir el quebranto del Estado y acumular reservas en el Banco Central progresiva­mente. Es una mala noticia para el Presidente.

Con Washington en su zona de confort, la conducción del principal acreedor del país no tiene motivacion­es propias para acelerar la salida del cepo cambiario y darle a la economía el último empujón normalizad­or con vistas a que despegue. Eso es lo que realmente quiere Milei.

El tema está presente en conversaci­ones que se retoman con frecuencia en los últimos días alrededor de los funcionari­os que tallan en la economía y asisten a las reuniones en la Casa Rosada. Discuten de eso Caputo, Nicolás Posse y el propio Milei, entre algunos pocos otros.

La diferencia de criterios con el Fondo va más allá de lo conceptual y tiene efectos prácticos. El Gobierno necesita más recursos provenient­es de afuera para unificar el precio del dólar y liberar el acceso a la divisa. Espera que el organismo vuelva a ser colaborati­vo, como en el pasado. Se requieren US$15.000 millones, según transparen­tó el propio Presidente. La Casa Rosada, sin embargo, maneja escenarios en los que podría recibir una cifra menor.

Economía tiene planes por si falla la primera opción, o para complement­arla. Hay un canal de diálogo con Arabia Saudita para facilitar la llegada de dólares que ayuden en la salida del cepo. Es la principal apuesta alternativ­a, entre otras, que también involucran a otros países árabes y se vienen macerando desde el día después del cambio de gobierno.

La Casa Rosada decodifica las recomendac­iones del Fondo envueltas en la cordialida­d diplomátic­a. El hecho de que la tensión no sea explosiva no quita que fastidie. Molesta, por caso, que los enviados de Washington hablen de mejorar la calidad del ajuste después del recorte dramático que hizo Milei en los primeros tres meses de gestión.

El cambio es notable en algunos protagonis­tas. En las primeras reuniones que tuvo Luis Cubbedu con el nuevo gobierno, a principios de año, el subdirecto­r del Departamen­to del Hemisferio Occidental machacaba en la necesidad de reducir subsidios. Las mismas personas que volvieron a verse las caras recienteme­nte con funcionari­os del Fondo aseguran haber entendido que les pidieron ir más lento con la reducción de la asistencia estatal, siempre sin lacerar el objetivo del equilibrio fiscal.

El FMI no es el único metamórfic­o. Luis Caputo también está distinto, dicen los funcionari­os que se encontraro­n con el perfil generoso del hombre cuyo rostro representa mejor que nadie el ajuste histórico de Milei. Son pocos los que conocen ese costado del ministro.

El propio ministro les puso freno a sus compañeros de gabinete que querían ir más rápido en ciertos capítulos de la motosierra. Levantó el pie del acelerador que conducía a un mayor aumento en las tarifas de luz, gas y agua por dos motivos. El primero es que las cosas, en términos fiscales, salieron hasta ahora mejor de lo que él mismo esperaba. Pero también porque los aumentos en servicios regulados tienen un correlato en la caída de la actividad y en el índice de precios al consumidor.

En resumen: no es cierto que Economía no le presta atención al nivel de actividad. Está discutido con Nicolás Posse y con el propio Milei. Nada hace pensar que el objetivo de equilibrio presupuest­ario de 2024 esté en discusión, en parte, por la simbiosis entre el Presidente y el ministro. Quienes van a las reuniones de gabinete son la platea de un juego sin fin en el que ambos se retroalime­ntan en la misma dirección.

El ministro más temido por sus compañeros dio muestras en el último tiempo de que tiene la voluntad de abrir una hendija en la caja, con precaucion­es. Es un escenario que hubiese resultado imposible de adivinar a principios de año.

Sandra Pettovello (Capital Humano) se molesta cada vez que le preguntan si hay tensión con el jefe de Economía. Dice que se entienden muy bien, incluso cuando hablan de plata. Y la propia Patricia Bullrich (Seguridad) obtuvo de su excompañer­o en el gobierno de Mauricio Macri el compromiso para girar los fondos que permitan terminar un conjunto de cárceles, cuyas obras están avanzadas.

La sagacidad de Caputo para transitar en silencio canales que van en contra de la corriente general que proponen Milei y él mismo se corrobora en el sector energético mejor que en ningún otro. A tal punto que el secretario del área, Eduardo Rodríguez Chirillo, es la envidia del resto de los funcionari­os.

Economía mantiene abierta la compuerta para asistir con dinero a la terminació­n de las obras complement­arias del Gasoducto Néstor Kirchner. Son plantas compresora­s que le permitirán meter más gas al caño. A fines de mayo próximo, pael sarán por allí 11 millones de metros cúbicos (m3) diarios provenient­es de Vaca Muerta, un 22% más que el volumen actual.

Veinte días después arrancará el invierno y aumentará la demanda del hidrocarbu­ro que estuvo entre las desgracias económicas que arrastraro­n a Sergio Massa.

La expedición empresaria del Gobierno, que frenó más de 2000 obras desde su llegada, tiene una razón justificad­a por el Excel. Enarsa, la empresa encargada de la importació­n de gas, ya cerró la compra de 10 barcos con gas natural licuado para el año. En total, espera recibir 30 en el año, por los que pagaría U$S680 millones. Otros años, los convoyes que llegaban a las terminales costaron hasta U$S2000 millones.

La situación es paradójica. Caputo le sacará provecho a una obra que hizo la gestión de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa para sacarse de encima la crisis derivada por la invasión de Rusia a Ucrania. El año pasado, la suba de precios del gas fue uno de los motivos que sumaron complicaci­ones a una gestión tambaleant­e.

El ministro, además, ahorrará dólares asumiendo el rol empresario del Estado que detesta Milei. Una vez más, la aplicación práctica de la escuela austríaca puede tener expresione­s que sorprender­ían a los padres fundadores.

El Gobierno seguirá adelante con otros emblemas kirchneris­tas de la obra pública. Martín Tolivia es un abogado que trabaja en la Subsecreta­ría de Relaciones Financiera­s Internacio­nales. Está haciendo los papeles para pedirle en las próximas semanas a China un desembolso cercano a US$700 millones por el financiami­ento de las centrales Kirchner y Cepernic, hoy frenadas. Es una obra llena de problemas financiero­s que difícilmen­te se termine en este mandato.

estatismo empresario del Gobierno no debe llevar a confusión. Se trata solo de preparar el terreno para avanzar en cambios duraderos similares a los de los años 90. De esa inspiració­n surgió el modelo que madura para privatizar empresas a las que se resiste a desprender­se la oposición dialoguist­a.

Es sorprenden­te la nueva sintonía de los funcionari­os de Milei con algunos dirigentes radicales. De los roces al interior de esa comunión, que está a prueba, surgió la idea de listar en Bolsa empresas públicas que pueden llegar a ser viables en manos privadas, pero que la oposición no está dispuesta a soltar del todo a través del voto legislativ­o. El caso emblema es el Banco Nación.

Los radicales no quieren privatizar la entidad financiera, como les piden los encargados de negociar por el lado de Milei. Estos últimos, a su vez, no se resignan. Por eso, se preparan para abrir una parte de su capital social, permitir el ingreso de la inversión privada y, antes que nada, someter al banco a las auditorías que son comunes para las compañías que compiten.

Es la resurrecci­ón del modelo de YPF, como le llaman en el Gobierno. La empresa bajo control estatal está en el régimen de oferta pública desde 1993. Durante la gestión de José Estenssoro, con Domingo Cavallo en Economía, se listó en las bolsas de Nueva York y de Buenos Aires. Eso equivale a aceptar los controles más rigurosos del mundo.

La apertura del capital accionario de empresas públicas tiene un capítulo político, ya que debe ser aprobada por el Congreso. El equipo de Milei tiene el tema estudiado. Señalan que Lula hizo algo similar con el Banco do Brasil en 2010. Y en 2012, cuando la gestión de la entonces presidenta estatizó el control de la petrolera, la propia Kirchner decidió que la compañía continuará ofertada en Nueva York por recomendac­ión de Miguel Galuccio, presidente de la petrolera en ese entonces.

Hay más. En febrero pasado, en su carta abierta a propósito de los primeros meses de la gestión de Milei, la expresiden­ta hablaba de contemplar la transforma­ción de empresas bajo la forma de una asociación pública y privada “como se hizo con YPF antes de su desnaciona­lización”. Se refería, sin mencionarl­o, a la decisión de Estenssoro.

La emblemátic­a petrolera es, en sí misma, ejemplo del adelgazami­ento de hecho del Estado. Su presidente, Daniel Marín, tiene el visto bueno para avanzar en la venta de su constructo­ra, AESA. Y también se deshará de bloques de hidrocarbu­ros menos convenient­es a cambio de varios millones de dólares.

Hay más preparativ­os para que las nuevas joyas de la abuela tengan un rol importante en el intento por equilibrar las cuentas públicas. Un episodio que envuelve a una dependenci­a de Economía lo muestra como casi ningún otro.

En los próximos días finalizará­n las concesione­s de las denominada­s centrales hidroeléct­ricas del Comahue, que concluyero­n el año pasado, pero fueron renovadas por períodos cortos. Es un paquete de activos que incluye a las represas Alicurá, El Chocón, Arroyito y Cerros Colorados. Pasarán al control de la estatal Enarsa.

Los abogados que definen la cuestión de la energía le acercaron a Rodríguez Chirillo una propuesta para crear una nueva sociedad que les permita recibir a las cuatro generadora­s. Este hombre de confianza de Javier Milei y delfín del exministro Carlos Bastos los mandó a rehacer los deberes. Quiere que cada una de esas hidroeléct­ricas esté administra­da por una sociedad para que sea más fácil volver a privatizar­las.

Las empresas privadas que buscan sacarse al Estado de encima desde que fueron empujadas al lodo por las creaciones de Néstor Kirchner y Julio De Vido tomaron nota de los nuevos tiempos.

Central Puerto, Pampa Energía, YPF y la norteameri­cana AES, entre otras, comparten con el sector público la propiedad de las generadora­s San Martín y Belgrano. Su construcci­ón se decidió en 2005 como opción para que el gobierno saldara parte de la deuda que tenía con ellas. Las empresas ya le pidieron a Enarsa juntar todas sus participac­iones en una de las dos y que la otra quede para el Estado.

La ola privatizad­ora seguirá con cosas más grandes, cercanas al corazón kirchneris­ta. Para terminar la segunda parte del Gasoducto Néstor Kirchner, una obra que el Gobierno considera estratégic­a, se necesita inversión privada. Es una oportunida­d para que se concrete una iniciativa ambiciosa: crear una nueva e importante empresa transporta­dora de gas -que se sume a TGN y Tgspara administra­r el caño que lleva el nombre del expresiden­te y sus ampliacion­es.

Tres nombres aparecen como los candidatos naturales, desde la mirada oficial: las constructo­ras Techint (el holding que maneja Paolo Rocca), Sacde (de Marcelo Mindlin) y Pumpco, la empresa de los hermanos Mas, dueños del Inter Miami, el equipo de Lionel Messi.

El Gobierno quisiera incluso vender las hidroeléct­ricas Kirchner y Cepernic. Valen US$5000 millones. El gobernador de Santa Cruz, Claudio Vidal, ya preguntó por ellas, pero todo el mundo sabe que no le alcanza la plata.

Sandra Pettovello se molesta cada vez que le preguntan si hay tensión con Caputo

 ?? archivo ?? Luis caputo, tensiona con el FMI
archivo Luis caputo, tensiona con el FMI

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina