La educación pública
En los últimos días se ha desatado una nueva ola de quejas y lamentos contra Javier Milei. En esta ocasión, por el presupuesto educativo. Quienes defienden la educación pública pareciera ser que no han vivido en el país en los últimos 40 años. En 1999 Guillermo Jaim Etcheverry publicó un libro, La tragedia educativa, y en 2006, Horacio Sanguinetti (exrector del Nacional de Buenos Aires), otro titulado La educación argentina en el laberinto. Es imposible opinar sobre el estado de la educación sin haber leído ambos libros. Un breve e incompleto repaso de hitos históricos nos hace recordar el “superó, alcanzó muy satisfactoriamente, alcanzó satisfactoriamente, no alcanzó” de Raúl Alfonsín. Axel Kicillof: “La repitencia no es eficaz”. Baradel: “Declarar la educación pública como servicio esencial es inconstitucional”. Cristina Kirchner: “Ustedes no necesitan que nadie les dé clases. Ustedes pueden dar clase a todos” en septiembre de 2017. El siempre demagógico gobernador bonaerense expresó: “No vinimos a entregar la educación pública porque es un derecho que conquistó nuestro pueblo”. No está enterado de que la ley 1420, de educación pública común, gratuita y obligatoria, fue sancionada en 1884 por el presidente Julio Argentino Roca. En noviembre de 2017 Horacio Rodríguez Larreta presentó un proyecto para crear una universidad docente como parte de un plan de transformación educativa en CABA. Los gremios docentes se opusieron.
Sería muy interesante que los rectores y decanos de cada facultad dieran a publicidad un informe en que mostraran a qué se destina el dinero de cada presupuesto. Señalando la nómina del personal con el que cuentan, entre docentes y no docentes, con indicación de sus funciones. Además, la cantidad de alumnos argentinos y extranjeros, quiénes provienen de la secundaria pública y quiénes de la privada, cuántas materias aprueba cada alumno por año, el costo por alumno, cuántos se reciben en el tiempo previsto. Tal vez si conociéramos estos datos, entre otros, podríamos saber si el dinero que aportamos los argentinos está bien administrado, y el debate se daría sobre certezas y no en discursos altisonantes. La responsabilidad del actual estado de la educación en sus aspectos pedagógicos y económicos es de quienes ocuparon bancas en el Congreso nacional desde 1983 hasta la fecha, con la eficaz colaboración de los gremios docentes. La solución será difícil y llevará años ver las soluciones apropiadas.