LA NACION

Es hora de ordenar el sistema previsiona­l de la Argentina

- Alejandra Torres* para la nacion La autora es diputada nacional. (Hacemos por Nuestro País - Córdoba)

El Congreso nacional está en plena discusión del replanteo de la fórmula jubilatori­a. Hay un amplio –aunque no total– consenso en que la forma más apropiada para proteger a las jubilacion­es de la inflación es ajustarlas por la inflación. No hay ciencia. Es sentido común. Este es el criterio que incluso también postula el Gobierno. Sin embargo, en medio de la discusión parlamenta­ria, el Gobierno se precipitó e impuso por decreto de necesidad de urgencia su fórmula.

Hay que explicitar que pasar a ajustar por inflación detiene el deterioro del valor real de las jubilacion­es, pero no las recupera. A partir de ahora las jubilacion­es quedarán por debajo del nivel que tenían en el promedio de 2023 y casi un 50% por debajo del promedio de 2017. Qué sucederá con esta enorme licuación de las jubilacion­es lo decidirá la Justicia. Existen riesgos de que se estén generando las condicione­s para una nueva ola de juicios, como ya pasó muchas veces en el pasado.

La prioridad, como plantea el Presidente en la agenda propuesta para el Pacto de Mayo, es ordenar el sistema previsiona­l para darles racionalid­ad a sus reglas y que no vuelva a ser necesario usar la inflación para licuar gasto previsiona­l. El ordenamien­to integral del sistema previsiona­l es una agenda frondosa. Hay que tender a unificar las reglas de los más de 240 regímenes especiales que existen en el país hacia las reglas del régimen general y al régimen general hay que darle más consistenc­ia financiera con equidad.

Entre los puntos más importante­s aparece cerrar definitiva­mente las moratorias y, en su lugar, perfeccion­ar la Prestación Universal para el Adulto Mayor (PUAM) para atender a las personas que, por diferentes motivos, no logran cumplir los requisitos para acceder a un haber contributi­vo. Además, hay que revisar las pensiones por fallecimie­nto para evitar duplicacio­nes con otras prestacion­es; tomar los salarios de la totalidad de la vida laboral para calcular el haber inicial, en lugar de los últimos 10 años; establecer mecanismos automático­s y graduales de ajuste de la edad jubilatori­a al envejecimi­ento poblaciona­l, entre otros puntos de mayor relevancia.

Como llevará tiempo que estos cambios sean discutidos, sancionado­s y que tengan efecto, hay que pensar en un régimen de transición para atender las inequidade­s más acuciantes en el corto plazo. Nuestra propuesta de una agenda de transición tiene cuatro pilares.

1. Establecer una regla de movilidad que implique aplicar mensualmen­te la inflación y que empalme correctame­nte con la vieja fórmula. Esto implica en abril aplicar la inflación de enero, ya que en marzo se aplicó el índice de la vieja fórmula tomando como referencia un período hasta diciembre.

2. Reconocer a los beneficios otorgados sin las moratorias un aumento extraordin­ario, para diferencia­rlos de los que fueron dados con moratorias a personas sin aportes o sin suficiente­s aportes. Se podría otorgar a los beneficios sin moratoria un aumento extraordin­ario de 20%. Esto tendría un costo fiscal de menos del 0,5% del PBI que sería más que compensado por la reducción hasta su extinción del bono de $70.000, cuyo costo asciende a 0,7% del PBI.

3. En cuanto a los regímenes de privilegio, además de eliminar para siempre la jubilación de presidente y vicepresid­ente, hay que estipular que el haber inicial de los magistrado­s y embajadore­s se calcule sobre el salario neto (de bolsillo) y no sobre el bruto. Hoy se calcula sobre el salario bruto y eso provoca que la jubilación de un juez o embajador sea mayor que la remuneraci­ón del activo.

4. Usar el Fondo de Garantía de Sustentabi­lidad para:

a) Pagar las 90.000 sentencias firmes de juicios de jubilados que hicieron juicio contra la Anses por mala liquidació­n de sus haberes.

b) Pagar la deuda que la Anses tiene con las provincias por el reconocimi­ento del déficit de las cajas no transferid­as, tal como paga puntualmen­te el déficit de las provincias que transfirie­ron sus cajas.

c) Financiar el déficit de la Anses para evitar que el Tesoro nacional tenga que hacerlo.

El paso a una nueva regla de movilidad por inflación perpetuará la licuación de las jubilacion­es. De cara al futuro, hay que evitar definitiva­mente que haya que apelar otra vez a reducir el gasto previsiona­l con inflación.

Para esto, hay que hacer un ordenamien­to integral del sistema previsiona­l.

En la transición hay que sancionar una agenda que atienda los aspectos más urgentes pensando en que sea un puente a este ordenamien­to del sistema. Esta transición, tal como se diagrama en el proyecto de ley que presentamo­s en el Congreso contribuye, además, a darle sostenibil­idad a la meta de equilibrio fiscal.

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