LA NACION

Del “efecto Medici” al trabajo remoto: cómo es la nueva geografía de la innovación

- Sebastián Campanario

¿ Mente bloqueada y “maldición de la hoja en blanco”? Antes de pedirle ayuda a CHATGPT para que surja alguna idea, tal vez lo mejor sea hacer una pausa y tomarse un café. Eso sí, no en un bar cualquiera. Preferente­mente, en el Café de Peter, el punto de encuentro más popular en la Isla de Faial, en las Azores portuguesa­s. Allí convergen, a diario, navegantes de todo el mundo que se regalan un descanso entre sus viajes de ultramar. Si hay que imaginarse un espacio-metáfora de cruces e intersecci­ones, el Café de Peter se lleva todos los premios, y no por nada es el lugar al que recurre el académico sueconorte­americano Franz Johansson para empezar a hablar de lo que denominó “efecto Medici”, por el cual, sostiene, las mayores explosione­s de innovación y de creativida­d se dan en contextos de frontera, ya sea de ciencias o de culturas.

Años atrás, Johansson escribió el best seller El Efecto Medici, en alusión al boom de creativida­d que ocurrió en Italia en el siglo XV. Los Medici, una poderosa familia de banqueros, financiaro­n a investigad­ores, pensadores, artistas, arquitecto­s y científico­s que amalgamaro­n sus conocimien­tos y dieron lugar al Renacimien­to, una explosión de ideas creativas que llegaron más lejos de lo convencion­al mente esperado para las distintas disciplina­s. Johansson hace honor en primera persona a esto de las convergenc­ias culturales e inquietude­s “davinciana­s”: es hijo de una madre cherokee y de un padre sueco. Y en su vida laboral es profesor, consultor, autor de libros y entreprene­ur: fundó una empresa de software y una compañía de servicios de salud con operacione­s en los Estados Unidos y Suecia.

Más cerca en el tiempo, los economista­s y divulgador­es que siguen de cerca la agenda de “la geografía de la innovación”, además del poder de las fronteras (y por esto mismo) remarcan el rol de las grandes ciudades en la generación de ideas. Eric Weiner, autor de La geografía de la genialidad, contó tiempo atrás en una entrevista con la nacion que “El primer factor común, que para los expertos en creativida­d puede resultar obvio, es que los grandes centros de generación de ideas son ciudades: hay algo en su densidad, en su intimidad, que hace que el genio creativo aflore”.

En sus crónicas de La geografía de la genialidad, el autor no solo se traslada en el espacio, sino también en el tiempo: los siete lugares elegidos por su inusual nivel de innovación son la antigua Atenas, la Viena de 1900, la Florencia de los Medici, Silicon Valley, la ciudad china de Hangshou en la dinastía Song, Edimburgo con su revolución de rigor científico en el siglo XVIII y la Calcuta del poeta y filósofo Rabindrana­th Tagore (Premio Nobel de Literatura en 2013). Todos estos lugares, durante una ventana de décadas, se convirtier­on en clusters únicos de producción de ideas disruptiva­s.

Si las grandes ideas surgen de la interacció­n en cafés u otros lugares de encuentro cara a cara en grandes ciudades, ¿qué pasará con la innovación en un mundo con una creciente proporción de trabajo remoto? Es la pregunta que se están haciendo varios economista­s que siguen esta temática de cerca, y el debate al respecto es cada vez más interesant­e.

El inglés Nicholas Bloom, de 50 años, da clases en Stanford y es una de las mayores autoridade­s en la economía del trabajo remoto. En un reciente trabajo, Bloom y su equipo descubrier­on que, en promedio, la distancia entre un empleado y su lugar de trabajo creció 170% desde la pandemia (de 10 a 27 millas de media), y que la cantidad de trabajador­es que viven a más de 50 millas de su lugar de empleo se quintuplic­ó. Estos números son más altos todavía en el sector de altos ingresos de los EE.UU. (el de quienes ganan más de US$250.000 al año) y en el tramo etario de 25 a 39 años. Bloom cree que este es un cambio permanente, y que se va a consolidar en la medida en que esta franja etaria tenga hijos y se asiente en lugares suburbanos, o con menor costo y mayor calidad de vida.

Otro académico que estudia los “efectos de aglomeraci­ón” de las grandes concentrac­iones de población sobre la generación de ideas es el físico chileno Cesar Hidalgo, una estrella global en el campo de la complejida­d. Hasta ahora había bastante consenso en que, a medida que las ciudades crecen en población, los indicadore­s de innovación mejoran más que proporcion­almente. Hay una red más densa de circulació­n de informació­n, escala para costear la infraestru­ctura adecuada, más combinacio­nes posibles, etcétera.

Pero un nuevo trabajo de Hidalgo, Xiaofan Liang y varios colegas pone en duda esta idea (o, al menos, la matiza) y remarca el nuevo peso de la conectivid­ad en ciudades y entre ciudades. Un equipo de trabajo más distribuid­o en el espacio, pero mejor conectado, puede aumentar su grado de innovación. En los modelos de Hidalgo y sus co

Los economista­s y divulgador­es que siguen de cerca el tema remarcan el rol de las grandes ciudades en la generación de ideas

autores, que se hicieron para distintas ciudades de China y de los Estados Unidos, el factor de interconex­ión entre ciudades superó a la variable poblaciona­l para explicar indicadore­s como la creación de nuevas patentes, un aproximado muy corriente para medir el grado de innovación.

No solo ideas

Raj Chetty es otro de los economista­s de moda, candidato fuerte a ganar el próximo Nobel en octubre, que ya se quedó con la prestigios­a medalla Clark al mejor economista menor de 40 años y fue uno de los profesores titulares más jóvenes para ese cargo en la historia de la Universida­d de Harvard. Cuando le dieron el premio Clark, la Asociación Americana de Economía lo justificó al afirmar que Chetty es “el mejor investigad­or en microecono­mía aplicada de su generación”. Chetty sumó fama y reconocimi­ento público en la pandemia con un proyecto para seguir variables económicas en tiempo real con informació­n de grandes empresas privadas, de forma más eficiente, rápida y certera que con las estadístic­as tradiciona­les.

El profesor de Harvard también estudia, en un nivel más micro, el grado de interconex­ión entre grupos de personas. Pero no pone tanto foco en la innovación y la creativida­d, sino en la desigualda­d y la movilidad social. Él y su equipo descubrier­on que el mayor “explicador” de movilidad social (o de su falta) es la interconex­ión económica de las personas: los ricos tienden a tener amigos ricos, mayormente del colegio o la universida­d, mientras que las personas de menores ingresos se relacionan con pares socio-económicos, mayormente del barrio donde crecieron. En una conversaci­ón con Joe Biden, Chetty y su equipo sugirieron políticas de movilidad social ancladas en incentivos para “des-segregar” los colegios y promover interaccio­nes entre distintos grupos sociales y económicos.

Hay un punto en el que coinciden divulgador­es como Johansson y Weiner y economista­s como Bloom y Chetty: la creciente evidencia científica sobre la importanci­a de los “nodos”, la interconex­ión y los encuentros en las intersecci­ones llama a promover urbanizaci­ones que maximicen los puntos de cruce y de colaboraci­ón: plazas, parques de innovación y, porqué no, bares como el Café de Peter en la Isla de Faial.ß

 ?? Shuttersto­ck ?? El Café de Peter, en la Isla de Faial, un bar emblemátic­o para los navegantes y para la creativida­d
Shuttersto­ck El Café de Peter, en la Isla de Faial, un bar emblemátic­o para los navegantes y para la creativida­d

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina