LA NACION

Un gimnasio para entrenar la curiosidad y navegar la complejida­d

- Periodista y economista –por Sebastián Campanario–

Noescasual­quelosnomb­res que la NASA, la agencia espacial de los Estados Unidos, eligió para sus dos robots explorator­ios en Marte sean Curiosity y Perseveran­ce. Ambos conceptos, la curiosidad y la perseveran­cia, representa­n dos valores de época para navegar en un mundo acelerado y con un grado de complejida­d nunca antes visto.

Ahora bien: ¿se pueden entrenar estas dos habilidade­s? Hay un juego insólito, divertido, fácil de aprender y para algunos adictivo que va al corazón de los sistemas complejos y genera un festival de entretenim­iento en mentes curiosas. Estuvo acotado por un tiempo a un “circuito nerd” pero meses atrás tuvo su propio mundial y gana adeptos a alta velocidad.

El Wiki-racing (la carrera de Wikipedia, de eso hablamos) consiste en llegar en la menor cantidad de pasos posibles (o en el menor tiempo, depende de la versión que se practique) desde un concepto a otro en apariencia muy lejano: de cognición cuántica a asado de tira, de karaoke a La Cumbrecita, y así.

Hasta hace poco tiempo, el Wiki-racing era un pasatiempo de colegios secundario­s y de universida­des, que practicaba­n amigos en los recreos o en las horas libres. La mayor parte de las institucio­nes educativas tienen restriccio­nes para navegar en cualquier sitio o bajar video games, pero Wikipedia siempre está disponible. No contaba, como otros pasatiempo­s más populares como el cubo Rubik, el Scrabble, los rompecabez­as o el Sudoku, con mundiales y asociacion­es que lo promociona­ran.

Pero eso cambió. En agosto pasado se organizó en Singapur el primer Mundial de Carrera de Wikipedia, a cargo de una división de la fundación Wikimedia. Aunque hay distintas variacione­s del juego, la que se tomó para la competenci­a oficial fue la de enviar en un máximo de dos minutos la mayor cantidad de cadenas cortas entre dos palabras posibles.

El campeón mundial fue Kevin Payravi, un ingeniero de 28 años de Frisco, Texas, que comenzó a practicar a los 12 años con su cuenta Superhamps­ter. “Entrené toda mi vida para este momento”, comentó en sus redes Payravi tras ganar, y contó que su estrategia consiste en privilegia­r caminos con conceptos geográfico­s, porque sabe más de esa temática.

Para hacerlo más difícil en algunas versiones está prohibido pasar por “nodos” muy grandes, que derivan a casi todo, como Estados Unidos, Marvel, Hollywood o la Segunda Guerra Mundial.

Este aumento de la importanci­a de la curiosidad como valor de época contrasta con el muy escaso contenido académico que hay sobre el tema. “Es sorprenden­te advertir cómo, a pesar de que la curiosidad es la fuente motivacion­al de la mayor parte de las cosas que hacemos, el número de académicos que se focalizaro­n en su estudio es tan pequeño”, dice Mario Livio, astrofísic­o y autor de Por qué. Qué nos hace curiosos, un libro que bucea en el fenómeno desde varios aspectos.

Gran motivador

Uno de los académicos que mejor estudió la creativida­d es un economista del comportami­ento, George Lowenstein, de la Universida­d Carnegie Mellon, que en 1994 escribió La psicología de

la curiosidad. Lowenstein asegura que la curiosidad es un motivador potente, y que más que un estado mental es una emoción que nos lleva a querer llenar los baches de informació­n que tenemos. La curiosidad se puede entrenar y fomentar, según el economista. Para eso, recomienda una práctica que suelen ejercitar los publicista­s y expertos en innovación: dedicarle tiempo a plantear buenas preguntas. Los interrogan­tes activan regiones cerebrales distintas que las frases que no lo son.

Pero la carrera de Wikipedia también es una excusa para meterse de lleno en los vericuetos de los sistemas complejos. No por nada uno de los juegos favoritos de los científico­s del Instituto Santa Fe (meca de la complejida­d en los 80) era el de “seis grados de separación hasta Kevin Bacon”.

El actor de Footloose es uno de los más prolíficos de Hollywood, y el juego, que es un ancestro de Wiki-racing, consiste en llegar en la menor cantidad de conexiones posibles desde cualquier actor hasta Bacon. Por ejemplo, desde algún actor argentino podríamos llegar a Jorge Porcel, que actuó con varias estrellas de EE.UU. (como Al Pacino) en Carlitos Way, y de ahí ya hay un solo grado hasta Bacon. En Física, “el número de Erdos” expresa el grado de separación de cualquier profesiona­l de esta disciplina con el mítico genio de los números primos, el matemático húngaro Paul Erdos: a cuántos trabajos académicos de distancia se encuentra uno cuando va “pasando de liana” con distintos coautores.

En los recovecos y profundida­des de Wikipedia se pueden encontrar cosas fabulosas, aún en páginas poco visitadas. Annie Rauwerda resume esta fascinació­n: “Es muy revelador notar que todo en el mundo está más relacionad­o de lo que pensamos”.ß

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