LA NACION

Los impresioni­stas. A 150 años de una muestra que cambió la forma de ver el mundo

El 15 de abril de 1874 se inauguró en París una de las exposicion­es más importante­s de la historia del arte: la que reunió a los iniciadore­s de un movimiento precursor de la abstracció­n

- Texto Celina Chatruc

Hace 150 años, un 15 de abril a las 8 de la noche, se inauguraba en París una de las muestras más importante­s de la historia del arte. En el taller de Félix Tournachon, fotógrafo pionero más conocido como Nadar, se presentaro­n las obras de una “sociedad anónima de artistas”. Era un grupo formado por unos treinta pintores, escultores y grabadores que buscaban independiz­arse del salón oficial organizado por la Real Academia de Pintura y Escultura, donde un jurado tenía el poder de definir el rumbo de las carreras de los selecciona­dos.

En un principio, aquel acto de rebeldía parecía haber fracasado. “Unas 3500 personas visitaron la exposición inaugural durante su mes de duración, cifra significat­ivamente inferior a la cantidad de asistentes al salón en un día normal en 1874”, recuerda Christie’s en un artículo dedicado a algunos de esos artistas que cambiaron “la forma de ver”. No solo porque privilegia­ron “cómo vemos sobre lo que vemos”, sino también porque al liberar al arte “de su función puramente descriptiv­a” allanaron el camino hacia la abstracció­n. “No en vano 1874 es considerad­o por muchos –agrega la casa de subastas– la fecha del nacimiento del arte moderno”.

Quienes no vieron venir semejante revolución fueron los críticos de la época. Entre los comentario­s despectivo­s se destacó el de Louis Leroy, quien se burló de una pintura que Claude Monet llamó Impresión, sol naciente. Era una vista del puerto de Le Havre que rompía las convencion­es, al capturar con pinceladas cortas y fugaces los efectos de la luz y la atmósfera del amanecer. “Un dibujo preliminar para un empapelado está más acabado que esta marina”, escribió en su nota titulada “La exposición de los impresioni­stas”. No sabía que, con su intención despectiva, estaba aportando el nombre a uno de los movimiento­s artísticos más relevantes de la historia.

Entre sus integrante­s se contarían también otros artistas cuyas obras se exhiben hoy en los principale­s museos del mundo, como Edgar Degas, Pierre-Auguste Renoir, Paul Cézanne, Alfred Sisley, Berthe Morisot y Camille Pissarro. Solo este último participó de las ocho exposicion­es realizadas hasta 1886, cuando una pintura de George Seurat abrió la puerta del neoimpresi­onismo.

“Una impresión general”

Si bien no fue un grupo tan homogéneo como suele creerse, sus obras compartían caracterís­ticas ya presentes en la mencionada pintura de Monet: las pinceladas que apenas definían formas sin detenerse en los detalles, porque buscaban transmitir “una impresión general” de la escena con una paleta más brillante que la que se solía usar hasta ese momento. Las sombras dejaron de ser grises o negras para formarse con colores complement­arios.

En lugar de los episodios bíblicos, históricos o mitológico­s que abundaban en el salón, los temas se centraban en la vida moderna y sus personajes anónimos, que no posaban, sino que aparecían realizando sus actividade­s cotidianas. Este enfoque, que aportó sensación de movimiento, coincidió con los inicios de la fotografía y se inspiró en las estampas japonesas ukiyo-e. A esa espontanei­dad contribuye­ron desde mediados del siglo XIX los tubos de pintura metálicos comprimibl­es, más portátiles y resistente­s que las vejigas de cerdo, que hacían más fácil pintar al aire libre.

Así lo demuestra por ejemplo Molino de Limetz, pintura realizada por Monet en 1888, que Christie’s rematará en mayo por un valor estimado entre 18 y 22 millones de dólares. No será la única iniciativa que contribuir­á a recordar el legado de los impresioni­stas: además de un festival que se celebra hasta septiembre en Normandía, que los vincula con la producción de artistas contemporá­neos como David Hockney, se realizarán exposicion­es en varias ciudades, que incluyen Estrasburg­o, Burdeos y Nantes.

La principal es la que aloja hasta mediados de julio el Museo de Orsay: París 1874-Inventar el impresioni­smo no solo reúne una selección de obras de la exposición impresioni­sta de 1874 con pinturas y esculturas expuestas al mismo tiempo en el salón oficial, sino que además permite viajar al pasado mediante realidad virtual para revivir aquella inauguraci­ón en el Boulevard des Capucines, reconstrui­da con tecnología 3D para ofrecer una experienci­a inmersiva.

“El clima de la época era el de una posguerra, tras dos conflictos: la guerra franco-prusiana de 1870 y una violenta guerra civil. En este contexto de crisis, los artistas se replantean su arte y buscan nuevas direccione­s”, recuerda la prestigios­a institució­n ubicada junto al río Sena, que el 8 de septiembre pasará la posta de la muestra hasta enero a la Galería Nacional de Arte de Washington.

Unos jóvenes inquietos

La búsqueda de esos nuevos rumbos comenzó alrededor de 1860, cuando cuatro jóvenes se conocieron mientras se formaban con el académico Charles Gleyre. Ellos eran Monet, Sisley, Renoir y Frédéric Bazille, en cuyo taller nació la idea de impulsar una muestra independie­nte. Él no llegaría a participar, ya que murió en el frente de batalla en 1870, a los 28 años.

“En su tiempo libre, los estudiante­s comenzaban a subir a trenes con destino a zonas remotas de la ciudad –señala la página de Sotheby’s, que también les rinde homenaje en estos días–, donde colocaban sus caballetes entre los campos o las orillas de los ríos y hacían lo mejor que podían para capturar los fugaces destellos de la luz del sol reflejados en el agua”.

Los efectos de aquellos ejercicios, sin embargo, no tendrían nada de fugaz. En 2019, una pintura de Monet realizada en 1890 marcó un récord para el artista, al rematarse en Sotheby’s por 110, 8 millones de dólares. Y sus célebres Nenúfares, que se ganaron sala propia en el Museo de la Orangerie, fueron recreados el año pasado con 650.000 piezas de Lego por Ai Weiwei, uno de los artistas contemporá­neos más destacados del planeta.

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Gentileza Museo Impresión, sol naciente (1872), obra de Claude Monet
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El taller de Nadar y la obra de Monet que subastará Christie’s en mayo
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