LA NACION

Lo hizo de nuevo

‘Dibu’ Martínez, gigante como en Qatar: al límite en el duelo psicológic­o e imperial en los penales, resistió los silbidos de los hinchas de Lille y clasificó a Aston Villa a las semifinale­s de la Conference League

- Alberto Cantore

Dieciséis meses y el mismo héroe con la misma capa. Son 487 días los que separan a la final del Mundial de Qatar 2022 y los cuartos de final de la Conference League, los dos partidos que ofrecieron a una figura imperial en la definición por penales: el desenlace de la Copa del Mundo entre la Argentina y Francia y el juego clasificat­orio que disputaron Lille y Aston Villa, en el estadio Pierre-Mauroy, por el tercer torneo en jerarquía que organiza la UEFA, expusieron el dominio mental y psicológic­o que ejerce Emiliano Dibu Martínez en esos pasajes de tensión de un encuentro. El Maquiavelo del fútbol, como lo analizó Geir Jordet, profesor de la Norwegian Scholl of Sport Sciences, tras la conquista de la selección en Losail, volvió a ensayar su dominio, aunque sin las artimañas del pasado: fue aquella jornada gloriosa en territorio qatarí la que impulsó un cambio de reglas que establecie­ron qué es lo que pueden hacer, y sobre todo lo que no, los arqueros durante la ejecución de un penal. Con las viejas o las nuevas normas, Dibu interpreta los momentos y saca a relucir las virtudes deportivas para mezclarlas con esa necesidad de levantarse como escudo para sus compañeros ante la hostilidad del escenario.

Un personaje destinado a ser eje de un partido y parte de la historia. El triunfo 4-3 por penales, después de caer 2-1 en los 120 minutos de juego, un desahogo en un ambiente cargado de animosidad de parte del público francés, que le hizo sentir su desprecio e intoleranc­ia desde hace una semana, cuando Aston Villa ganó 2-1 el cotejo de ida, en Birmingham. En Villa Park, los galos no escatimaro­n insultos y silbatina para con Martínez: la animosidad recrudeció en el desquite. Un estadio que lo insultó para intentar diezmar a ese personaje que se convirtió en un rival de calibre, al extremo que el prestigios­o diario L’Equipe lo apuntó como el “enemigo público número uno de Francia” en la presentaci­ón de la serie. De caballeros, consumada la clasificac­ión de Aston Villa con una brillante actuación del marplatens­e, no escondió elogios para con Dibu: “En la tanda de penales, el arquero campeón del mundo, un especialis­ta, estuvo monstruoso al hacer las paradas a Bantaleb y André y asquear al equipo de Lille”.

“Era mi destino ganar acá. Siempre digo que soy dueño de mi carrera, de mi persona, de mis actuacione­s. Sé que mi equipo me necesita en esos momentos. Ayer [por el miércoles] estábamos mirando Real Madrid y Manchester City y el manager dijo ‘tal vez vayamos a penales’. En mi mente siempre pasan esos momentos en que soy dueño del área”, relató Martínez, tras la resonante victoria, la que impuso a Aston Villa como el único club de la Premier League en jugar las semifinale­s de las competicio­nes que organiza la UEFA. Entre ayer y anteayer quedaron en el camino Manchester City y Arsenal, en la Champions League, y Liverpool, en la Europa League, los tres conjuntos que se disputan el trono de la temporada en Inglaterra; tampoco West Ham no tuvo fuerzas ante Bayer Leverkusen, reciente campeón de la Bundesliga.

Ni dos minutos transcurri­eron de juego en Pierre-Mauroy, que Martínez entendió de qué se trataría la jornada. La respuesta del arquero resultó toda una declaració­n para enrostrar que no es un personaje al que la hostilidad lo pueda amedrentar. Ante un pase atrás de sus compañeros y bajo la estruendos­a silbatina que acompañó scada una de sus intervenci­ones, Dibu frenó la pelota, la acomodó bajo la suela, dio indicacion­es a sus defensores, se perfiló y reinició la acción. Tampoco el gol del turco Yusuf Yazici, a los 15 minutos del primer tiempo, que igualaba la serie, lo intimidó. Su respuesta llegó con una atajada magnífica, aunque poco ortodoxa, ante un remate de cabeza del capitán Benjamín André: desvió la pelota con la cara.

El escenario se ensombreci­ó cuando el árbitro eslovaco Ivan Kruziliak hizo un conteo señalando las jugadas en la que interpretó que demoraba el juego y lo sancionó con una tarjeta amarilla. La decisión del juez fue celebrada por los hinchas de Lille. “Tengo mala reputación por hacer tiempo, porque el otro arquero estaba haciendo exactament­e lo mismo y fui amonestado, cuando estábamos perdiendo el partido. No sé qué quería de mí el árbitro”, se defendió, en una charla con los medios.

La tarjeta amarilla sería protagonis­ta más tarde, en la definición por penales, esa a la que Aston Villa accedió –André había estirado a 2-0 la ventaja de Lille– cuando al tiempo regular le restaban tres minutos, tras una desintelig­encia entre el arquero Lucas Chevallier y Nabil Bentaleb: Matthew Cash le sacó rédito, convirtió y la definición se extendió a tiempo suplementa­rio, precuela del espacio para que Dibu extrajera el repertorio de atajadas, gestos y dominio de la escena. Si Bentaleb fue actor del infortunio que derivó en el descuento de los británicos, el descontent­o y la resignació­n lo terminó de envolver al fallar el primer penal: Martínez adivinó la dirección del remate –cruzado, a su izquierda– y mientras el zaguero reventó el balón contra la tribuna, en clara actitud de frustració­n, Dibu se incorporó y se quedó mirando, desafiante, de frente, a la tribuna que albergó a los ultras de Lille. El dedo en los labios, pidiendo silencio, un reto a los que lo atacaron.

El árbitro intervino llamándole la atención y más tarde volvió a sancionarl­o con una segunda tarjeta amarilla. El cambio de reglamento, sin embargo, jugó a favor, porque indica que las mostradas durante el partido –incluida la prórroga– no se tendrá en cuenta en la tanda de penales. “No había pelota en el punto penal y pedí una a un alcanzapel­otas y fui amonestado No entiendo las reglas”, la respuesta del arquero, que volvió a retar al público y a la autoridad del juez eslovaco con señas: juntó y separó los dedos de la mano –un claro mensaje de miedo– y recibió una nueva reprimenda verbal de Kruziliak.

Faltaba el momento cumbre de la obra y fue en un nuevo duelo con el capitán André, con el que había perdido y ganado. Volvió a atajar el disparo sobre su poste izquierdo y con timidez ensayó una réplica del baile que lo hizo famoso en la definición del Mundial. La gloria era para Dibu Martínez, que como en Qatar se vistió con un buzo verde para amargar a los franceses. “¿Los penales? Los hinchas me motivan cuando me tiran cosas a la espalda… Toda la vida me tiraron, siempre me levanté. En esos momentos soy el dueño del área y los silbidos son mi combustibl­e”, señaló el héroe, el que ganó con el cuerpo y la mente las definicion­es por penales de la Copa América 2021, el Mundial de Qatar 2022 y ahora desea conducir a la cima a Aston Villa.ß

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Getty iMAges Ganador y provocador: vengativo con los silbidos que los franceses le dedicaron todo el partido, ‘Dibu’ Martínez no se contuvo cuando atajó el primer penal de la definición
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Getty y ap Dibu, un especialis­ta en los penales: el primer remate atajado, a Bentaleb, que encamino el triunfo de Aston Villa
 ?? ?? El baile del festejo ante Lille y el buzo mostrado a la gente: Martínez, provocador, tuvo otro duelo con los hinchas franceses
El baile del festejo ante Lille y el buzo mostrado a la gente: Martínez, provocador, tuvo otro duelo con los hinchas franceses
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