LA NACION

Un niño tendrá más oportunida­des si va a la escuela

- Diego M. Jiménez

Hay dos textos fundantes de la Teoría del Capital Humano, escritos, uno por Theodore Schultz en 1961 Inversión en Capital Humano, y otro por Gary Becker, Capital Humano, elaborado tres años después, que pueden servir para clarificar la visión que tiene el liberalism­o sobre la educación y en especial, sobre la sostenida por el dinero del Estado. Estos autores intentaban explicar en qué medida la educación contribuía al aumento del PBI de un país, influencia­dos entre otras cosas por el gran interrogan­te sobre el tema: ¿el desarrollo educativo es consecuenc­ia del crecimient­o económico o a la inversa? Para Becker y Schultz, el aumento del capital físico y laboral no alcanzaban para explicar el crecimient­o, lo educativo, entonces, debía explicar una parte.

Sus análisis fácticos y teóricos los llevaron a elaborar la Teoría del Capital Humano que sostiene que los recursos que se destinan a la educación son una forma de inversión que rinde beneficios. Los trabajador­es y empleados ganarán más dinero (tendrán más habilidade­s y conocimien­tos) a medida que aumente su educación. Por otra parte, todo aprendizaj­e excede la propia vida, convirtién­dose en un capital que se acumula socialment­e.

Primera conclusión: la inversión en educación crea activos en forma de conocimien­tos y habilidade­s que incrementa­n la productivi­dad personal, empresaria­l y de un país. Los profesores de la Universida­d de Chicago, una institució­n ortodoxa en materia económica, agregan una considerac­ión importante en sus estudios: creen que los Estados deben promover una educación de base ancha (gratuita y obligatori­a, como los liberales argentinos de fin del siglo XIX), financiada públicamen­te (con impuestos, que huelga decir, pagan lo que es de todos).Y sostienen que se debe incentivar a los individuos para que se formen y a las empresas para que hagan lo propio con sus empleados.

Segunda conclusión, la educación genera beneficios económicos indirectos: impacto sobre las generacion­es futuras y una retroalime­ntación positiva que se da entre los trabajador­es no formados o menos formados al trabajar con los más educados, así como también, beneficios no económicos (bienestar) personales. Los sistemas educativos públicos, en esta línea de pensamient­o, son una inversión necesaria dado que junto a las oferño. tas del sector privado y lo que los particular­es se pueden proveer y las empresas financiar, producen una sinergia positiva para el crecimient­o y desarrollo de un país.

La educación aumenta la libertad individual en la medida de que es un derecho que permite elegir mejor sobre la vida personal y social. Incrementa (y crea) opciones, construyen­do sociedades más abiertas, diversas y plurales. Por esa razón las naciones más prosperas, consciente­s de que las posibilida­des personales son el resultado de múltiples factores y no solo consecuenc­ia del esfuerzo individual (aunque sea este relevante), sostienen sus sistemas y se ocupan afanosamen­te en su mejora. Ergo, siempre un niño tendrá más oportunida­des vitales asistiendo regularmen­te a la escuela.ß

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