Destino Milán. La “carísima” ciudad italiana que aprecia la agilidad de los argentinos
Es la capital financiera de Italia; una urbe que combina el espíritu cosmopolita con el apego a las tradiciones
Los argentinos radicados en Milán advierten sobre la elevada presión impositiva y la gran burocracia
Milán es el centro financiero y de negocios de Italia. Y aunque oficialmente no es la capital, para muchos ocupa ese lugar por su dinámica. Más internacional que otras ciudades del país, no hay que perder de vista que su población local también está apegada a las tradiciones, a su cultura, y esa es una barrera que los emprendedores deben atravesar. Iniciar un proyecto y registrarlo lleva tiempo y hay que superar una serie de obstáculos derivados de la burocracia italiana y de un sistema tributario complejo. A diferencia de lo que pueden ser localidades más chicas, las fuentes consultadas por
recalcan que tener los “papeles
la nacion en regla” es crucial para insertarse en el mercado.
Sebastián Bernardez, dueño con su hermano Alejandro del restaurante El Porteño y próximos a abrir un agriturismo (alojamiento con cancha de polo), llegó a Milán hace dos décadas. En los comienzos se hicieron cargo de un bar y les fue muy bien. Impusieron los happy
hours y revolucionaron la coctelería. Terminaron abriendo el restaurante, que tiene tres locales en esa ciudad.
Bernardez plantea que Milán creció “muy fuerte”. “Está conectada con toda Europa”, dice. Aunque hay burocracia –”menos que en Roma”, aclara- las “cosas funcionan, se pueden encarar negocios, emprender”. Admite que el sistema impositivo italiano es más complicado y caro que en otros países de la Unión Europea, pero enfatiza que durante el largo cierre por la pandemia del Covid 19 “el Estado ayudó mucho y seguimos gracias a eso”.
Para quienes no tienen ciudadanía de la Unión Europea y quieren instalarse en la ciudad para emprender, la vía es una visa tipo «D» (nacional) que requiere -además de toda la documentación personal traducida y apostillada- autorización de la Jefatura de Policía competente, certificación de la Cámara de Comercio de los recursos económicos necesarios para empezar, prueba de capacidad económica en Italia, demostración de ingresos anuales por unos 8500 euros (no corre el aval bancario) y disponibilidad de alojamiento adecuado demostrable (contrato de alquiler, documento de compra).
Como ciudad cosmopolita, para muchos Milán no representa cabalmente a Italia. Hablar italiano es clave para insertarse como emprendedor e incluso como empleado. El año pasado, Milán encabezó el ranking de las ciudades más caras de Italia: un residente requirió como mínimo 1657 euros para vivir.
Hay facilidades tributarias para quien empieza. Por ejemplo, en el primer año de actividad se paga solo 5% de cargas, mientras que después llega a 15%. El impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas recae sobre todas las actividades de los residentes. También está la carga sobre las rentas de las sociedades. Existe un tributo Regional sobre Actividades Productivas, además de las tasas municipales. El IVA tiene tres escalones, 4% y 10% para productos de primera necesidad y 22% para el resto.
Para trabajar como autónomo es necesario la “apertura di Partita IVA” -equivalente al monotributista argentino-, la inscripción en el Registro de Empresas en los casos en que sea obligatorio y ante el Instituto de Previsión Social. Por ejemplo, quien produzca bienes o preste servicios deberá hacerlo en la categoría artigianato, en cambio quien comercie, lo hará en ese apartado.
El arquitecto Fernando Mosca lleva unos 30 años instalado en la ciudad. Empezó trabajando en un estudio que atendía a Versace y hace décadas que tiene el suyo propio. A su entender, desde la guerra entre Rusia y Ucrania, la economía milanesa está “impactada, está más complicada”, pero resalta que se trata de un ambiente siempre “amigable”, aunque “hay que encontrar el tiempo y el modo justo”: “Con el timing adecuado, la respuesta puede ser muy buena”.
Mosca ratifica que la presión impositiva es “elevada” y la burocracia es “fuerte”. Las profesiones ejercidas de manera independiente requieren inscripción: “Hasta 5000 euros por año no hay que sacar la partita IVA, pero eso es nada. A partir de ahí se paga por escalas”. Recomienda que quienes no tienen ciudadanía analicen los diferentes permisos de trabajo y de inversión que existen.
Con algo más de 20 años radicado en la ciudad, el chef Simón Press es dueño, con su socio uruguayo Matías Perdomo, de Contraste (estrella Michelin 2017). Además, con la inversión de un grupo, tienen Exit, un local de gastronomía urbana. Está persuadido de que Milán se presta para emprender: “Hay posibilidades para desarrollarse, pero es exigente y hay muchos planos para superar”.
Press explica que hay que conocer bien los canales para arrancar, si no, hay que trabajar con alguien local. Por caso, en la gastronomía hasta hace unos años había licencias. El sistema era como el de los taxis, pero ahora es “más fácil y se requiere menos dinero”.
“Hay mucha burocracia. Los argentinos somos hijos directos de este sistema -añade-. Hay que pedir permisos, siempre falta algo, hay reglas que se manejan por interpretación”. Con todo, insiste en que es una ciudad a “escala humana, con movimiento económico”. “No llega a ser París ni Londres, pero tiene esa fuerza. Se está en el ‘centro del mundo’, pero se puede llevar una vida coherente”.
Bernardez coincide en que hay que estudiar las herramientas que hay disponibles. Para su emprendimiento de agriturismo, refaccionaron un edificio rural del 1700 y alrededor de la mitad de los fondos provienen de la Comunidad Europea. En el plano laboral -su grupo emplea a unas 300 personas-, indica que la fuerza gremial que se ve en el sector estatal no tiene su espejo en el ámbito privado. Desde el año pasado rigen algunas reducciones fiscales a empleadores que ofrezcan contratos indefinidos y a quienes estabilicen los temporales.
“Para encontrar oportunidades hay que venir y descubrirlas”, sintetiza Bernardez. Mosca cree que una forma es instalarse unos seis meses -los tres que se pueden como turista, renovables- y “estudiar el panorama”. También le parece conveniente, en algunos casos, comenzar en el sur del país e “ir subiendo”.
Todos califican a Milán de “carísima”. Un departamento de dos ambientes en la ciudad no se consigue a menos de 1200 euros (alquilar una habitación ronda los 600 o 700 euros), comer afuera “sin pretensiones” implica entre 20 y 25 euros. Los sueldos promedio están en 1200 euros. “Para pensar en hacer algo chico, en la periferia, hay que contar con unos 40.000 euros -apunta Mosca-. Se aprecia el talento, la agilidad, la disponibilidad de los argentinos, y puede funcionar”. Press completa la idea: “Si está la fuerza de hacer y se puede distinguir de lo que hay, va bien”.ß