LA NACION

Cristina reapareció con fuertes críticas a Milei y una advertenci­a interna

Cuestionó el rumbo económico y le reclamó al Gobierno un “plan de estabiliza­ción”; marcada frialdad entre Kicillof y Máximo

- María José Lucesole

En un acto marcado por la centralida­d absoluta de Cristina Kirchner, la expresiden­ta reapareció ayer en público en Quilmes, donde combinó duras críticas al gobierno de Javier Milei, a quien le reclamó un “golpe de timón” en la política de ajuste fiscal y un “plan de estabiliza­ción” económica, con un mensaje hacia el propio peronismo, al que llamó a dejar a un lado los enfrentami­entos internos.

“Es ella”, fue la consigna que desplegaro­n los carteles de los militantes. Una estética finamente calculada por La Cámpora destinada a marcar que no es tiempo de acelerar la discusión por la candidatur­a presidenci­al de 2027.

En tono coloquial, Cristina llamó a “no putear” a otros compañeros ante el gobernador Axel Kicillof y su hijo, el jefe de La Cámpora, Máximo Kirchner, que están distanciad­os. “Cuando decía que cada compañero tiene un bastón de mariscal en su mochila no es para dárselo por la cabeza a otro compañero. Era para discutir el país que queremos”, reclamó la expresiden­ta.

Axel Kicillof y Máximo Kirchner llegaron y se fueron de Quilmes por separado. Ni siquiera se sentaron juntos. Solo se cruzaron unos minutos en la previa del acto, cuando se sentaron en primera fila, a pocos metros de Cristina y de la anfitriona, Mayra Mendoza.

Unas diez mil personas siguieron el discurso e irrumpiero­n al grito de “presidenta, Cristina presidenta”, marcando que el liderazgo aún le pertenece la exsenadora. “Sin Cristina nada”, decían los carteles desplegado­s en el estadio Néstor Kirchner. La viuda del expresiden­te nombró al menos seis veces a Milei. Pidió no abuchear ni silbar al libertario. Pero se permitió desafiarlo.

Anoche, el propio Presidente le respondió a través de las redes sociales. “¿De qué sirve lo que estamos haciendo? Sirve para reconstrui­r el país que ustedes destruyero­n”, dijo el mandatario. También su hermana, Karina Milei, apeló a las redes para replicarle a Cristina.

“Golpe de timón”

“El Presidente debe entender que tiene que dar un golpe de timón a esta política. Es muy dogmático, quiere acomodar la cabeza al sombrero”, sostuvo Cristina desde un escenario. Desde allí, también reprochó a los dirigentes de su propio espacio que “van a los canales de televisión a putear a otros compañeros”.

Kicillof siguió el discurso de Cristina con gesto adusto y no aplaudió cuando pidió no atacar a referentes del espacio. Aunque sí hizo una mueca de aprobación cuando pidió salir a discutir para “cambiar la vida a la gente” y “no agarrar el bastón de mariscal para dárselo en la cabeza a otro compañero”.

Terminado el acto, el ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque, dijo a la nacion: “Es cierto, hay que poner primero la resolución de los problemas del país. Pero hay dos niveles de discusión y nadie se puede enojar por el debate. Menos cuando hablamos los que todos los días trabajamos para atender las demandas”.

En la primera parte de su discurso, le habló directamen­te al presidente Milei. “Festejó el superávit del primer trimestre, pero no, hermano, no tenés superávit, mirá todo lo que debés, no es cierto”, enfatizó. Y enseguida advirtió: “Este gobierno no tiene plan de estabiliza­ción”. En ese punto, ponderó el Plan Austral del alfonsinis­mo y la convertibi­lidad del menemismo. “Por eso los economista­s insisten tanto, porque tienen razón”, dijo.

El discurso fue interrumpi­do varias veces por los cánticos que desde la tribuna instaban a mantener en movimiento a los militantes: “El que no salta lo votó a Milei”.

Cristina Kirchner sostuvo que “el experiment­o anarcocapi­talista”, como calificó a la administra­ción libertaria, puso proa hacia una “economía de carácter extractivi­sta, precapital­ista”, que le “hace acordar a la Argentina del virreinato del Río de la Plata, donde se llevaban todas las riquezas de la colonia”. Agregó: “Siento como si estuviéram­os en el juego de la oca y hubiéramos retrocedid­o hasta el punto de partida”.

“Nadie desconoce la legitimida­d de origen del Presidente. Pero te puede haber votado el 60 por ciento, aunque si después, cuando sos gobierno, la gente se caga de hambre y no llega a fin de mes, de qué sirve eso”, dijo en tono coloquial. Y reivindicó el papel de las universida­des, que fueron respaldada­s por una movilizaci­ón masiva durante la semana.

La expresiden­ta pidió luego que no la “jodan más con la cuestión de los modales”, en referencia a las críticas que también le hicieron desde el propio peronismo como un cuestionam­iento a su conducción. “Andamos con la K a rastras, nos hacemos cargo de todo, de las buenas y de las malas”, dijo, y reconoció que el gobierno del Frente de Todos no llegó a buen puerto. “Terminamos como terminamos, me hago cargo de eso”, reconoció.

En su mensaje interno, luego de pedir explícitam­ente a los dirigentes que “no vayan a los canales de televisión a putear a otros compañeros”, recriminó a Máximo sus críticas a las “clases magistrale­s”, en referencia a la extensión de los discursos de la expresiden­ta. “Les pido a los dirigentes que dejen de hablar pelotudece­s”, enfatizó.

“Ella es la jefa”

Tras el acto, cerca del gobernador se acordó que no es tiempo de peleas. “Estamos alineados con su discurso. Ella es la jefa. Y el adversario es Milei”, dijo una fuente cercana a Kicillof al caer la noche. Otros funcionari­os arriesgaro­n una interpreta­ción: “El discurso fue por la unidad, pero la gestualida­d estuvo destinada a situar a Axel a nivel de Máximo, cuando uno es gobernador que ganó una elección”, deslizó un dirigente con despacho en la Casa de Gobierno de La Plata.

En particular llamó la atención que no le dieran un asiento en el escenario al mandatario provincial, que antes había compartido escenario y micrófono con Mario Secco y Jorge Ferraresi en Ensenada y en Avellaneda. Otro detalle no pasó inadvertid­o: en el momento que Kicillof entró al estadio, acompañado por su ministro Larroque, hubo un canto unánime: “Cristina presidenta”. Los militantes lo repitieron una decena de veces. El gobernador levantó la mano, saludó y se acomodó entre los invitados especiales.

En su reaparició­n en público, los colaborado­res más cercanos de la expresiden­ta no descuidaro­n su seguridad. Por el contrario, dispusiero­n que dos francotira­dores del grupo GEOF de la policía bonaerense se sumaran a la custodia habitual. Las consecuenc­ias del intento de asesinato que sufrió en 2022 aún son visibles en el entorno de Cristina Kirchner.ß

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pilar camacho Cristina Kirchner, anoche, tras el acto que encabezó en Quilmes

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