LA NACION

Las jubilacion­es perdieron entre 28,5% y 43,7% de su poder de compra en un año

- Por Silvia Stang

los ingresos cobrados en marzo sirvieron para comprar un 16,1% menos que lo que podía adquirirse con los haberes de diciembre; en el último año, por la política de bonos, unos fueron más perjudicad­os que otros; este mes hay un punto de inflexión para los reajustes

Con sus ingresos de marzo, los jubilados del sistema general de la Anses pudieron comprar un 16,1% menos de lo que podían adquirir en diciembre con lo percibido en ese entonces. Ese recorte del poder adquisitiv­o es la manera en que se notó en los bolsillos el ajuste del gasto público en términos reales que, con otros factores, le permitió al gobierno de Javier Milei lograr un superávit fiscal en el primer trimestre del año. Es el efecto “licuadora”, que implica congelar el gasto, o subirlo nominalmen­te, pero muy por debajo de la inflación.

Si se compara la capacidad de compra de los haberes (consideran­do los bonos cobrados por el 45% de los jubilados) con los de doce meses atrás, la caída en marzo fue de entre 28,5% y 43,7%, según de cuánto sean los ingresos. En este mes, para el cual se estima una inflación de alrededor de 10%, el sistema de actualizac­iones entra en un punto de inflexión: a partir de ahora habrá reajustes mensuales y por inflación, y solo por abril al porcentaje de la variación del IPC se le agrega una suba extraordin­aria.

En marzo se otorgó la primera recomposic­ión del año y fue de 27,18%, luego de dos meses en los que los haberes se mantuviero­n sin variación. En el primer trimestre, según el Indec, la inflación fue de 51,6%: el índice fue de 20,6% en enero, de 13,2% en febrero y de 11% en marzo. En 2023, en tanto, como efecto del alza de precios y de la aplicación de la fórmula de movilidad diseñada por el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, las prestacion­es perdieron entre un 14,1% un 37,4% de su valor.

Esa modalidad de reajustes aprobada por ley a fines de 2020 y que quedará sin efecto este año, resultó muy insuficien­te frente a una inflación con tendencia al alza, que en los 12 meses de 2023 fue de 211,4% (la movilidad jubilatori­a resultó en el período de 110,9%). La fórmula perjudicó a los jubilados con especial fuerza en diciembre: ese mes se le aplicó un tope al porcentaje de suba de las prestacion­es (un tope que se había previsto en la ley), en un contexto en el cual ya se venía dando una fuerte caída del valor real de los haberes.

En su discurso por cadena nacional del lunes último, Milei afirmó que “de los 5 puntos de déficit del Tesoro que ajustamos, solo 0,4% responden a una pérdida del poder adquisitiv­o de las jubilacion­es”.

Sin embargo, la licuación de los haberes fue un hecho nada menor para superar el déficit de las cuentas públicas. Las prestacion­es de la seguridad social representa­ron el 40,2% del gasto total, según consigna un informe de la Asociación Argentina de Presupuest­o y Administra­ción Financiera Pública (ASAP). Mucho menos fue un hecho menor para los jubilados y pensionado­s, cuyo poder de compra se deteriora casi continuame­nte desde fines de 2017.

Dentro del primer trimestre de este año, el deterioro del valor de los ingresos con respecto a diciembre se sintió con mayor fuerza en febrero. En el primer bimestre, la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec acumuló un 36,6%, al tiempo que los montos percibidos no se modificaro­n. Esa situación se tradujo en una caída del poder de compra de 26,8% en comparació­n con diciembre de 2023. En tanto, solo en el primer mes del año la caída respecto de diciembre fue de 17,1%.

En los primeros tres meses del año la pérdida fue de igual magnitud para todos. En cambio, cuando se miran los datos interanual­es, existen diferencia­s según cuál sea la situación de cada quien frente al pago de bonos o refuerzos, que responde a una política discrecion­al.

En marzo último y en comparació­n con igual mes de 2023, el ingreso de quienes cobran solo el haber mínimo y, por tanto, reciben el refuerzo que en marzo fue de $70.000, tuvieron un deterioro de poder adquisitiv­o de 28,5%. La caída fue de 40,9% para quienes nunca recibieron bonos. Y de mayor magnitud aún, de 43,7%, para los jubilados que un año atrás percibían un refuerzo, pero dejaron de cobrarlo en septiembre. Este último es el caso de alguien que en marzo de este año tuvo un haber bruto de $229.173 y que en el tercer mes de 2023 había cobrado $100.000 más un bono de $5000.

Durante 2023, en tanto, quienes tienen solo un haber mínimo fueron quienes menos perdieron (por cobrar el bono). Pero, aun con el refuerzo, tuvieron en diciembre un ingreso que les alcanzó para comprar un 14,2% menos que lo que habían podido adquirir con lo percibido a fines de 2022. Quienes nunca tuvieron el refuerzo sufrieron una caída del valor real de sus ingresos de 32,3%, y quienes cobraban bonos, pero ya no los tuvieron desde septiembre, perdieron en el año un 37,4%.

En los números macro del Estado, esa pérdida en los bolsillos tuvo su correlato en una caída de 31,4%, en términos reales, del gasto asignado al pago de prestacion­es, según un informe de la Oficina de Presupuest­o del Congreso (OPC). Es decir, en el primer trimestre se destinó a las jubilacion­es y pensiones casi un tercio menos de recursos que en igual período de 2023, medidos los datos en términos reales (corregidos por inflación).

“La baja del gasto en jubilacion­es y pensiones es consecuenc­ia del desacople entre la dinámica inflaciona­ria y la fórmula de movilidad, como también de la frecuencia de actualizac­ión (trimestral)”, analiza la OPC.

Qué pasará en adelante

La fórmula de movilidad a la que alude el comentario es la incluida en la ley 27.609. Desde julio próximo ya no regirá más y los reajustes trimestral­es que se derivan de ella serán reemplazad­os por subas mensuales que irán replicando los porcentaje­s de variación del IPC.

Entre abril y junio rige, por disposició­n del DNU 274, un sistema de transición o “empalme”. La fórmula aún está vigente y el Gobierno va otorgando subas cada mes, a manera de anticipos. El primer aumento bajo ese esquema es el de este mes de abril (un 27,4%, que surge de considerar el IPC de febrero y de agregar un incremento extraordin­ario); el segundo reajuste, en mayo, será de 11% (por la inflación de marzo), y el tercero, en junio, replicará la variación que el IPC registre en abril.

Cuando llegue junio, la suba acumulada en el trimestre se comparará con el resultado de la fórmula, que estará basado en la variación de la recaudació­n de impuestos y de los salarios en el primer trimestre. Si el índice surgido de ese cálculo es mayor que la suba otorgada en los tres meses, se compensará la brecha con una suba extra. La movilidad se aplica sobre los haberes propiament­e dichos y no alcanza al bono. ß

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Daniel basualdo Los haberes se deteriorar­on fuertement­e en los últimos años por efecto de la inflación

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