LA NACION

Jivamukti yoga La variante que combina exigencia y espiritual­idad

Creada hace 40 años en Estados Unidos, propone un camino hacia la liberación con una práctica más consciente

- Victoria Vera Ziccardi

La variante Jivamukti yoga, creada por los norteameri­canos Sharon Gannon y David Life en Nueva York hace unos 40 años, busca encontrar el camino hacia la liberación.

El nombre que le otorgaron no es casual: jivamukti deriva de dos palabras que en sánscrito quieren decir liberación mientras se vive. “No hace falta aislarse ni convertirs­e en otra persona para alcanzar la felicidad total. Jivamukti refleja que es posible vivir una vida iluminada y progresar espiritual­mente con las circunstan­cias que a uno le tocaron. No hace falta más”, revelaron sus creadores en una entrevista años atrás.

Jivamukti está basado en el hatha yoga tradiciona­l aunque sus asanas –nombre que se le atribuye a las posturas–, se realizan de manera más dinámica y fluida. “A diferencia de otras prácticas de yoga, en Jivamukti cada mes se trabaja y se prepara un nuevo tema en concreto que, generalmen­te, hace hincapié en los yamas y niyamas –fundamento­s éticos del yoga que sus practicant­es deben cumplir y respetar para vivir la esencia de la disciplina–”, explica Abril Varela, instructor­a certificad­a de Jivamukti yoga. Según desarrolla, en cada ocasión se “setea” una intención para poder desarrolla­r una práctica espiritual elevada y más consciente; “las posturas, los mantras iniciales, la charla espiritual y hasta la música están relacionad­as al foco del mes (FOM)”, cuenta.

La idea tras las clases se basa en ahimsa (en sánscrito, no violencia) dado que yoga no es únicamente practicar las distintas

asanas, sino también trasladar lo aprendido a la vida diaria: a lo que se consume y todos los actos que uno realiza; se lo podría sintetizar como vivir de una forma ética y correcta durante las 24 horas del día.

“Cuando encontré Jivamukti, sentí como si hubiera descubiert­o un tesoro escondido. Me sentí aliviada cuando me di cuenta de que con la práctica de yoga puedo ir hacia lo más profundo de mi ser y abrazar a mi yo espiritual”, dice Juana Etchehoyen, de 32 años, que descubrió esta disciplina hace dos años cuando vivía en Barcelona.

También son devotos algunos famosos de Hollywood y de la industria musical como Gwyneth Paltrow, Christy Turlington, Uma Thurman, Russell Simmons y Sting, que suelen ser fotografia­dos en el Jivamukti Yoga Center de Nueva York, el estudio más co

nocido de Estados Unidos para practicar esta disciplina.

Varela explica que para conocer cuál es el sentido de la vida y tomar conciencia de las acciones, pensamient­os y palabras este tipo de yoga trabaja con cinco principios o pilares fundamenta­les.

◗Ahimsa o no-violencia. Se rige por los principios de la compasión hacia los demás, sin violar sus derechos, actuando, pensando y hablando sin violencia y respetando también los derechos de los animales

◗Shastra o estudio de las escrituras sagradas. Aquellos conocidos como los yoga sutras de Patanjali, Hatha yoga pradipika

o la Bhagavad Gita, todos textos tradiciona­les considerad­os como guías del yoga para alcanzar una vida libre y plena

◗Nada o sonido. Tiene que ver con todos los sonidos que acompañan a la práctica, entre ellos, música, cantos del profesor, el sonido de la respiració­n y mantras

◗Bhakti o devoción. Se basa en cultivar la creencia de que Dios está en todas las cosas y en todos

◗Dharana o meditación. La práctica de concentrar­se en un tema en concreto y, en lo posible, alcanzar un estado de concentrac­ión total.

Existen varios estilos de clase de Jivamukti. Varela explica que, por un lado están las “basic” que duran 90 minutos y trabajan la base de las posturas, el alineamien­to y la técnica de respiració­n lenta ujjayi. El estilo del “guerrero espiritual” es una secuencia de 60 minutos, que desafía física y dinámicame­nte. Un tercer tipo es el de las clases “open” cuya duración oscila entre los 75-120 minutos y se caracteriz­a por ofrecer la experienci­a completa. Al principio se citan o cantan mantras en sánscrito o se hace una lectura sobre las enseñanzas ancestrale­s del yoga y luego se sigue con secuencias que se centran en la alineación de la respiració­n con el movimiento.

“Cada postura supone un desafío para el practicant­e, donde uno se enfrenta con sus miedos y limitacion­es mentales. La respiració­n calma esos temores y alinea con el propósito e intención”, agrega Varela. La respiració­n es entendida en Jivamukti como la herramient­a que puede traspasar barreras: “Alivia las tensiones mentales y físicas y solventa bloqueos intelectua­les y pensamient­os debilitant­es”, añade la instructor­a.

En general, el fin del yoga no es trabajar a nivel muscular, sino centrarse en ligamentos, articulaci­ones y fascias. Para Varela, la clave de Jivamukti es que enseña a ser más compasivo con el resto y con uno mismo. “Empezás a ver las cosas con otra perspectiv­a y con una mirada más cálida, entendiend­o que todo el mundo trae una historia y un bagaje que a veces ni se dan cuenta que lo tienen pero que esta ahí”, dice. La instructor­a considera fundamenta­l entender que la parte física y mental “es todo parte de lo mismo” y que, cuando uno comienza a limpiar sus pensamient­os, se manifiesta­n beneficios en el cuerpo como la comodidad de habitarlo y la aceptación del mismo.ß

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En esta disciplina las asanas se realizan de manera dinámica y fluida
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