LA NACION

Con los colores del otoño. Los mejores paisajes del país se tiñen de ocre, rojo y dorado

En esta época del año los bosques, las montañas y los viñedos se vuelven protagonis­tas: un recorrido por destinos de la Patagonia, Mendoza y Córdoba que muestran su mejor perfil para las fotos

- Carola Cinto

Lasestacio­nesdelaño siempre marcan el fin y el comienzo de algo. El otoño es la culminació­n de los días largos y de calor y de la época del año donde el mar, los ríos y los lagos son los protagonis­tas.

Pero también es el comienzo del frío, de días más cortos y noches más largas, de colores ocres, dorados y amarillos. Los bosques con caminos crujientes cubiertos de hojas secas ganan relevancia.

A continuaci­ón, siete rincones que en esta época del año se cubren con sus mejores colores y regalan postales para conocer y conservar en la memoria.

El Chaltén. Cualquier artista podría inspirarse con un paisaje de esta localidad de Santa Cruz en otoño para hacer una obra maestra. Los colores de las lengas y los ñires van desde el amarillo chillón hasta un rojo bien intenso. A la postal se suman las montañas cubiertas ya de nieve y los azules, verdes y celestes de las lagunas que las coronan.

Nominado como la Capital Nacional del Trekking, El Chaltén se conoce caminando.

Un paseo imperdible en esta época es el trekking al Lago del Desierto y Glaciar Huemul, uno de los más accesibles de la zona. Es un sendero corto –de unas 2 horas– donde el contraste de los rojos, amarillos y naranjas del bosque y el azul del Río de las Vueltas, lo hace un lugar imperdible.

El camino tiene varios miradores y termina frente al glaciar que está “colgado” de una montaña coronado con una laguna que parece una gema color turquesa. El contraste de colores se potencia en estos meses y resulta en un atractivo imperdible para los turistas.

El Bolsón. Es una de las épocas más lindas del año para visitar este enclave rionegrino. Los días suelen ser muy agradables, con mucho sol y noches frescas. Los colores rojizos de las lengas y los amarillos de los álamos forman la postal que puede verse incluso desde la Plaza Pagano, el corazón del pueblo y el lugar donde funciona la famosa Feria Regional de Artesanías.

Es el momento del año donde se recolectan los frutos secos, se elabora el jugo de manzana y se empiezan a producir los membrillos, que forman parte de la identidad gastronómi­ca de El Bolsón. También es una buena época para hacer senderismo y disfrutar de, por ejemplo, las vistas panorámica­s desde la cumbre del cerro Amigo.

También del Camino de los Nogales, donde se pueden conocer chacras y lugares con actividad agroturíst­ica; o la Cascada de Mallín Ahogado, uno de los sitios desde donde nace la red de refugios de montaña más grande del continente.

Parque Nacional Lanín. Los colores y la poca cantidad de turistas que lo visitan en otoño pueden ser buenos motivos para elegir el área protegida neuquina. Tiene más de 80 senderos que se tiñen multicolor a partir de abril: naranjas, rojos, amarillos, marrones, verdes y que invitan a internarse entre bosques tupidos y silencioso­s.

Hay caminatas de diferente dificultad, por ejemplo, la que une Hua Hum con Quila Quina –una zona muy visitada en verano– que se hace en tres etapas. Hay otros atractivos, como la Cascada El Saltillo,

a los que se puede acceder en auto y disfrutar de paisajes otoñales impactante­s. Este salto tiene 25 metros de altura y permite acceder por un sendero detrás del velo de agua para tener vistas imperdible­s del bosque, la cascada y la naturaleza que la rodea.

Otro destino ideal para el otoño en esta provincia es la Ruta de los Siete Lagos, uno de los recorridos escénicos más impactante­s del país. El camino –que une Villa La Angostura con San Martín de los Andes– serpentea y muestra bosques de lengas, ñires, coihues y radales, junto a espejos de agua y montañas. Un camino ideal para hacerlo a ritmo lento y deteniéndo­se en cada mirador.

Valle de Uco. El otoño es una época especial para los viñedos: es el momento del año en que finaliza la vendimia y las plantas se preparan para el invierno. Por dentro, cada viña produce lo que se conoce como “agostamien­to”: acumulan reservas de almidón para pasar el invierno. Por fuera, las hojas comienzan a teñirse de amarillos, ocres, anaranjado­s y rojos dando la última gran postal a los turistas antes de perderlas.

Los días se vuelven más frescos y con sol pleno, ideales para recorrer bodegas y disfrutar de algunos de los mejores vinos. Generalmen­te es una época en la que también cambian los menús de los restaurant­es, dejando atrás los ingredient­es frescos y livianos, para incorporar platos más contundent­es.

Un diferencia­l de esta zona es que los viñedos tienen como telón de fondo a la imponente Cordillera de los Andes que, con el avance de los días, comenzará a cubrirse completame­nte de blanco.

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En Bariloche, trekking por el cerro San Martín entre árboles que parecen una pintura
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Después de la vendimia, las viñas también son atractivas
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A 55 kilómetros de Esquel, al lago Bagillt se accede en 4x4

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