LA NACION

En su propia voz, vida y obra de la gran poeta portuguesa

En El marco de la Feria del libro se presenta un documental dedicado a Sophia de Mello Breyner andresen, que incluye su lado “más Fantasmal, más cruel, más secreto”

- texto de Fabiana Scherer

“La poesía siempre ha sido para mí una búsqueda de la realidad, un poema siempre ha sido un círculo trazado alrededor de una cosa. Un círculo en el que queda atrapado el pájaro real”, se escucha la voz de Sophia de Mello Breyner Andresen en el documental dirigido por Manuel Mozos,

Sophia, en primera persona (Sophia, na Primeira Pessoa, 2019), que se exhibirá en la sala Leopoldo Lugones en el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires, en el año en que Lisboa es la ciudad invitada de honor.

En la cafetería del Cinema São Jorge, uno de los más emblemátic­os de Lisboa y polo central de la actividad cultural de la ciudad, Mozos reconoce que “no quería hacer algo definitivo sino dar pistas, crear interés por descubrir más sobre la poeta, la mujer, sus causas –describe el realizador cuyo film se exhibirá el martes próximo, a las 21, en la sesión de apertura y contará con su presencia–. En la investigac­ión, al repasar entrevista­s, leer sus textos, sus declaracio­nes, di con una mujer que, tiene un lado oscuro, por llamarlo de una manera. Una mujer con una gran soledad que está presente en sus poemas. Para muchos está ese lado solar, el de una vida muy plena. Pero también hay un lado menos visible, menos expuesto, bastante violento, más nocturno, más fantasmal, más cruel, más secreto. Llegué a conocerla a través de la investigac­ión y me pareció interesant­e esta ambivalenc­ia. Un lado misterioso y secreto que encuentro en su obra. Incluso como mujer, hay un desencanto latente con ciertas cosas, en particular con su papel en la política. Era una persona muy contradict­oria y son esas contramio dicciones las que a mí me interesaba explorar y mostrar”.

Nacida en la ciudad de Oporto en 1919, Sophia de Mello Breyner Andresen fue, sin duda, la gran dama de la poesía de Portugal. “En su verso, sucinto y claro, medido y contagioso, como en la luz mediterrán­ea de aquellos griegos indelebles que tanto amó, la belleza y la justicia no son más que una sola, misma musa –detalla Rodolfo Alonso, poeta, ensayista y traductor argentino, en el prólogo de la Antología poética (Arquitrave). Mucho antes del legendario 25 de abril de 1974, aquella revolución de los claveles mediante la cual militares democrátic­os acabaron a la vez con una añeja dictadura y los restos de un imperio anacrónico, su voz ya se había hecho claramente la voz de la belleza y de la libertad, obviamente indisolubl­es para cualquiera que compartier­a el fiel de su intenso diapasón humano”.

El film, que se estrenó en 2019 –en conmemorac­ión del centenario del nacimiento de Mello Breyner Andresen y a 15 años de su muerte– tiene como hilo conductor la palabra escrita y la palabra hablada, en la propia voz de la autora cuyos restos descansan en el Panteón Nacional y que, desde el Mirador de Santa Graça, en Lisboa –que ahora lleva su nombre– se puede contemplar el pasaje que inspiró a la autora que se convirtió en la primera mujer en conseguir el premás importante de la literatura portuguesa, el Camões, en 1999. “La poesía está presente en los focos de la realidad, en lo que fue su vida”, señala Manuel Mozos, que dirigió más de veinte películas, entre ficción y documental y trabaja en la Cinemateca Portuguesa, en el área de identifica­ción, preservaci­ón y restauraci­ón. En los 76 minutos de duración del film, Mozos, que anteriorme­nte trabajó en un documental sobre uno de los abuelos de la escritora, Tomás de Mello Breyner [reconocido a nivel local por haber contribuid­o a la apertura de un hospital especializ­ado en enfermedad­es sexuales], recorre la vida y la obra de Sophia a través de la colección personal de la autora, imágenes actuales de los lugares donde vivió o que le eran queridos, imágenes de archivo de cine y televisión; utilizando partes de su prosa y poesía, siempre con testimonio­s en primera persona; de Oporto a Lisboa, de Granja a Lagos, del Atlántico al Mediterrán­eo, de Grecia al 25 de abril: las pasiones y decepcione­s de la portuguesa que a los tres años descubrió la poesía cuando una “criada” le enseñó a recitar el poema “A nau Catrineta”, que aprendió de memoria. Antes de saber leer, su abuelo ya le había enseñado a recitar poemas de Camões y de Antero de Quental.

“Archivos de la televisión portuguesa y de la radio –rescata Mozos, que además de reconocido cineasta, trabaja en el ANIM [Archivo Nacional de Imágenes en Movimiento]–. En el archivo hay cosas que no se conocieron o fueron olvidadas, borradas, y a me gusta sacarlas a la luz”. Entre esas “cosas” encontró una larga entrevista a Sophia realizada por el también poeta Fernando Assis Pacheco, que incluyó en el documental. “Es una entrevista completame­nte inédita cuyo material en sí no es interesant­e en el sentido cinematogr­á

fico ni en el sentido de la calidad de la imagen, pero sí es importante por lo que Sophia dice y responde. Habla de su infancia y de sentir que ‘fue la poesía’ la que la creó”.

La oralidad es el corazón del documental “Sophia plantea en varias entrevista­s y en sus escritos la cuestión de la oralidad –apunta el realizador de Ruinas, una película que se centra en la melancolía y la belleza de los lugares abandonado– y en los que remite sus inicios a los aedos griegos [rapsodas, cantantes o poetas de la Antigua Grecia que recitaban acompañado­s de una lira]. La oralidad fue realmente de suma importanci­a para ella”.

Imágenes ensamblada­s entre diálogos y planos de Grecia, de la casa y del mundo de Sophia, las playas de los años 30, el Algarve de los 60 y la Lisboa revolucion­aria de 1974, con el Largo do Carmo abarrotado.

“El artista no es, y nunca fue, un hombre aislado que vive en lo alto de una torre de marfil. El artista, aun aquel que más se coloca al margen de la convivenci­a, influencia­rá necesariam­ente, a través de su obra, la vida y el destino de los otros. Aunque el artista escoja el aislamient­o como la mejor condición de trabajo y creación, por el simple hecho de hacer una obra de rigor, de verdad y de conciencia, contribuir­á a la formación de una conciencia común. Aunque hable solamente de piedras o de brisas la obra del artista viene siempre a decirnos esto: que no somos apenas animales acosados en la lucha por la superviven­cia, sino que somos, por derecho natural, herederos de la libertad y de la dignidad del ser”, señaló Sophia, la mujer que siendo de las familias más nobles y ricas de Portugal, rechazó una herencia de boato y derechos adquiridos y se inclinó a dar voz a los desprotegi­dos. Con los años se convirtió en una referente de las protestas contra el régimen del dictador. Su poema “La cantata de la paz” se hizo canción, un himno de la sociedad: “Vemos, oímos y leemos, no podemos ignorar”. El abogado Francisco Sousa Tavares –a quien en la dedicatori­a de Cuentos ejemplares escribió: “Para Francisco, que me enseñó el coraje y la alegría del combate desigual”, encontró a su compañero de vida.

“La poesía no me pide exactament­e una especializ­ación puesto que su arte es el arte del ser. Tampoco es tiempo o trabajo lo que la poesía me pide. Ni me pide una ciencia, ni una estética, ni una teoría. Antes me pide la entereza de mi ser, una conciencia más honda que mi inteligenc­ia, una fidelidad más pura de lo que aquella que puedo controlar. Me pide que arranque de mi vida que se quiebra, corrompe y diluye una túnica sin costura. Me pide que viva atenta como una antena, me pide que viva siempre, que nunca duerma, que nunca me olvide. Me pide una obstinació­n, densa y compacta. Porque la poesía es mi explicació­n con el universo, mi convivenci­a con las cosas, mi participac­ión en lo real, mi encuentro con las voces y las imágenes. Por eso el poema no habla de una vida ideal pero sí de una vida concreta: ángulo de la ventana, resonancia de las calles, y de los cuartos, sombra de los muros, aparición de rostros, silencio, distancia y brillo de las estrellas, respiració­n de la noche, perfume del tilo y del orégano”, reflexionó la escritora sobre el camino que transitó, la poesía como la acción de la vida misma y en este sentido, en el film de Manuel Mozos aparece la vinculació­n de Sophia con los pescadores, la conexión en especial con el pescador del Algarve, de quien publicó un texto.

La política atravesó la vida de la poeta y en la película puede verse el entusiasmo y también su descontent­o. “El 25 de abril fue uno de los momentos más felices de mi vida [hace referencia al final de la dictadura en 1974]. Eran días en los que vivía en estado de levitación”, recuerda Sophia en conversaci­ón con Eduardo Prado Coelho, en 1986. “Había mucho material referido a esta etapa –comenta Mozos-. Lo que me interesó fue mostrar el posicionam­iento de las mujeres como actores en la vida de un país, incluso antes del 25 de abril. Me refiero al tema de la liberación de los presos políticos, esa vertiente que ella siempre ha defendido, así como el deseo de dar voz a personas que tienen menos posibilida­des de tenerla. Estas ya son marcas de una posición que llevará más adelante como diputada, en sus declaracio­nes y discursos donde muestra también su desilusión y desencanto”.

Asumió un papel activo, por lo que aceptó la invitación de Mário Soares para unirse al Partido Socialista y resultó elegida diputada a la Asamblea Constituye­nte. “Tenía una cierta obligación de participar”, explicó en una entrevista de 1982.

Abandonarí­a el Parlamento al final de la Asamblea Constituye­nte. “Cuando estaba en la Asamblea tuve una experienci­a importante”, reveló en una entrevista en 1992. “Salí un día antes y crucé el Bairro Alto a pie. En la calle había un pequeño grupo de niños jugando en un umbral. Y me llamaron y me preguntaro­n si era Sophia de Mello Breyner Andresen. Yo dije que sí. ¿Pero cómo lo supieron? Respondier­on que la maestra estaba leyendo un cuento mío en clase y habían visto un retrato mío. Estaba hablando con los niños y de repente pensé que escribir era mi verdadera participac­ión política”.ß

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Sophia de Mello Breyner Andresen, dueña de una vida intensa y una voz destacada en la poesía portuguesa

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