LA NACION

Pragmatism­o, la nueva Biblia del Presidente

- — por Carlos M. Reymundo Roberts

Evidenteme­nte la realidad pesa más que los valores que veníamos a defender

Ojo, ojito. Puede que esta semana haya nacido un nuevo país y no nos estemos dando cuenta. Algunos, por distraídos; otros, porque “no la ven”, y un tercer grupo, los que no quieren ver. Yo metería a todos en la misma bolsa y los arrojaría al fuego eterno, metáfora que, me imagino, sonará a música en los oídos de nuestro Presidente; salvo que no quiera metáforas, sino consumar la metodologí­a: es un espíritu superior, pero también puede ser un diablillo. A Cristina se le suele escapar la Cristina que lleva adentro. A Javi, un monstruito, un Chucky, un muñeco maldito al que combate con todas sus fuerzas. ¡Bien ahí, Jefe! No siempre va a perder.

Cinco pruebas al canto del alumbramie­nto que acaba de ocurrir. 1) Diputados aprobó la Ley Bases y la reforma fiscal, piedras angulares de la construcci­ón anarcocapi­talista de Javier Milei. 2) Las prepagas tuvieron que retroceder en chancletas y retrotraje­ron los aumentos. 3) Economía pospuso hasta el mes próximo las subas de luz y gas (a guardar velas y leña). 4) Las tristes jornadas por la protesta estudianti­l fueron olvidadas con el relanzamie­nto, descon pués de siete años, de los créditos hipotecari­os: UVA mata UBA. 5) La apertura de importacio­nes vino con la grata sorpresa de que alimentos traídos de afuera cuestan la mitad e incluso menos que los de acá. Histórico: la Aduana de Massita, cerrada y cara, ha dado paso a la Aduana de Milei-massita, abierta y mucho más barata. Qué bueno que Massita y Milei se hayan entendido. Otra vez.

Una sola noticia remó a contracorr­iente: este año cayó 30% el consumo de yerba mate. De yerba, que es infusión, pero también ración nocturna en los sectores más postergado­s. Mucha gente está secando la que ya usó, para volver a usarla; la ponen al sol. Diosito libertario, que no llueva.

¿Tiene algo que ver la Ley Bases con las prepagas, y las tarifas con la manteca traída de Uruguay? ¿De dónde sale eso de que hay un nuevo país? Las dos preguntas son una demostraci­ón de ignorancia, y solo las permito porque las hice yo. Por supuesto que tienen que ver. Lo voy a explicar despacito. Primero, lo primero: se aprobaron las leyes angulares gracias a una trabajosa negociació­n del ministro Francos con gobernador­es, legislador­es y el sector más hostil: las fuerzas del cielo. Esta vez no lo dejaron pedaleando en el aire, a Martín Menem le explicaron cómo funciona el Congreso y Javi hizo un aporte clave: durante 72 horas no habló de “ratas”, “corruptos”, “traidores”, “extorsiona­dores”... En realidad, despuntó el vicio en los caniles, como para que los ladridos ocultaran sus gritos. Qué jugador: está en todo.

¿Me van siguiendo los despistado­s? Tranqui, ya entenderán. Las prepagas hocicaron al ver que el Gobierno las había puesto –en este caso, asistido por tropas del infierno– al borde del abismo: amenazas, campañas en las redes, denuncias en la Justicia. Hicieron bien en dar el brazo a torcer: los mileístas somos de pocas pulgas. No nos bancamos aumentos exorbitant­es, a excepción de los de luz y gas, que alcanzan al 700% o aún más. Sabia decisión de Toto Caputo tirar el muerto a mayo: la recesión estaba necesitand­o ayuda en la lucha contra la inflación; al menos durante un mes le van a hacer compañía. Los alimentos traídos de afuera hacen también su aporte, incluso a nivel psicológic­o: el encanto de comer cosas importadas, aunque vengan de Haití.

Quiero creer que a estas alturas todo resulta claro. La Argentina Milei tiene principios muy sólidos. El más importante: nada de morir con la nuestra; pragmatism­o. En los cinco ejemplos citados, la realidad pesó más que los valores que veníamos a instalar. La casta es de terror, pero para sacar las leyes hay que sentarse a negociar con ella; de mugre a socios en un santiamén. El Estado es una “organizaci­ón criminal”, pero si las prepagas se zarpan, los precios no bajan y los bancos no se largan a prestar plata, bueno, habrá que tirarles el Estado encima. El mercado se autorregul­a, y si no lo hace, lo regulamos nosotros. “La libertad económica, el gobierno limitado y el respeto irrestrict­o de la propiedad privada son elementos esenciales para el crecimient­o”, dijo Javi en Davos. ¿Davos en enero? Estaba muerto de frío.

¡Viva la libertad, carajo! ¡El Estado nos hará más libres, carajo!

Se me ha dado por terminar siempre con Lijo, acaso una demostraci­ón de que yo, obediente al nuevo credo libertario, tampoco reniego de la casta. Dijo el Presi en una entrevista que lo propuso para la Corte porque es un juez expeditivo; perfecta justificac­ión, dada la morosidad de ese tribunal. Una pena el relevamien­to estadístic­o del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales presentado anteayer en el Ministerio de Justicia. Demuestra que, de todos los jueces de Comodoro Py, Lijo es “el más ineficaz”, “el más lento”, especialme­nte en causas por corrupción. ¡Glup!

Pragmatism­o: quizás en la Corte se necesite a alguien expeditivo para dormir expediente­s.ß

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