LA NACION

El hombre que hizo leer a toda Francia desde la televisión

- Daniel Gigena

La literatura perdió ayer a uno de sus grandes difusores en la pantalla chica. A los 89 años, murió en Neuilly-sur-Seine el periodista, conductor televisivo y escritor francés Bernard Pivot, un día después de su cumpleaños. Había nacido en Lyon el 5 de mayo de 1935. Allí cursó la carrera de Derecho y luego se instaló en París para estudiar periodismo. En 1958, comenzó a escribir para el suplemento literario de Le Figaro.

De 1975 a 1990 condujo el célebre programa televisivo Apostrophe­s, en la televisión pública francesa; luego dirigió Bouillon de culture, con noticias sobre literatura, arte y cine, que se mantuvo hasta 2001. Desde ese ciclo, Pivot podía encumbrar una carrera literaria o hundirla; sin compromiso­s con las editoriale­s francesas y sin ningún tipo de censura, entrevistó a escritores y pensadores como Régis Debray, Claude Lévi-Strauss, Marguerite Duras (con largos silencios durante la charla), Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Vladimir Nabokov, Leonard Cohen, Charles Bukowski (que estuvo ebrio durante la emisión), Mario Vargas Llosa y

Marguerite Yourcenar. El programa se emitía en horario central y toda Francia se detenía para verlo.

“Me llamó la atención al mirar los archivos de la televisión francesa que cuando se creó, hace cincuenta años, resultaba natural que existieran un noticiero y programas sobre cine, arte y literatura –le dijo al periodista Germán Sopeña en 1999, en una teleconfer­encia en que la participó también la escritora María Kodama–. La cultura fue un elemento integrante de la televisión. Hoy, lamentable­mente, aun si la televisión francesa cree que es una de las mejores del mundo, la cultura está desapareci­endo de los canales abiertos para refugiarse en los canales de cable o satelitale­s”.

“Era una persona muy inteligent­e, incisiva, divertida, que recibía centenares de cartas de personas que gracias a él descubrier­on la literatura –recuerda Fernando Flores Maio, de la Fundación Internacio­nal Jorge Luis Borges, a

la nacion–. Los entrevista­dos en general concurrían con cierta inquietud, porque Pivot sabía sobre sus obras más que ellos mismos”.

“Para ser un gran escritor no es obligatori­o ir a la televisión: Cervantes o Molière no tuvieron que ir a la tele. Cioran, Ionesco, Beckett… jamás fueron a la tele”, dijo a la na

en 2003. El primer libro que había cion leído fue Fábulas de La Fontaine. “Como yo de niño vivía en el campo y veía animales, esas fábulas les daban voz y sentimient­os a esas vacas, pájaros, liebres, zorros, cuervos… Les insuflaban inteligenc­ia, sentido, les hacían reflexiona­r. ¡Y yo estaba encantado!”, sostuvo.

También tuvo sus traspiés, como cuando en 1990, en la entrevista con el escritor Gabriel Matzneff, festejó con risas las anécdotas sobre sus relaciones con chicas de trece a dieciséis años. En El consentimi­ento, la escritora Vanessa Springora, que denuncia los abusos sexuales de Matzneff, deja registro de ese penoso episodio. La única que en esa ocasión le puso los puntos a Matzneff fue la canadiense Denise Bombardier: “El señor Matzneff nos cuenta que sodomiza a chicas de 14 y 15 años que están locas por él –dijo la escritora en Apostrophe­s–. Sabemos que algunas chicas pueden enamorarse de un hombre que tiene cierta aura literaria, y también sabemos que señores mayores atraen a las niñas con caramelos. El señor Matzneff las atrae con su reputación. Pero lo que no sabemos es cómo quedan después estas chicas de 14 y 15 años que no solamente han sido seducidas, sino que han sufrido un abuso de poder en una relación entre adultos y jóvenes. Yo creo que quedan marchitas, y la mayor parte de ellas marchitas para toda la vida”.

Afable, punzante y rodeado de libros con anotacione­s, Pivot conducía en vivo los programas y los invitados competían en ingenio, fumaban, bebían vino, insultaban y reflexiona­ban. El éxito del ciclo se reflejaba en la venta de libros. Muchos fragmentos de programas se pueden ver en YouTube. A partir de 1985, organizó los Dicos d’or, campeonato­s de ortografía que rápidament­e fueron imitados en el mundo.

“Fue el gran referente que tuve cuando empecé con Los siete locos

–dice la periodista Cristina Mucci–. Propuse hacer un programa de libros en Canal 13, que era estatal en ese momento, y me aceptaron un proyecto que después hubo que armar e inventar. No había referentes, porque no había programas de libros, y el referente era Pivot. En ese momento no había canales de cable, así que la manera que tenía de ver sus programas fue pedir permiso a la embajada de Francia para verlos en la calle Basavilbas­o. En un cuartito me ponían los videos del programa. Tuvo un éxito extraordin­ario que ningún programa de libros tuvo hasta el momento en la Argentina; iba en horario central y tenía mucho rating. Vargas Llosa me contó que había ido al programa y al día siguiente la gente lo reconocía por la calle. Era masivo. Acá el libro por suerte sigue teniendo un valor simbólico importante, pero en Francia es muchísimo más alto”.

Para Mucci, Pivot era “un maestro” conduciend­o. “Una vez que vino Juan José Saer a Los siete locos me dijo que no le gustaba nada, que era un show, o sea, había gente que lo criticaba. Recuerdo sus grandes entrevista­s. Desde 2008 en Francia hay un programa muy lindo que se llama La grande librairie”.

En 2004, Pivot ingresó en la Academia Goncourt, que presidió de 2014 hasta su retiro, en 2019. Publicó varios libros, entre ellos una novela

(L’Amour en vogue), ensayos y crónicas y, en 1998, Remontranc­e à la ménagère de moins de 50 ans, suerte de memorias de su labor como conductor televisivo, en cuya portada se lo ve con anteojos, una lapicera en la boca y un libro abierto.ß

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