LA NACION

Para los expertos, los eventos climáticos extremos serán más frecuentes en Brasil

IMPACTO. En 2023, el país fue escenario de 1161 desastres naturales, más de tres por día en promedio

- Lucía Lacurdia

RÍO DE JANEIRO.– Inundacion­es históricas, récord de incendios forestales, olas de calor sin precedente­s, sequías: los eventos extremos se multiplica­n y se harán más frecuentes en Brasil, advierten expertos.

El peor desastre climático de la historia de Rio Grande do Sul (sur) se cobró al menos 107 vidas y 136 desapareci­dos, y arrasó con la economía de ese estado agropecuar­io, el cual demorará meses e incluso años en recuperars­e, según las autoridade­s, que hablan de la necesidad de “un plan Marshall” de asistencia (ver aparte).

Otras tragedias han golpeado recienteme­nte a Brasil, un país de dimensione­s continenta­les.

El año pasado, fue escenario de 1161 desastres naturales, más de tres por día en promedio. Ese es un récord desde que comenzaron los registros, en 2011, según el Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden).

La propia geografía brasileña explica en parte esa vulnerabil­idad, con regiones que se inundan en el sur y otras que sufren reiterados períodos de sequía, como la semiárida del este. También incide el fenómeno natural de El Niño.

Pero debido al progresivo calentamie­nto del planeta, los acontecimi­entos extremos o raros “son cada vez más frecuentes y más extremos, y es de esperar que eso continúe”, dijo José Marengo, coordinado­r de investigac­ión del Cemaden.

Omisiones

El cambio climático “ya no es más un tema de discusión científica: salió de los libros y se hizo realidad”, declaró Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observator­io del Clima, que integran más de un centenar de organizaci­ones ambientali­stas y de investigac­ión.

Las precipitac­iones extremas en Brasil causaron el año pasado al menos 132 muertos y más de 9000 heridos, mientras unas 74.000 personas perdieron sus hogares, según el Cemaden. Los daños materiales se estimaron en más de 1000 millones de dólares.

En Rio Grande do Sul, el balance probableme­nte será peor que en todo 2023: el saldo preliminar de las inundacion­es reporta 107 muertos y 136 desapareci­dos. El número de damnificad­os y de pérdidas económicas aún son incalculab­les.

En años recientes, inundacion­es golpearon también la ciudad de Recife (Pernambuco, nordeste) y los estados de Minas Gerais (sureste) y Bahía (nordeste).

Estas lluvias extremas en el sur de Sudamérica son una predicción recurrente de los modelos climáticos desde hace décadas, según el Observator­io, y esa informació­n es “ignorada por los sucesivos gobiernos estatales”, lamentó Suely Araújo, coordinado­ra de políticas públicas de la plataforma.

“Mientras no se comprenda la relevancia de la adaptación (al cambio climático), estas tragedias seguirán ocurriendo, cada vez peores”, subrayó Araújo.

Incendios y deforestac­ión

Las emisiones de dióxido de carbono al medioambie­nte son las principale­s responsabl­es del calentamie­nto global.

La reducción de los bosques debido a la deforestac­ión para la ampliación de actividade­s agropecuar­ias merma la capacidad de absorción de esos gases de efecto invernader­o.

Pero el fuego continúa haciendo estragos.

Entre enero y abril se registraro­n más de 17.000 incendios forestales, más de la mitad de ellos en la región amazónica, donde aumentaron 153% en un año, según el Instituto Nacional de Investigac­iones Espaciales brasileño (INPE).

La Amazonía, la mayor selva tropical del planeta, sufrió además el año pasado una sequía histórica.

Un dato positivo: en su primer año de mandato, en 2023, el gobierno del izquierdis­ta Luiz Inacio Lula da Silva redujo a la mitad la deforestac­ión en la Amazonía, luego de que se disparara durante la gestión de su predecesor, el ultraderec­hista Jair Bolsonaro.

Marengo cree que para evitar nuevas tragedias como la de Rio Grande do Sul, la población y los gobiernos deben primeramen­te tomarse en serio las alertas.

“Ya que no tenemos cómo parar la lluvia, hay que prepararno­s previendo los desastres asociados, que las poblacione­s no construyan escenarios de riesgo y que los gobiernos trabajen todo el tiempo, porque para los desastres hay que estar preparado siempre, no solamente cuando suceden”, explicó.

Astrini abogó por implementa­r un plan de respuesta temprana para las áreas más vulnerable­s de Brasil, pero consideró que “estamos muy lejos de eso”.

Mencionó la falta de presupuest­o para políticas de prevención o la aprobación de leyes que fomentan la ocupación cada vez mayor de zonas de riesgo por parte de la población o la deforestac­ión.

“Brasil es un país que sufre mucho por el cambio climático, que trae perjuicios sociales y económicos: gente que muere y gente que lo pierde todo”, lamentó Astrini.

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Afp Las tareas de rescate continuaro­n ayer en el barrio Canoas, en Porto Alegre

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