LA NACION

El Gobierno criticó a la central obrera, pero busca mantener un “canal abierto”

Puertas adentro, en la Casa Rosada afirmaron que la huelga dejó “expuestos” a los gremialist­as y fue “un fracaso”; el papel protagónic­o de Karina Milei

- Jaime Rosemberg y Cecilia Devanna

El Gobierno buscó transmitir normalidad, con actividade­s de rutina en Balcarce 50 y la quinta presidenci­al de Olivos, ante el paro nacional organizado por la CGT, que a lo largo de la jornada logró reducir de manera mayoritari­a el transporte público. Si bien hubo críticas fuertes del Gobierno a la huelga, a la que consideró “política”, en la sede gubernamen­tal también reconocier­on que se mantiene la idea de sostener un “canal abierto” mediante una mesa que reúna a ambas partes, como se conversó en el encuentro oficial de mediados del mes pasado.

“El paro fue un fracaso total”, dijeron desde el ala más dura del Gobierno. “Mostraron, una vez más, que están del lado equivocado”, recalcaron en el corazón libertario, ante una serie de consultas de LA NACION. Especialme­nte los ministros de Economía, Luis Caputo, y de Seguridad, Patricia Bullrich, confrontar­on con los sindicatos, mientras que el presidente Javier Milei siguió la protesta desde la quinta de Olivos y su hermana, Karina Milei, completó una jornada con un papel protagónic­o.

Entre los temas que en la sede de Gobierno mencionan que deben dialogarse con los sindicatos están tanto algunos “de gestión” como lo referente a las obras sociales y lo relativo a la Superinten­dencia de Salud y la Superinten­dencia de Riesgos del Trabajo. De esta manera, más allá de las diferencia­s por el paro, en la Casa Rosada manifestab­an la voluntad de seguir construyen­do la relación con los sindicatos, que saben que no estará libre de tensiones ni de conflictos.

El Gobierno y los sindicatos ya dialogaron por la reforma laboral “light” que terminó incluyéndo­se en la Ley Bases y en las últimas horas desde el oficialism­o aludían a que los sindicalis­tas pidieron que no se tocara la cuota sindical, con impacto directo en sus cajas, sobre el resto de los puntos. Lo hicieron en obvia alusión a que primaron sus propios intereses por sobre los de los trabajador­es.

“No vi nada, ¿pasó algo?”; “ni idea de cuánto fue la adhesión al final”, decían también en los pasillos de la sede de gobierno, en la que la actividad fue total, con encuentros en el Ministerio del Interior y en el propio despacho presidenci­al, con el correr de la tarde, y bajándole el precio a lo sucedido en la jornada de ayer. Desde allí, quienes admitían haber seguido de cerca el tema aseguraban que “fue un fiasco. Si no era por el transporte, cero adhesión”.

Desde temprano, cerca del presidente Javier Milei criticaron la medida de fuerza con un argumento: sostenían que la gente, en general, quería y quiere llegar a sus compromiso­s y lugares de trabajo. Por eso, recalcaban datos que relativiza­n el éxito del paro, como la decisión de la empresa DOTA de poner a disposició­n 43 líneas de colectivo, y de ese modo contrariar la decisión de la UTA, uno de los gremios que adhirieron al cese de tareas por 24 horas.

Según la evaluación que se hizo en la Casa Rosada, el 40% de los colectivos estuvieron funcionand­o. Una segunda lectura, similar a la de los días anteriores al paro, esbozaba la idea de que, para el Gobierno, el paro beneficia políticame­nte a Milei, ya que “deja expuestos” a los sindicalis­tas. Esa tendencia se acentuó. “Más del 66% de la gente está en contra del paro de la CGT. El sindicalis­mo es cada vez menos representa­tivo de los trabajador­es. Por eso bloquean el transporte (para no evidenciar­lo)”, escribió en su cuenta de X el subsecreta­rio de Prensa, Javier Lanari. “Es difícil medir cuánto acatamient­o hay. Están atacando a sus propios compañeros”, dijo el secretario de Transporte, Franco Mogetta.

En las horas previas al paro desde el círculo cercano a Milei decían que la huelga confirmarí­a “que los sindicalis­tas están del lado equivocado”. El concepto se mantuvo latente toda la jornada de ayer, en la que el concepto del “principio de revelación”, al que suscribe el mandatario, se mantuvo más vigente que nunca.

Dispuestos a mostrar actividad, y mientras Milei y su núcleo íntimo seguían en la quinta de Olivos, los miembros del gabinete comenzaron a llegar, puntuales, minutos antes de las 8.30. El Presidente llegó a la casa minutos antes de las 11, sin agenda publicada, pero con otro posteo en su celular. “Nota de color... ¿Saben cómo se dice faraón en hebreo? Les cuento... PARO. A buen entendedor, pocas palabras bastan... VIVA LA LIBERTAD CARAJO”, escribió el primer mandatario.

El jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y los ministros del Interior, Guillermo Francos; de Seguridad, Patricia Bullrich, y de Economía, Luis Caputo, cruzaron sonrientes el Salón de los Bustos antes de subir las escaleras hacia el Salón Eva Perón. Los esperaban los más madrugador­es, Luis Petri (Defensa) y Mariano Cúneo Libarona (Justicia), junto al secretario legal y técnico, Javier Herrera Bravo. La secretaria general, Karina Milei, y la canciller Diana Mondino también participar­on, según la informació­n oficial, al igual que el portavoz Manuel Adorni.

“Mi solidarida­d para con todos los trabajador­es que no pueden hoy ir a su trabajo y cobrarán menos a fin de mes producto de este paro. Siento que el sindicalis­mo está cada vez más alejado de la realidad. La gente ya abrió los ojos y tiene claro que de este desastre solo se sale con esfuerzo y sacrificio, no malgastand­o la plata de los contribuye­ntes o imprimiend­o pesos para que cada vez valgan menos”, tuiteó el ministro Caputo antes de ingresar a la Casa Rosada.

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