Comercios abiertos y un escaso clima de protestas en la calle
Muchos empleados buscaron alternativas para llegar al trabajo
Supermercados, farmacias, almacenes, cafeterías y tiendas de ropa, entre tantos otros locales, levantaron ayer las persianas, con la esperanza de que las ventas no siguieran en picada. Así, tal como pudo comprobar en recorridas LA NACION por barrios de la Capital y el conurbano, grandes cadenas y pequeños comerciantes le dieron forma a un escenario que distó por mucho de lo que tradicionalmente muestra un paro general de la CGT.
“Acá trabajamos con normalidad. Hay mucha menos gente de lo habitual, en la calle y en el local, pero muchísimos más pedidos de delivery. Yo vine con auto, porque vivo a pocas cuadras, y mis compañeras llegaron con remises que pagó la empresa”, afirmó la encargada de una cafetería en la avenida Triunvirato, en Parque Chas.
En Villa Urquiza, el impacto del paro se sintió con mayor crudeza, especialmente cerca de las estaciones de trenes y del subte. “Trabajamos con normalidad. Yo soy empleado y vivo a unas cuadras. Hay un poco menos de gente de lo habitual, pero hay. Los proveedores no entregaron mercadería, pero estamos haciendo unos arreglos de pintura en el local y las personas de mantenimiento sí vinieron”, indicó el empleado de un comercio chino.
“Abro a las siete de la mañana por el colegio que está al lado, pero hoy está todo medio parado. Abrí porque soy el dueño y necesito juntar plata para pagar las deudas. La luz llegó bastante cara y tengo que pagar alquiler”, explicó el dueño de un kiosco sobre Monroe.
En la zona comercial de Belgrano, donde confluyen diferentes líneas de colectivo, la estación del ferrocarril Mitre y el subte D, se notó la baja en el tránsito. “Parece un domingo”, indicó uno de los empleados de una cadena de kioscos en Cabildo y Juramento. Uno de ellos llegó en bicicleta desde Floresta y otro, en el colectivo 108 desde Retiro, sin problemas.
Alrededor de Primera Junta, en Caballito, ninguna de las cinco grandes farmacias se tomó una pausa. “Hoy venimos casi todos; los que vivimos cerca, caminando, y algunos, en remises a cargo de la empresa”, aseguró la farmacéutica de uno de estos puntos de venta.
El microcentro porteño fue otro termómetro del paro. “Muchos locales no abrieron porque la gente vive lejos. Yo abrí porque vivo cerca y porque tengo que comer, mantener a mis hijos y pagar cuentas”, explicó el dueño de un puesto de diarios sobre la calle Florida, a metros de la avenida Corrientes.
“Nosotros abrimos como todos los días. Los proveedores nos entregaron la mercadería programada y no notamos diferencias en las ventas, solo que algunos clientes habituales trabajan desde sus casas y aprovecharon para hacer las compras temprano”, afirmó el dueño de un almacén en Villa Pueyrredón.