Milei y la Corte
Gracias señor Damián Nabot por su nota del 4 de mayo. La postulación de Ariel Lijo ha hecho sonar las alarmas y llueven críticas lapidarias desde los más variados ámbitos. Sin embargo, usted desenmascara cuestiones más alarmantes aún, que involucran manipulación al más alto nivel y por razones que no tienen relación alguna con la evaluación de cualidades profesionales y morales indispensables para acceder al máximo tribunal. Preocupa el empecinamiento en forzar ese nombramiento resistido unánimemente: “Eslabón crucial en la compleja trama de intercambio de favores y dinero entre sectores de la Justicia” (Daniel Bilotta); “el mejor anestesista de la Justicia” (César Dossi, Clarín); “la lupa podría incluir el pacto con Lorenzetti, expresión de la casta judicial si las hay, y el más oscuro de los jueces de la Corte” (Ricardo Roa, Clarín). Y tantas otras voces alertando sobre una temeraria decisión del Ejecutivo, siendo que “Lijo es la quintaesencia de la casta que arruinó al país” (editorial de la nacion), la que el Presidente prometió erradicar. Lo suyo, señor Nabot, es un refrescante antídoto frente a las sorprendentes declaraciones de un altísimo funcionario, explicando que la integridad y ética de Lijo pasan por ser un apasionado de los animales, pero no de la ropa o los automóviles, saber dónde vive, que los empleados lo adoran y que no baila en televisión… Deseando fervientemente que a Javier Milei le vaya bien en la ciclópea tarea que emprendió, me uno a todas esas voces. Que las fuerzas del cielo –o de la ciudadanía– lo inspiren para mantener la coherencia con sus ideales y con el rumbo que nos lleve a buen puerto.
Helena Uriburu
DNI 6.699.562