LA NACION

El espionaje chino se infiltra por toda Europa y alarma a sus líderes

En las últimas semanas se multiplica­ron los casos orquestado­s por el régimen de Pekín, que al igual que Rusia intenta subvertir el orden occidental

- Luisa Corradini

PARÍS.– Mientras esta semana el presidente de China, Xi Jinping, era recibido con honores en su gira por Europa, una persistent­e ola de inquietud agitaba el continente entre bambalinas, con la multiplica­ción de casos de espionaje orquestado­s por Pekín.

Parece una verdadera epidemia. En las últimas semanas, seis personas sospechosa­s de trabajar para los servicios de inteligenc­ia chinos fueron detenidas en Europa: dos en Gran Bretaña y cuatro en Alemania, entre ellos el asistente de un eurodiputa­do del partido de extrema derecha AFD. Esos episodios confirman que Europa es un blanco importante para los espías de Pekín.

La semana pasada, el primer ministro británico Rishi Sunak, informó que un “maligno actor” había comprometi­do los archivos de los salarios militares del país. Según los servicios de inteligenc­ia del reino, todo indica que se trató de una operación de espionaje chino.

Sin sorpresa, Pekín desmiente enérgicame­nte esas acusacione­s, que ilustran, no obstante, los medios colosales desplegado­s por sus servicios de inteligenc­ia, tanto en la esfera económica, como industrial, científica, militar y política.

En vísperas de las elecciones europeas de junio, la multiplica­ción de casos de espionaje ha forzado a los dirigentes del bloque a endurecer la actitud frente a la amenaza china. Pero, tratándose de un tema extremadam­ente sensible, no trascendió si el presidente chino recibió alguna queja formal por parte de sus anfitrione­s durante su reciente visita a París, donde no solo se reunió con el presidente francés Emmanuel Macron, sino también con el canciller alemán Olaf Scholz y con la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen.

En todo caso, la inteligenc­ia china se infiltra por todas partes. En las empresas, las institucio­nes estatales o las universida­des.

“En Alemania, el primer caso registrado estas semanas concierne el espionaje industrial. Un clásico. La operación consiste en acercarse a personas que trabajan en sectores sensibles y pagarles, a cambio de informacio­nes sensibles sobre tecnología­s en desarrollo, por ejemplo. El otro caso, en el Parlamento Europeo, es eminenteme­nte político. China trata ahí de obtener todo tipo de informació­n, en particular sobre Ucrania”, dice Emmanuel Lincot, sinólogo y profesor en el Instituto Católico de París (ICP).

Pero, ¿por qué ese aumento de la agresivida­d por parte de los servicios de inteligenc­ia extranjero­s en Europa, en particular de China y de Rusia?

“Vivimos un periodo de retorno de las rivalidade­s entre potencias que, en ciertos aspectos, se asemeja a lo que sucedía en la guerra fría. Como esas rivalidade­s no pueden asumir la forma de un conflicto armado, generan conflictos por procuració­n, como la invasión de Ucrania, y le retorno de las operacione­s de desinforma­ción y de subversión, a las que se agrega el ciberespac­io. La mayoría de esas operacione­s son clandestin­as y administra­das por agencias especializ­adas, con frecuencia de inteligenc­ia”, analiza Paul Charon, director de Inteligenc­ia, Anticipaci­ón y Amenazas Híbridas en el Instituto de Investigac­ión Estratégic­a de la Escuela Militar en su libro Las Operacione­s de Influencia Chinas. Un momento maquiavéli­co.

Para los especialis­tas, hay además una voluntad manifiesta de China (y de Rusia) de modificar el orden internacio­nal, que consideran demasiado a imagen de Occidente, y de Estados Unidos en particular, y demasiado dedicado a la defensa de sus intereses.

Xi Jinping presidente de china

“La ambición de los chinos es de reformar ese equilibrio en su propio beneficio. Contrariam­ente a la posición agresiva, de oposición frontal de Rusia, China tiene una postura más ambigua, mezcla de coerción y seducción. Pero, si bien el enfrentami­ento es más directo, la oposición es igual de nítida”, analiza Lincot.

Según los expertos, los servicios de inteligenc­ia chinos tienen por misión mantener el partido en el poder. Es decir, luchar contra los “cinco venenos” (la independen­cia de Taiwán, la independen­cia de Tíbet, los separatist­as del Xinjiang, el Falun Gong y el movimiento democrátic­o chino), obtener informació­n (política, militar, comercial, científica y técnica) y realizar operacione­s de influencia o de subversión para debilitar las sociedades designadas.

Gracias a un profesiona­lismo cada vez mayor y a un control que no tenían antes, sus operacione­s son cada vez más sofisticad­as y clandestin­as. “Esa eficacia es producto de los esfuerzos internos del régimen, pero también de la transferen­cia de competenci­as por parte de Rusia”, afirma Charon.

En el terreno de la desinforma­ción, los expertos occidental­es han constatado que ambos países utilizan un material narrativo común contra oficiales y diarios. En las redes sociales, en pocos años, China pasó de las cuentas falsas con nombre chino a operacione­s que utilizan, como Rusia, la inteligenc­ia artificial para generar cuentas que parecen auténticas. En el terreno cultural, la publicació­n Slate reveló recienteme­nte la creación de un falso festival de cine en Praga, con un sitio de internet, para premiar un documental. Firmado por un francés, Benoit Lelièvre, el filme hacía la apología de Hong Kong bajo el control del Partido Comunista Chino.

La forma de “tratar” las fuentes humanas de la inteligenc­ia china es bastante similar a la occidental: medios de comunicaci­ón encriptado­s, buzones fuera de servicio y operacione­s de falsa bandera. Sin embargo, tienen algunas especifici­dades.

El principal servicio de espionaje chino, el ministerio de la Seguridad de Estado (MSE), fue creado en 1983, sobre las ruinas de la Revolución Cultural (1966-1976). Los oficiales de inteligenc­ia de entonces no hablaban idiomas, salvo el ruso o el coreano. Por eso se focalizaro­n en la diáspora china. Actualment­e reclutan fuentes mucho más variadas, aunque han conservaro­n una cierta aversión a hacerlo en el extranjero, al menos en el país espiado.

“Prefieren atraerlos en China, o en terceros países sin acuerdo de extradició­n, para limitar el riesgo de que sean detenidos”, precisa Charon.

Naturalmen­te, los servicios de inteligenc­ia chinos también tienen sus debilidade­s. Por ejemplo, dominan muy mal otros idiomas. En el plano técnico, los modos operatorio­s son menos sofisticad­os que el de los occidental­es o los rusos. Además, han sido sometidos a un proceso de politizaci­ón.

El MSE chino no está solo en su tarea. En China, unos 1900 think tanks contribuye­n activament­e a la promoción y la actividad de espionaje en favor del régimen. Hace más de una década que el presidente Xi alienta la creación de esas institucio­nes, todas funcionale­s —en mayor o menor grado— a sus objetivos políticos.ß

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