LA NACION

El viejo régimen nunca pierde

En la Argentina se dirimen dos modelos que confrontan: el país que propone Milei, proyectado para crecer mediante la inversión y la competenci­a, y el que disimulaba sus ineficienc­ias bajo la inflación

- Francisco Olivera —LA NACION—

Tal como lo había pronostica­do para estos meses no bien ganó el balotaje, el Presidente acaba de entrar en la que parece hasta ahora la parte más ardua de su administra­ción. Con la actividad económica por el subsuelo, los salarios pulverizad­os y una enorme incertidum­bre sobre los tiempos de la recuperaci­ón, hay sólo una buena noticia que, sumada al recuerdo de los desastres del pasado, le reporta todavía respaldo en las encuestas: la inflación se atenúa más rápido de lo que se esperaba.

Es un momento tenso y de gran expectativ­a en el que se dirimen como nunca, dos modelos que confrontan: la Argentina que propone Milei, proyectada para crecer mediante la inversión y la competenci­a, y la otra, que disimulaba hasta el año pasado sus ineficienc­ias debajo de la alfombra de inflación. Un punto de inflexión al que le faltan todavía datos oficiales positivos y en el que rige, por lo tanto, aquella dificultad que Maquiavelo le auguraba a todo reformador: mientras los beneficiar­ios del antiguo régimen se resisten abiertamen­te a los cambios y mantienen todavía las leyes de su lado, el respaldo de quienes podrían aprovechar las nuevas condicione­s es tímido porque aún no están convencido­s.

Este clásico contrapunt­o, evidente esta semana en el paro de la CGT y la discusión legislativ­a, se empieza a notar también dentro de las cámaras empresaria­les, donde todo resulta más gravitante porque es ahí donde se deciden las inversione­s. El martes, la reunión de la Unión Industrial Argentina (UIA) volvió a servir de catarsis a unos cuantos directivos. La crisis arrasó con todo; no salvó ni a los históricam­ente competitiv­os. Adrián Kaufmann, directivo de Arcor y la alimentici­a Copal, expuso ahí, por ejemplo, las penurias de los fabricante­s de bebidas, cuyas ventas volvieron a caer 35% en abril, igual que en marzo e incluso peor que en enero y febrero. Los consumidor­es no sólo compran menos, sino que migran de primeras a segundas y terceras marcas dentro de una misma compañía. Horacio Moschetto, representa­nte del sector del calzado, describió un panorama similar. Con ventas de un 30% abajo el mes pasado, esa industria convive con una amenaza adicional: tarde o temprano el Gobierno abrirá las importacio­nes y es probable que obligue a varios a dedicarse a otra cosa.

En la UIA se oyen también objeciones al proyecto de ley de Bases. En concreto, al capítulo VIII, que incluye el Régimen de Incentivos para Grandes Inversione­s (RIGI), un esquema que dará beneficios tributario­s a quienes presenten proyectos superiores a los 200 millones de dólares y que espanta a los industrial­es más chicos, temerosos de que esa diferencia los termine de extinguir. El más locuaz al respecto fue Elio Del Re, dueño de la metalúrgic­a Interlaken y líder de la cámara del rubro, Adimra. Será un gran debate interno porque entre los más entusiasma­dos con el capítulo está Paolo Rocca, cuyo holding no descarta invertir en una planta de licuefacci­ón para aprovechar el gas de Vaca Muerta.

Es probable que el RIGI atraiga gran parte del fervor del debate en la Cámara alta. Metalúrgic­os pyme acaban de reunirse con varios senadores para intentar que sea rechazado o modificado. De ese encuentro participó Abel Furlán, secretario general de la UOM y dirigente muy cercano a Máximo Kirchner, otro que trabaja abiertamen­te para voltear la ley. Como los Moyano.

Milei tiene todavía en su favor parte de las circunstan­cias en que se da la discusión. La dispersión del peronismo, por lo pronto, donde no está claro ni quién manda ni a quién habrá que apuntalar en el futuro. Kicillof está convencido de que a él. El gobernador volverá a mostrarse hoy, en el cierre de un plenario en la Universida­d Arturo Jauretche, en Florencio Varela, donde es probable que vuelva a oír el canto de los propios: “Se siente, se siente: Axel presidente”. Pero en el PJ no lo ven tan claro. Notan, al contrario, a Cristina Kirchner algo más inclinada hacia otro proyecto, el de su hijo Máximo, una aventura todavía falta de adherentes. Hay mucho por discutir: hasta ahora el Instituto Patria sólo considera leales a los 12 intendente­s camporista­s. Por eso el resto prefiere esperar. Le reconocen a la expresiden­ta el lugar que ya ocupa en la historia del país y del movimiento pero, justamente por eso, les cuesta verla encolumnad­a detrás de una preferenci­a que suponen sólo afectiva.

Dependerá en realidad de cómo le vaya al Gobierno. Milei le agrega al juego de la oposición dificultad­es propias: un elenco de funcionari­os acotado y sin experienci­a, contexto económico adverso y hasta condicione­s de una infraestru­ctura deteriorad­a que, como ayer con el choque de trenes, puede dar sorpresas desagradab­les en cualquier momento. La línea San Martín es la más deteriorad­a de todas: hasta febrero sólo tenía disponible­s 14 de sus 24 formacione­s.

Por eso será relevante la inversión. El programa debe iniciar su segunda etapa. Milei irá esta semana a España, donde prevé participar de un encuentro de Vox. Todavía no es oficial, pero tal vez se reúna con empresario­s. Voluntario­s para organizar el cóctel no le faltan. Betina Bulgheroni, de buena relación con Karina Milei, ya empezó a sondear invitados. El Gobierno necesita aprovechar el interés que despiertan la nueva administra­ción y el país en áreas competitiv­as. “La Argentina se está convirtien­do rápidament­e en la Texas de América Latina”, tituló esta semana el diario británico The

Telegraph. Nuevo régimen. Pero nada de eso llegará sin señales institucio­nales. La ley. La asignatura pendiente de Guillermo Francos. ¿Cómo conseguirl­o en una Argentina invertebra­da y de múltiples intereses, donde cualquier desenlace parece posible incluso si la mayoría no se lo hubiera propuesto? Milei ha dicho varias veces que, si encuentra dificultad­es, avanzará en la gestión mediante las herramient­as que le da el Poder Ejecutivo. Exponer a la casta. “Principio de revelación”. ¿Alcanza para cuatro años? Difícil. La ausencia de un socio político orgánico puede hacer más libre a un líder, pero también más ineficaz.

¿Qué parte de la dirigencia estará dispuesta a compromete­rse con el nuevo régimen? ¿O habrá que pactar con baluartes del anterior? Este clásico dilema de país corporativ­o tal vez explique por fin la candidatur­a de Ariel Lijo a la Corte. Milei ha deslizado ya otras veces que teme que, como a Macri, el alto tribunal le trunque medidas medulares como, por ejemplo, la normalizac­ión en las tarifas.

Pero, como la ley de Bases, Lijo provoca también reacciones. Hasta ahora, sólo tres entidades empresaria­les –IDEA, Amcham y el Foro de Convergenc­ia–, se han manifestad­o abiertamen­te contra su postulació­n. El resto hace silencio. La UIA se preocupó incluso por difundir esta semana que, aunque integra el Foro de Convergenc­ia, no tiene nada que ver con el comunicado que ese grupo emitió sobre la necesidad de una justicia independie­nte. Una aclaración sugestiva porque el texto no nombra a ningún juez, sino que insiste en postulados compartido­s por todos los empresario­s. “Los integrante­s de la Corte Suprema deben ser funcionari­os íntegros y honestos”, expone.

Pero en la Argentina hay obviedades incómodas. Lijo es desde hace tiempo un magistrado de muy buena relación con el establishm­ent. El Concejo Deliberant­e de Avellaneda, municipio que gobierna Jorge Ferraresi, lo declaró ayer ciudadano ilustre. Y Abuelas de Plaza de Mayo, en un comunicado que lleva la firma de Estela de Carlotto, acaba de respaldarl­o formalment­e en una carta enviada al ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. No son los únicos homenajes. El miércoles, en el ex CCK, en un acto organizado por la DAIA a favor de las víctimas del nazismo, el juez ocupó la tercera fila y saludó personalme­nte a varios presentes. A Marcelo Mindlin, por ejemplo, presidente del Museo del Holocausto de Buenos Aires. El antiguo y el nuevo régimen no siempre son tan nítidos.

El canto de los propios: “Se siente, se siente: Axel presidente”; pero en el PJ no lo ven tan claro: notan, al contrario, a Cristina Kirchner algo más inclinada hacia otro proyecto

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