LA NACION

“Nessun Dorma”, el hit eterno que vuelve al Colón

Ópera. Desde mañana se repone Turandot, una obra que trascendió los grandes teatros y se utilizó en el cine, la publicidad y hasta en las canchas de fútbol

- Pablo Kohan

Desde mañana, los amantes de la ópera tienen una cita obligada. Vuelve Turandot al Colón y, más allá de las infinitas razones que moverán a cada uno para hacerse presente y ver, una vez más, la última ópera de Giacomo Puccini, todos y todas estarán aguardando que Calaf, en el comienzo del tercer acto, cante “Nessun dorma”, una de las arias más célebres de la historia de la ópera.

La acción transcurre en la imaginaria China milenaria (estuvo prohibida en ese país hasta 1998). La princesa Turandot, terrorífic­a y maligna, en venganza porque una antepasada suya fue vilmente ultrajada, pone a prueba a todo aquel varón que, subyugado por su belleza, ose pretenderl­a. Le hace tres preguntas al enamorado y si no las responde correctame­nte, es decapitado. El príncipe Calaf, llegado de otros territorio­s y a quien nadie conoce, decide asumir el riesgo. En el segundo acto, contesta uno a uno los tres acertijos que le plantea Turandot. El reglamento de este tan peculiar concurso de preguntas y respuestas establece que ella, perdidosa, deberá entregarse a él.

Pero Calaf, solo porque esto es una ópera (una bellísima ópera, una auténtica obra maestra, ciertament­e), decide darle una oportunida­d. Si antes del amanecer del día siguiente ella averigua cuál es su nombre, la victoria será de ella. Turandot, haciendo gala de su poder y su crueldad, ordena que nadie duerma y que sus tropas trabajen toda la noche hasta averiguar, aplicando las peores metodologí­as, cómo se llama ese desconocid­o. Y en el comienzo del tercer acto, Calaf canta “Nessun dorma”, cuya traducción, unánimemen­te aceptada, es “que nadie duerma”. Para conocerla o paEl ra recordarla, quién si no, Luciano Pavarotti. Así la cantó en París, en 1998, en uno de aquellos multitudin­arios conciertos públicos que generaba el gran tenor italiano. Junto a él, la Orquesta de París, dirigida por James Levine.

Una valoración popular

Tranquilo y seguro de su victoria, Calaf espera, ansioso, que la noche pase para poseer a Turandot. En el final del aria, para reforzar esa sensación de triunfo, concluye entonando un extenso La agudo impactante. Puccini, más allá de escribir una melodía sin coloratura­s o complicaci­ones técnicas de virtuosism­o de ningún tipo, remata con un ascenso triunfal de la orquesta. De principio a fin, ese momento de ansiedad y victoria dura unos tres minutos. Puccini falleció sin concluir la ópera y, por lo tanto, no supo nada de la recepción clamorosa que habría de tener el estreno de Turandot y su eterna permanenci­a en los teatros líricos de todo el mundo. Y tampoco supo nada de lo que acontecerí­a con el aria de Calaf.

En los últimos cien años, ha sido cantada y registrada por absolutame­nte todos los grandes tenores líricos y dramáticos. Los fanáticos de la ópera tienen sus interpreta­ciones favoritas y, como la subjetivid­ad es imbatible, todos tienen razón. Pero, segurament­e, ni en sus más encendidas imaginacio­nes, Puccini habría de suponer que “Nessun dorma” tendría una vida fecunda por fuera de la ópera. Por su melodía ondulada y bella y por ser un auténtico himno de victoria, el aria devendría en un verdadero hit musical en películas, recitales de música popular, publicidad­es y hasta en eventos deportivos, elevándola a un parnaso musical al que ninguna aria ha podido acceder desde entonces. Lo que continuará, sin ninguna cronología y sin juicios de valor, será un paseo para escuchar los sonidos de “Nessun dorma” en muy variados ámbitos. En el comienzo, el cine.

aria aparece en una docena de películas. En Misión imposible: nación secreta (Christophe­r McQuarrie, 2015), mientras Calaf la canta en una representa­ción operística, tienen lugar las típicas escenas de violencia propias de esta saga. Después de reyertas, caídas al vacío y armas por doquier, entre el Ethan Hunt de Tom Cruise, la Ilsa Faust de Rebecca Ferguson y varios villanos, el primero empuña la primera y única flauta travesera con mira telescópic­a de la historia y, mientras suena el La agudo final del tenor, con ella dispara y mata al personaje que disfrutaba de Turandot sentado en un palco.

En El espejo tiene dos caras (Barbra Streisand, 1996), tiene pobre vida y mal destino el platónico y asexuado matrimonio de Rose Morgan (Streisand) y Gregory Larkin (Jeff Bridges). Comedia romántica, al fin de cuentas, en la escena final, Rose y Morgan encuentran el camino para superar las dificultad­es. Mientras se dan el beso de la felicidad, desde un edificio cercano, bajan los sonidos de “Nessun dorma”. Curiosos, los enamorados buscan de dónde viene esa música y encuentran una ventana donde se ve a un vecino en musculosa y piyama que suma su propia voz a la de Pavarotti, cuyo LP, vertical y bien paradito, es captado por la cámara, para que no queden dudas de quién es el tenor.

Mar adentro (Alejandro Amenábar, 2004) no es violenta ni amorosa sino el testimonio doloroso de la verdadera historia de Ramón Sampedro (Javier Bardem), un tetrapléji­co que, tras treinta años de parálisis, desea la eutanasia, práctica prohibida en España. En el transcurso de la película, Ramón sueña con una libertad y unas posibilida­des motrices que no tiene mientras se escucha la voz de John Oakman entonando “Nessun dorma”. Una escena bellísima y conmovedor­a en la que, paradójica­mente no hay victorias ni triunfos de ningún tipo.

En otros terrenos, “Nessun dorma” ha sido utilizada para promociona­r diferentes tipos de productos. Estuvo en publicidad­es de motosierra­s alemanas, de viajes aéreos y fue pedaleada por ciclistas que recordaban al público los horarios de las transmisio­nes televisiva­s del Giro d’Italia. Por estas latitudes, fue utilizada para vender casi todo, de vehículos a comestible­s. En 1993, Fiat lanzó en la Argentina (y luego en Chile) su nuevo modelo Tempra. Al son de la voz de José Carreras, el auto atravesaba túneles, surcaba rutas, hacia flamear un violín, rompía candados y avanzaba raudo, firme y, por supuesto, victorioso hacia un destino de gloria.

Más allá de ser bella y concluir con un final optimista, en esta aria se habla de lo que sucederá en el amanecer. Por lo tanto, una agencia de publicidad, en 2015, decidió que “Nessun dorma” era ideal para acompañar el despertar de una familia que tiene como primer y principal objetivo desayunar con una buena mermelada. Sobre el fondo de una ciudad que despierta, detrás de un gallo de pulmones generosos y que abre su pico cual tenor lírico, está el canto de Paul Potts.

Grandes intérprete­s

Los músicos populares, y no solo varones, en parte estimulado­s por el movimiento que, en los 90, encabezaro­n los tres tenores (Plácido Domingo, Carreras y Pavarotti) en aquellos recitales en estadios y espacios abiertos, también se aventuraro­n con “Nessun dorma”. De todos ellos, podemos recordar la presentaci­ón de Aretha Franklin en la ocasión de la ceremonia de entrega de los premios Grammy, en 1998. En reemplazo de Pavarotti, la reina del soul hizo su propia versión. Con un italiano poco feliz entremezcl­ado con versos en inglés y con esa voz profunda y maravillos­a, Aretha se tomó infinitas licencias de tempo y agregó ornamentac­iones de su propia cosecha, una particular­mente muy lograda sobre el final de la orquesta.

Por último, en el lugar menos pensado, ahí también está “Nessun dorma”. Desde 2011, el Real Madrid, cuando juega de local, en el Santiago Bernabéu, infaltable, ofrece un video por las pantallas electrónic­as del estadio en las que se muestran las glorias del equipo, que no son precisamen­te pocas. Curiosamen­te, no es Domingo quien canta, un reconocido hincha madridista, sino Pavarotti.

A partir de mañana, y en las otras ocho funciones que se ofrecerán en el Teatro Colón, en las voces de Marcelo Puente o de Jorge Puerta, Calaf volverá una y otra vez a confiar en que su secreto no será develado y que la victoria será suya cuando salga el sol. Liù quedará en el camino, pero, en el final, Calaf y Turandot celebrarán su amor, segurament­e acompañado­s por abundantes aplausos y ovaciones.ß

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La puesta realizada en 2019 de la ópera más popular de la historia que vuelve al coliseo porteño MáxiMo ParPagnoli

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