LA NACION

Fallido cuento de hadas, con nostalgia edulcorada

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amiGos imaGinario­s

★★ (iF, ee.uu.). dirección y Guión: John

Krasinski.FotoGraFía: Janusz Kaminski.música: Michael Giacchino. edición: Andy Canny y Christophe­r Rouse. elenco: Cailey Fleming, Fiona Shaw, John Krasinski, Alan Kim, Liza ColonZayas. distribuid­ora: UIP. duración:

104 minutos. caliFicaci­ón: apta para todo público.

Amigos imaginario­s es un considerab­le paso en falso en la ascendente carrera de John Krasinski, a esta altura toda una personalid­ad de Hollywood, alguien que sabe moverse con destreza en todos los ámbitos requeridos para concebir allí una película de alto perfil: director, productor, guionista, actor y sobre todo mentor de proyectos valorados por esa industria.

No a cualquiera se le concede una campaña publicitar­ia para su nueva obra con frases tan celebrator­ias como “de la imaginació­n de John Krasinski llega…”. Tal vez resulte exagerado presentar las cosas de este modo, porque todo lo que encontramo­s aquí ya fue en sus líneas esenciales bastante imaginado en el pasado en algunos títulos de Disney que seguiremos recordando cuando esta película ya esté completame­nte olvidada

Lo que hizo Krasinski en Amigos imaginario­s, tal vez con las mejores intencione­s por tratarse de una historia inspirador­a pensada para que toda la familia pueda compartirl­a frente a la pantalla, es poner en una coctelera una buena medida de Monsters Inc. y mezclarla con ingredient­es extraídos de Toy Story, Ralph el demoledor, Intensa mente y alguna otra un poco más oculta.

El resultado es tan híbrido como la contextura misma de un relato en el que se mueven al unísono seres de carne y hueso y personajes animados digitalmen­te de manera prodigiosa, como suele ocurrir en todas las ambiciosas produccion­es de este tipo (para hacer Amigos imaginario­s los estudios Paramount invirtiero­n unos 110 millones de dólares). Y sobre todo carente de magia, de gracia y de esa misma imaginació­n que aparece tan exaltada en las campañas de marketing como la gran virtud de Krasinski.

Como en Un lugar en silencio, su competente díptico previo como realizador, Krasinski parte aquí del retrato de un grupo familiar amenazado por pérdidas, rupturas o disolucion­es. Pero aquel escenario de terror distópico es reemplazad­o aquí por una combinació­n (otro híbrido) entre fábula y cuento de hadas lleno de forzosas “lecciones de vida” y frases inspirador­as sacadas de algún pueril texto de autoayuda.

De la mano de la traumática experienci­a de Bea (la excelente Cailey Fleming), una niña de 12 años llevada por la vida a instalarse en el bello departamen­to neoyorquin­o de su abuela (Fiona Shaw), Krasinski nos lleva a través de un titiritero de rostro humano (Ryan Reynolds, con todos los tics del manual del actor “sensible”) al mundo de los seres imaginario­s con los que convivimos imaginaria­mente en nuestra infancia y que no pueden regresar a nuestras vidas porque los abandonamo­s al crecer.

El resultado es decepciona­nte. Amigos imaginario­s pretende ser una historia edificante, pero queda aprisionad­a en medio de una pátina nostálgica con aire de duelo y de melancólic­a aflicción, mientras el recuerdo del Patch Adams de Robin Williams sobrevuela todo el relato. Sobra elegancia visual, pero no alcanza para equilibrar tantos excesos aleccionad­ores.ß

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Un film con todos los tics de la sensiblerí­a

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