LA NACION

Una fiesta del teatro, con todos los hits de ABBA

- Gustavo Lladós

desde sus comienzos, allá por 1972, ABBA es sinónimo de pop, bailes y diversión. A pesar del paso de los años, y de que tras su separación, en 1982, nunca volvieron a actuar juntos, el grupo sueco supo cómo mantener intacta su vigencia. Una de esas formas fue y es el musical Mamma mia!, estrenado en 1999 en el West End de Londres y luego trasladado a Broadway, aun con mayor éxito, en 2001. A partir de allí, la obra conoció diversas versiones en todo el mundo, incluso en la Argentina, cuando en 2012 la protagoniz­ó Marisol Otero en el Teatro Opera. Para ese entonces, el fenómeno se había globalizad­o sin límites gracias a la traslación cinematogr­áfica de 2008 estelariza­da por Meryl Streep en el papel principal de Donna Sheridan. Por último, el advenimien­to de una segunda parte de la película, titulada Mamma Mia!, vamos otra vez (esta vez con la encandilan­te Cher junto con Streep), que llegó a los cines en 2018, hizo que el musical teatral original volviera a tomar fuerza (y así también la estrella de ABBA) y se produjeran más versiones y hasta reposicion­es en todas las latitudes.

Esto explicaría el actual revival de Mamma mia! en la Argentina, que luego de una exitosa temporada en Carlos Paz acaba de arribar al porteño Teatro Coliseo, con un elenco más nutrido que el del verano. Por su nivel de producción, su estreno se erige en uno de los más importante­s de la temporada, y también en una agradable sorpresa. Es que el musical original no se caracteriz­a por ser un dechado de virtudes. Es simplement­e un jukebox (un musical basado exclusivam­ente en canciones famosas) y su argumento no tiene demasiado peso o aristas interesant­es que destacar. Es una excusa superficia­l para volver a escuchar los temas de ABBA en un contexto diferente. Pero esta vez, a diferencia de las versiones del Primer Mundo y de la anterior nacional, se ha puesto el acento en las actuacione­s; y todo el elenco, con Florencia Peña a la cabeza, elevan el material a otro nivel y logran una verdadera fiesta teatral, divertidís­ima y de calidad.

Como se recordará, la historia de Mamma mia! transcurre en una isla griega y se centra en la historia de Donna Sheridan, una madre soltera que luego de 20 años se reencuentr­a con los tres posibles padres de su hija a horas del casamiento de ésta. De la (en principio) incómoda situación –orquestada por la futura desposada para conocer su identidad– participan también dos viejas amigas de Donna, invitadas oficialmen­te a la boda, con quienes en la juventud integraba el grupo musical Donna y Las Dynamos. La historia, que podría ser dramática, no lo es por la naturaleza festiva de la mayoría de los temas de ABBA (no faltan “Honey, Honey”, “Money, Money, Money”, “Dancing Queen” ni “Super Trouper”, “Gimme! Gimme! Gimme! y “Voulez-Vous”, todos muy bien adaptados por Marcelo Kotliar), pero también por la impronta de vaudeville que el director Ricky Pashkus le ha impuesto a la versión. Y por las innegables condicione­s para la comedia de Peña, que hasta torna graciosas las escenas más sosas o inventa latiguillo­s que encuentran rápida repercusió­n en la platea.

A lo largo de los dos actos todo el elenco se luce, desde los protagonis­tas de la trama hasta los bailarines. En principio, Florencia Peña. Lo suyo es un verdadero capolavoro que deja bien de manifiesto sus dotes de actriz, cantante y bailarina. Y aunque su rango vocal la habilite más para interpreta­r los temas festivaler­os de ABBA, hay que reconocer que es con el dramático y exigido “Hay un solo ganador” que logra la gran ovación de la noche a telón abierto. A su lado descuellan Alejandra Perlusky y Lula Rosenthal, las dos disparatad­as amigas Tanya y Rosie, que, además de hacer alarde de una notable vis cómica, cantan excelentem­ente. Malena Ratner y José Giménez Zapiola “El Purre” –ambos provenient­es de la factoría Disney Channel–, como la hija Sophie y su novio Sky, exhalan frescura y espontanei­dad, sobre todo ella, a la que se le augura una buena carrera teatral. También merecen reconocers­e los trabajos de Alejandro Paker, Leo Bosio y Pablo Silva como Sam, Harry y Bill, los tres exnovios de Donna; quienes, cada uno con su estilo, agregan la cuota de masculinid­ad madura a una historia signada (a tono con los tiempos que corren) con el empoderami­ento femenino; y se permiten la humorada del cuadro final, que está entre lo mejor de la noche.

Mención aparte para el diseño de sonido de Gastón Briski, un rubro poco valorado por los productore­s a la hora de encarar un musical y que resulta fundamenta­l: en Mamma mia! se entienden todas las letras, del principio al final, algo que no debería ser una excepción y que sin embargo hoy no ocurre prácticame­nte en ningún ejemplo local del género.ß

 ?? ?? Florencia Peña se luce junto con un elenco sin fisuras
Florencia Peña se luce junto con un elenco sin fisuras

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina