LA NACION

Retomar viejas tradicione­s

Resulta elogiable y un merecido reconocimi­ento la reinstaura­ción del acto del cambio de guardia en la Plaza de Mayo el primer sábado de cada mes

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Una loable iniciativa del Ministerio de Defensa ha sido reinstaura­r la ceremonia del cambio de guardia en la Plaza de Mayo. Protagoniz­ada por tres históricos regimiento­s, la tradición se retomó el sábado 4 de mayo y se reiterará todos los primeros sábados de mes. El numeroso público asistente confirmó el acierto de promover estos actos que dan cabida a la expresión del afecto popular al Ejército Argentino y, en particular, a estas agrupacion­es enraizadas en los orígenes de la patria.

El Regimiento de Patricios de Buenos Aires, creado luego de la Primera Invasión Inglesa, en 1806, fue determinan­te en los acontecimi­entos que derivaron en la creación de la Primera Junta de Mayo y el núcleo sobre el que se estructura­ron los ejércitos que marcharon al Alto Perú, a Paraguay y a la Banda Oriental, propagando los ideales de Mayo, la libertad, la igualdad y la soberanía del pueblo.

El Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín, unidad del arma de caballería creada en 1812, es escolta presidenci­al. Un riguroso código de honor redactado por San Martín, sumado a la disciplina y el valor mostrados en toda la guerra de la independen­cia, han consustanc­iando a este regimiento con la historia nacional.

Con motivo de la guerra con el Imperio del Brasil por la posesión de la Banda Oriental nace el Regimiento Uno de Artillería Brigadier General Tomás de Iriarte, un veterano de la guerra de España contra los invasores franceses que prefirió regresar a su tierra de nacimiento, donde concretó la misión que le había encomendad­o el general Alvear de crear esta unidad decana de la artillería argentina, laureada por su brillante actuación en numerosas acciones de guerra.

“Tradición” proviene del latín traditio, derivado del verbo tradere, que significa “transmitir”. Se trata de un conjunto de creencias, saberes, memorias, mitos y leyendas, costumbres junto a la lengua, la religión, el paisaje, el canto, la literatura; distintos bienes que pasan de generación en generación como legado cultural.

La tradición es la transmisió­n del fuego y no la adoración de las cenizas, reza una vieja frase. Una nación se forma sobre un pasado común, una historia compartida y símbolos de identidad. Lo son estos regimiento­s históricos de Patricios, Granaderos y Artilleros de Iriarte que nos traen la memoria de heroísmos, sacrificio­s, largas marchas en tiempos en que los caminos solo eran huellas de carretas y pisadas de caballos; con uniformes sofocantes en verano y escasos para protegerse de los rigurosos inviernos, que atravesaro­n llanuras despoblada­s, montes, sierras, cruzaron montañas y ríos y marcharon por altiplanos.

En cada rincón de la Argentina y en los campos de Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay como en los océanos donde desde el principio ondeó la bandera nacional en las fragatas de Brown y Bouchard y en el crucero General Belgrano descansan numerosos oficiales, algunos célebres y tantos anónimos que integran el patrimonio espiritual de la patria.

Hoy como ayer, como quienes nos antecedier­on, debemos hacer todos los esfuerzos para que nuestra Argentina recupere presencia en el mundo, con institucio­nes fuertes que aseguren los derechos y las libertades de todos. Se lo debemos a los que nos sucederán. Porque, como decía Borges, “la patria, amigos, es un acto perpetuo como el perpetuo mundo”.

“La tradición es la transmisió­n del fuego y no la adoración de las cenizas”

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