LA NACION

Un clásico, tres momentos

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Julio Lagos. “El show del Clio es una de las mejores cosas que me pasaron en mi vida profesiona­l”

Horacio Cabak. “Fue un antes y un después en mi carrera. Juan vio algo en mí”

tos solo con publicidad. Lo proyectába­mos sin subtitular. Un día, en Bariloche, llegué al cine y había una cuadra de cola. Ahí pensé por primera vez que eso podía funcionar como un show, un espectácul­o que podía funcionar como programa de TV. Y se cobraba entrada.

–¿Cuándo pasaste de aquellas funciones en los cines a hacer televisión?

–Una vez en Córdoba llegaron a hacerse tres funciones diarias. Matinée, vermouth y noche. Y llevamos los Clío al Canal 12, presentado­s por un locutor y por mí. Fue como la prueba piloto del futuro programa.

–Fue la primera vez que estuviste frente a una cámara.

–No tenía ninguna experienci­a previa, pero yo sabía que me gustaba. Cuando volví a Buenos Aires le dije a Borrini que esto daba para un programa de TV.

–¿Y qué te contestó?

Hernán Drago. En la tercera etapa del ciclo, Gujis incorporó a Drago y la locutora Mariana Aquino

era muy amigo de Julio Lagos. Y me dijo que podría ser un muy buen conductor del programa. Ahí empecé a recorrer los canales. La idea era hacer un único especial anual. Jamás pensamos en un programa semanal.

–¿Cómo te fue?

–Me atendían muy bien hasta que les decía que el programa era sobre publicidad. Ahí les cambiaba la cara por completo. Hasta que me encontré con un loco como yo, Mauricio Farberman, un gran productor de TV que llegó a ser director artístico de Canal 7 en el gobierno de Alfonsín. Le conté de mi sueño y se prendió. El viernes 17 de mayo de 1984 salimos al aire por primera vez. El programa se llamó La mejor publicidad del mundo. Julio Lagos era el conductor y yo era el experto en publicidad que explicaba cómo era el comercial que iban a ver.

–¿Cómo siguió la historia?

–Un día me llama Hugo Di Guglielmo,

–Y mientras tanto me fui convirtien­do en conductor. Cuando ya teníamos siete años en el aire, le dije a Hugo que quería cambiar el nombre del programa, porque el Clío era un premio importante de la publicidad, que se entregaba en Nueva York, pero no era el único. Había más en Alemania, España, estaban los Leones de Cannes. Y le propuse cambiarlo por El show creativo, que era la muletilla usada por el canal en las promos.

–Ahí llegó Horacio Cabak.

–Hablé con varios conductore­s, pero me decidí por Horacio después de charlar sobre este tema en mi casa. Mi hija mayor, sin dudarlo, me dijo: “Cabak, papi, Cabak”. En ese momento Horacio estaba en su apogeo como modelo publicitar­io, era conductor de desfiles. Tenía una pinta bárbara y además había pasado por el programa un par de veces como invitado. Salió perfecta la elección. Cuando se largó terminó ablandándo­me a mí y me ayudó a desacarton­arme, porque yo era un conductor más bien a la antigua. Empezamos a contar chistes, a hacer cosas más divertidas. Horacio me hizo mucho bien y creo que yo también hice lo mismo con él. Además nos ayudó mucho porque el público femenino que teníamos era enorme y el feeling de las chicas con Cabak era una cosa de locos. Cuando Horacio dejó el programa, por ofertas de trabajo que había recibido, pensé que tenía que buscar nuevamente a un tipo más joven. Ahí llegó Hernán Drago, que tenía una gran virtud.

–¿Cuál?

–Le decías cualquier cosa y él te la devolvía. Sabía reírse de sí mismo, nunca se ofendía, cazaba al vuelo alguna frase y te la devolvía. Siempre iba al frente. Era ideal para pelotear.

–A esa altura el programa ya era un éxito indiscutid­o.

–Me di cuenta cuando entré un día a una farmacia y la empleada me pidió un autógrafo. Hacíamos siempre un promedio de entre 4 y 8 puntos de rating los sábados a medianoche, cuando un programa común del prime time medía 14 puntos. Con esa medición sos Gardel. Después pasamos a Canal 9.

–¿Hasta cuándo llegó El show creativo?

–Hasta 2015. Yo ya tenía 69 años y mi hijo me convenció de dejarlo. Armar un programa semanal es mucho estrés. Hoy me siguen parando en la calle para preguntarm­e cuándo vuelvo. Y las ganas de volver siempre están, pero hay que poner el cuerpo y no estoy con ganas de hacer todo el programa como antes.ß

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