Leonardo Pitlevnik. “La ficción nos acerca a una mirada menos rígida de la justicia”
En el ensayo Borges y el derecho, el juez y “borgeólogo” explora conceptos como la verdad en un juicio, los premios y castigos y la interpretación de las leyes a partir de textos del autor argentino
Existen libros sobre Borges y la matemática, la física, la Biblia, la filosofía, el cine, la memoria, la traducción, el tango, la ciencia ficción, Buenos Aires y la big data. A esa colección hay que añadir ahora Borges y el derecho. Interpretar la ley, narrar la justicia (Siglo XXI), del profesor, juez penal y escritor Leonardo Pitlevnik (Buenos Aires, 1964). En sus lecturas de “Emma Zunz”, “La lotería en Babilonia”, “Deutsches Requiem” y “Pierre Menard, autor del Quijote”, explora conceptos como las versiones de la verdad en un juicio, los premios y castigos, los procesos al “mal absoluto” y la interpretación de las leyes que son, también, textos.
Autor de tres novelas, leído El Aleph a los veinte años. “Era una de esas ediciones delgadas de Emecé que, con el paso del tiempo, se amarilleaban y se deshojaban”, cuenta en el prólogo. “Seguí comprando de a puchos los libros de Borges al librero de siempre: un personaje que, en la entrada de una galería, se había acostumbrado a verme buscar entre los estantes. Ese que yo era disfrutaba del mismo texto que hoy vuelvo a leer. A todos nos pasa que después de leer algo que nos impacta, necesitamos cerrar el libro un momento, respirar, volver al texto, comprobar que sigue allí, incluso tratar de memorizarlo. A esto podría denominar en mí, ‘el efecto Borges’”.
Su libro surgió a partir de lecturas de textos de lo que se conoce como el Movimiento de Derecho y Literatura. “Si bien puede reconocer sus fuentes diversas a lo largo de la historia, se desarrolló en el medio académico a partir de la década de 1970. La mirada puesta en Borges parece inevitable no solo por el modo en que me marcaron sus libros, sino porque, como dice Ricardo Piglia, intentar dejarlo de lado es como dejar de lado el río y caminar a pie a Uruguay como si no hubiera agua”. Pitlevnik escribió primero algunos artículos y luego le dio forma al ensayo, que incluye referencias a destacados “borgeólogos”, como Beatriz Sarlo, Daniel Balderston, Sylvia Molloy e Iván Almeida.
El libro está estructurado en cuatro ejes, uno por cada cuento mencionado. “A partir de algunos de los relatos de Borges, gira en torno a temas centrales de la discusión jurídica: de qué modo entendemos el merecimiento y el castigo; cómo se narra un hecho desde quien acusa, desde quien se defiende y desde quien juzga; cómo pensar los delitos más atroces, si cabe algún discurso respecto de ellos que pueda significar explicación o perdón, y cómo leemos y entendemos la ley”.
En 2018, Pitlevnik hizo una residencia en el Borges Center, que dirige el investigador estadounidense Daniel Balderston. “Con el apoyo de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, que me formó y donde doy clases desde hace muchos años, pude aprovechar una estadía de varias semanas en la Universidad de Pittsburgh. Tuve la oportunidad no solo de acceder a la biblioteca y el material del centro, sino también de asistir y exponer en unas jornadas sobre la obra de Borges con la participación de especialistas de Estados Unidos y de nuestro país”.
–¿Qué relación hay entre narración y derecho y en qué medida las ficciones borgeanas son útiles para pensar el derecho?
–El derecho es una forma de narrar el mundo. Uno puede pensar las constituciones como novelas de ficción que construyen un universo de reglas para acercar la realidad a determinados ideales, según cada sociedad. Cuando leemos los textos de Balderston, Ana María Barrenechea, Sarlo o Piglia sobre la obra de Borges, se puede observar que además de lo literario hay ciertos bordes ligados a la construcción de una idea de comunidad, de castigo o de suerte que dan pie a un acercamiento ligado a perspectivas normativas. En trabajos publicados por separado tuve la oportunidad de trabajar la idea de traición, lealtad, pertenencia y comunidad, los significados y tipos de prisiones que aparecen en sus ficciones y en las de Adolfo Bioy Casares, las posibilidades de juzgar y la noción de autoría y plagio.
–¿Qué se puede aprender, leyendo a Borges, sobre el castigo, el juicio, la condena y otras cuestiones jurídicas?
–Ciertas voces del Movimiento de Derecho y Literatura postulan que el acercamiento a las ficciones nos provee de cierta humana cercanía o mayor empatía con los personajes, con los conflictos emocionales o de orden moral. El personaje de “Deutches Requiem”, un nazi juzgado por sus crímenes en un campo de concentración, quizá desdiga esa forma de pensar. Al menos Borges lo concibe amante de Shakespeare y Brahms. Pero es cierto que las ficciones nunca pueden deshacerse de esos interrogantes. Edipo rey, Crimen y castigo o El proceso giran también en torno a eso. No creo que nos provean de mayor conocimiento en términos de cantidad o dato, pero sí hay cierta forma de pensar la justicia o el castigo que se vuelve menos rígida, más permeable.
–¿La literatura puede legislar y juzgar y el derecho imaginar y narrar?
–Que el derecho puede imaginar y narrar es para mí una certeza. La igualdad real ante la ley o el acceso a una vivienda digna son mundos mejores que estamos obligados a construir. En cuanto a la literatura, la cuestión es más difícil. Les rehúyo en general a los textos cuya intención es imponer una idea o convencer de lo bueno o de lo malo; aquello que Borges refería sobre la literatura comprometida. Se supone, además, que la decisión sobre el recorrido de un texto literario está sometida a criterios estéticos. Esto no impide, como en El Aleph o Ficciones, una lectura que derive en reflexiones sobre la ley o el juicio.