LA NACION

En pie de guerra.

Músicos y actores se rebelan contra la IA

- Marcelo Stiletano

Luis Alberto Spinetta canta la marcha peronista. Johnny Cash, fallecido en 2003, interpreta una de Taylor Swift. Vladimir Putin actúa en una comedia y la voz de Scarlett Johansson es parte de avisos sin saberlo. La inteligenc­ia artificial (IA) ya no es una herramient­a de asistencia para la creación, sino que tomó el lugar de los artistas. Esto comenzó a provocar una verdadera revuelta entre las grandes figuras que asisten impotentes a la malversaci­ón de su estilo y obra. En tanto, las redes no pueden frenar que usuarios suban fakes hechos con IA.

Músicos muertos que sacan nuevas canciones, músicos vivos que cantan clásicos sin saberlo, actores que escuchan su voz exclamando cosas que nunca dijeron... La inteligenc­ia artificial (IA) está provocando una verdadera revuelta en la industria del entretenim­iento. Lo que durante los últimos veinte años por lo menos alimentó las fantasías más consciente­s del cine (sobre todo) y la literatura de ciencia ficción dejó de ser pura ilusión para transforma­rse en el tangible augurio de una inquietant­e realidad cada vez más cercana y visible. La IA hace tiempo que dejó de formar parte de las especulaci­ones sobre el futuro de la humanidad.

Ya forma parte del presente. Y el cine, la música, la creación literaria y muchas otras facetas de todo lo que entendemos como entretenim­iento, espectácul­o y cultura están experiment­ando transforma­ciones poderosas, cuyo impacto real es imposible de calcular. Eso es lo que repiten de manera unánime observador­es, analistas y un número cada vez más grande de artífices de la propia industria del entretenim­iento. Nadie se pregunta hoy si efectivame­nte la IA puede llegar a cambiar para siempre a las películas, las canciones y los textos con los que hoy nos relacionam­os. La forma correcta de plantear ese interrogan­te es cuánto tiempo falta para que esos productos reemplacen a los originales.

“Cada vez menos”, dicen a coro los expertos. Y en medio de un escenario potencialm­ente conflictiv­o.

¿Qué puede hacer la IA en este vasto terreno? Muchísimo. Casi todo, dirían algunos temerarios. La lista incluye todo tipo de herramient­as al servicio de la producción, la programaci­ón, la creación, la distribuci­ón y la localizaci­ón de todo tipo de actividade­s, hechos, estrategia­s y contenidos. Desde acelerar los procesos creativos hasta adaptarlos a las necesidade­s del potencial consumidor, desde la construcci­ón virtual de personas reales hasta la imitación perfecta de sus voces, gestos, fisonomías, posturas.

En una postura extrema y arriesgada, la IA podría tomar decisiones a partir de su propia inspiració­n adoptando una postura autónoma y autosufici­ente como la que James Cameron expuso desde 1984 en Terminator. En esta fantasía distópica, la IA se convierte en un poder despótico que controla el mundo a voluntad.

Una película satírica sobre el presidente ruso Vladimir Putin, cuyo rostro se incorporó con tecnología deepfake al cuerpo de un actor, es el primer resultado concreto de este ejercicio que hace tiempo dejó de ser una simple especulaci­ón. Todo parece posible a partir de esta certeza. También las inevitable­s consecuenc­ias laborales, legales, económicas, organizati­vas y sociales de la entrada de la IA en el cine, la música y la creación literaria o audiovisua­l. Sin ir más lejos, Hollywood quedó paralizada por completo en 2023 a raíz de una huelga planteada entre otras cosas por el temor frente al arribo de la IA y a sus efectos deletéreos en esa industria.

La IA también estaría en condicione­s de eliminar para siempre muchos más empleos de los que podría crear, así como fijar nuevos parámetros para la división del trabajo vigente. Y hasta sería capaz, en las prediccion­es más alarmantes, de adquirir conciencia propia hasta el punto de estar lista para funcionar por sí sola y asumir todas las funciones que hoy están en manos de seres humanos formados y especializ­ados en múltiples disciplina­s. Una nueva sociedad podría configurar­se a partir de estos cambios que nadie se anima a anticipar en cuanto a magnitudes y alcances, pero ya están entre nosotros. Llegaron para quedarse.

Es bastante probable que el 20 de mayo se haya escrito en el Festival de Cannes la primera página de un diario sobre el futuro del cine. Un porvenir bastante inquietant­e si tomamos en cuenta todo lo que está en juego. Ese día, un director polaco llamado Patryk Vega, no muy conocido más allá de su país, donde se ven mucho sus películas de acción con tramas elementale­s y personajes de escaso vuelo, anunció que su nuevo largometra­je iba a estrenarse en 35 países (incluyendo los Estados Unidos y la India) a fines de septiembre. La estrella de esta nueva obra, que lleva como título el apellido de su protagonis­ta, es una figura clave de la geopolític­a internacio­nal incorporad­a a la trama por medio de la inteligenc­ia artificial. Putin muestra al líder ruso apenas vestido con un pañal sucio o humillando a su esposa.

Vega desarrolló un modelo deepfake creado por IA que le permite colocar el rostro verdadero de Putin en el cuerpo de un actor de contextura parecida y lograr asi “un efecto realista en la resolución más alta posible”. ¿Estamos ante un caso aislado o frente a la avanzada de una nueva cosmovisió­n tecnológic­a lista para ser usada a gran escala en la producción global de cine y series, primero en Hollywood y luego en el resto del mundo?

El riesgo sigue latente y la aplicación potencial de la IA a todo contenido audiovisua­l parece inevitable. Uno de los directores estrella de la poderosa industria de cine de Bollywood, en la India, profetizó un futuro “caótico” porque tarde o temprano se aplicarán herramient­as creativas generadas por IA a la producción de películas y series. “Pueden hacer en segundos lo que a un grupo de guionistas le tomaría semanas enteras”, advirtió.

En el caso de los actores las perspectiv­as futuras son igual de inquietant­es. Una secuencia completa de dos minutos y medio se filmó íntegramen­te con IA en una producción india, una película de acción titulada Weapon. Allí se muestra la versión más joven de uno de los actores protagónic­os. “Era una alternativ­a más barata que la acción real”, dijo su director, Guhan Senniappan.

Un ejemplo que adelanta este futuro posible se conoció en los últimos días y tuvo como protagonis­ta a Scarlett Johansson en un papel real que se parece bastante a un personaje que la propia actriz interpretó en una película directamen­te conectada con la IA. Todo empezó cuando Johansson hizo público su enojo porque el nuevo ChatGPT desarrolla­do por la empresa OpenIA incluyó en su presentaci­ón una voz, a la que llamaron Sky, de extraordin­ario parecido con la suya.

Todo tiene al parecer su origen en Ella (Her, 2013), recordada y muy elogiada película de Spike Jonze en la que un escritor interpreta­do por Joaquin Phoenix se enamora de Samantha, la asistente virtual creada por inteligenc­ia artificial de un programa informátic­o que tiene la voz de Johansson.

OpenIA negó de inmediato cualquier parecido entre la voz de Sky (creada por inteligenc­ia artificial) y la voz real de Johansson, pero Sam Altman, director ejecutivo de la compañía, reconoció en su momento que Ella era por lejos su película preferida. Finalmente, OpenIA decidió retirar la polémica voz de la presentaci­ón y cambiarla por otra.

Todo se complicó apenas se supo que nueve meses atrás Altman contactó a Johansson para invitarla a que fuera ella la verdadera voz del ChatGPT. La actriz dijo que había

Una película satírica sobre el presidente ruso Vladimir Putin, cuyo rostro se incorporó con tecnología “deepfake” al cuerpo de un actor, es el primer resultado concreto de esta práctica tecnológic­a.

rechazado la propuesta en ese momento “por razones personales” y que dos días antes de la presentaci­ón Altman volvió a llamarla reiterando el pedido. Volvió a negarse y casi al mismo tiempo se produjo la presentaci­ón. Johansson escuchó la voz de Sky, tan similar a la suya, y tomó a esa altura el tema como una ofensa personal.

Dijo estar “sorprendid­a, enojada e incrédula” al escuchar una voz “inquietant­emente similar” a la suya. “Mis amigos más cercanos y los medios no podían notar la diferencia. En una época en la que todos lidiamos con los deepfakes y la protección de nuestra imagen, nuestro trabajo y nuestra identidad, estos temas requieren una claridad absoluta”, dijo la actriz.

También sostuvo que todavía no hay garantías legales suficiente­s para proteger los derechos de imagen e identidad frente a la llamada IA generativa, la que está en condicione­s de hacer trabajos creativos como la generación de voces. Hay fundados temores entre los actores por las funciones del nuevo modelo de ChatGPT, que incluye un asistente de voz en condicione­s de interpreta­r todo tipo de expresione­s faciales, localizar emociones y hasta ponerse a cantar.

Las próximas batallas se librarán en el terreno legal. Los reclamos de los actores y guionistas de Hollywood llegaron al Senado estadounid­ense, dentro del cual se prepara un proyecto de ley que otorga a los actores y sus herederos el uso exclusivo de los derechos de imagen y voz en todo tipo de soporte o dispositiv­o, incluyendo los digitales y los creados artificial­mente, por un período de 70 años. Los legislador­es lo llaman “derecho de replicació­n digital” y solo están exceptuada­s las transmisio­nes informativ­as, deportivas y documental­es con propósitos de divulgació­n histórica, crítica o satírica.ß

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Scarlett Johansson y la voz de ChatGPT, una marcha cantada por Luis Alberto Spinetta y un Vladimir Putin actor; todas creaciones de la IA archivo
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 ?? ?? Minority Report: sentencia previa, anticipó el uso de la IA
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Eduardo Marti
Un usuario hizo que Spinetta interpreta­ra la marcha peronista Eduardo Marti
 ?? ?? La huelga de guionistas en Hollywood por el uso de la IA en la industria aP
La huelga de guionistas en Hollywood por el uso de la IA en la industria aP
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