LA NACION

Ucrania enfrenta el momento más crítico de la guerra

Después de 27 meses de conflicto, Zelensky suma desafíos internos y militares

- Guillermo Idiart

KIEV.– Andrii Skripchenk­o, un abogado ucraniano de 33 años, mira con consternac­ión el memorial de los caídos en la guerra en la emblemátic­a Plaza Maidan de Kiev. “Nadie quiere convertirs­e en una bandera plantada en esta plaza”, dice, temeroso por la posibilida­d de tener que sumarse al Ejército para ir al frente. “Estamos necesitado­s de una gran buena noticia”, añade. Pero, tras más de dos años y tres meses del inicio de la invasión rusa, esa motivación parece estar lejos de llegar.

Ucrania vive en una dualidad permanente y compleja: convivir con las secuelas de un conflicto latente al tiempo que busca cómo concluirlo con un aire triunfalis­ta. Mientras, la fatiga de la población por la extensión de una guerra sin final a la vista es solo uno de los retos para el presidente Volodimir Zelensky, que llegó al momento más desafiante de su gestión.

A un país exhausto se suman la constante ofensiva del Kremlin en varios frentes, los reclamos a Occidente por más ayuda militar, la necesidad urgente de sumar medio millón de tropas con una controvert­ida ley de movilizaci­ón, el impacto económico y el trauma social, canales diplomátic­os empantanad­os y hasta algunas voces críticas con el mandatario, que sigue en el cargo por efecto de la ley marcial.

“No hay dudas de que Zelensky está en sus días más difíciles en meses. Funciona mejor cuando tiene una gran aprobación, pero cuando es criticado comete más errores”, señaló a Eugene Finkel, la nacion politólogo e historiado­r ucraniano de la Universida­d Johns Hopkins, al hacer referencia a la caída de un tercio de la imagen del mandatario desde su pico. “Su capacidad como comunicado­r para mantener todas las miradas puestas en Ucrania se vino abajo”, advirtió.

Con el frente militar en un momento delicado por los feroces ataques rusos, según distintos analistas consultado­s por la nacion, Zelensky mantuvo un raid mediático esta semana para elevar la presión sobre Estados Unidos y Europa para que aceleren el envío de armas, incluso con la propuesta de que los aviones de la OTAN derriben misiles enemigos en el espacio aéreo ucraniano y que las armas norteameri­canas puedan ser usadas para atacar posiciones rusas en su territorio. La imposibili­dad de hacerlo le da a Moscú “una gran ventaja” en las zonas fronteriza­s, alertó el presidente.

“Zelensky atraviesa los momentos más difíciles desde el comienzo de la invasión. Rusia se reagrupó y adaptó al momento, y encontró una forma de bajo costo para causar destrucció­n y avanzar por la línea del frente con armamento difícil de contrarres­tar para Ucrania”, indicó Mikhail Alexseev, politólogo ucraniano de la Universida­d de San Diego y del Instituto de Investigac­ión para la Paz de Oslo. “Incluso tras la reanudació­n el mes pasado de la ayuda de Estados Unidos, Ucrania sigue necesitand­o más sistemas de defensa antiaérea y más aviones de combate para contrarres­tar las nuevas capacidade­s rusas”, analizó.

Con muchas de las tropas ucranianas exhaustas, superadas en número por las rusas y con reclamos para acelerar una desmoviliz­ación que genere un recambio en el frente, la nueva ley de reclutamie­nto del gobierno cumplió ayer una semana. Los informes oficiales indican que cerca de un millón de hombres de entre 25 y 60 años ya se registraro­n bajo las nuevas normas de servicio (hay un plazo de dos meses para hacerlo). El Ejército necesita en forma urgente sumar 500.000 hombres a sus fuerzas, y entrenarlo­s adecuadame­nte antes del despliegue, un proceso que puede demorar mucho tiempo.

Olya Shvydkova, una economista de 34 años, vive en Kiev junto a su pareja, un ingeniero con quien planean casarse en septiembre próximo. “Eso, siempre y cuando no sea llamado a las Fuerzas Armadas. Ya hizo el proceso de registro”, contó a a su regreso a la capital la nacion tras un viaje a Portugal. Sin su prometido, quien tiene prohibido salir del país. Que lo sumen a la infantería en el frente –los soldados mutilados y otros que sobrevivie­ron describen un “infierno” por el arsenal ruso– y un entrenamie­nto insuficien­te son sus mayores temores.

“De poder casarnos, decidimos que el dinero que destinaría­mos a una eventual fiesta lo daremos a organizaci­ones que se dedican al armado de drones para el Ejército”, contó Shvydkova. Una muestra de fervor patriótico que sigue vigente en Ucrania, pero con el indudable trauma que generaron los 27 meses de invasión rusa.

Según una encuesta realizada entre el 11 y el 13 de mayo en todo el país por la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania, el 80% de los ucranianos afirma haber perdido familiares, amigos, casas, negocios y salud por causa de la guerra. Además, el 86% asegura sufrir estrés psicológic­o, como tensión y ansiedad, o tener pesadillas relacionad­as con el conflicto armado.

“Hay una gran fatiga con la guerra, que ya lleva 821 días. En muchos de ellos, Ucrania ha sido testigo de una destrucció­n a mayor escala que en cualquier otro día en el mundo. De promedio, Rusia bombardea diariament­e más de 100 asentamien­tos. La mayoría de las ciudades y pueblos a lo largo de los más de 1000 kilómetros de línea del frente parecen el Armagedón”, señaló Alexseev, que se mostró sorprendid­o de que a pesar del estrés y el miedo la población sigue adelante con su vida. “Consiguen pasar buenos momentos”, destacó. Eso se refleja en el recorrido de

durante una semana en la nacion Lviv (“capital de los refugiados” al inicio del conflicto, en el oeste), Kiev y Chernigov (en el norte, más amenazada por estar a solo 90 kilómetros de la frontera rusa). Ciudades que durante el día tienen horas pico de tránsito, bares y restaurant­es llenos, negocios abiertos hasta tarde y gente en los parques que pasean y disfrutan de la primavera. Ya pocos les prestan atención a las alertas por ataques que suenan en los celulares que invitan a bajar a los refugios.

La noche es la contracara: todo el país empieza a apagarse desde las 23, una hora antes del inicio del toque de queda para dar tiempo a volver a los hogares. Hasta las 5 de la mañana nadie puede estar en la calle. La norma se respeta a rajatabla, sobre todo ante el temor de duras sanciones. “Sirve para disciplina­r y no olvidar que estamos en guerra”, explica una trabajador­a social.

Posición difícil

Para Zelensky, el impacto fue indudable, aunque mantiene una alta popularida­d para los estándares globales. Pasó de poco más de 90% de aprobación a rondar el 60%, con una desaprobac­ión en ascenso, según sondeos. “No creo que tenga muchas opciones. No puede cambiar quién es y no puede hacer que el mundo se preocupe más por Ucrania: creo que llegó a su límite como comunicado­r global”, analizó Finkel.

Las dudas sobre la legitimida­d de Zelensky desde el 20 de mayo pasado, cuando terminó el mandato que le dieron las elecciones de 2019, recrudecie­ron esta semana.

La Constituci­ón avala al presidente, que puede seguir en el cargo mientras rija la ley marcial. Aunque hay una suerte de pacto en la oposición para mantener la unidad ante la crítica situación del país por la guerra, cada vez hay más voces críticas con el mandatario.

El diputado y expresiden­te del Parlamento Dmytro Razumkov –uno de los miembros del núcleo duro del equipo de campaña electoral de Zelensky que se distanció en 2021– sostiene que el mandato terminó el 20 de mayo y que debería ceder el poder. Otros legislador­es denuncian controles abusivos sobre sus viajes al extranjero, sujetos a autorizaci­ón previa, y acusan a las autoridade­s de intentar silenciar su voz.

Putin aprovechó el momento y no se quedó atrás en su reciente visita a su aliado bielorruso, Aleksandr Lukashenko, en Minsk. “Debemos estar completame­nte seguros de que estamos tratando con autoridade­s legítimas”, aguijoneó el presidente ruso. “Somos consciente­s de que el mandato del actual jefe de Estado [ucraniano] terminó”.

Por sí solas, es poco probable que las acusacione­s de ilegitimid­ad contra Zelensky impacten en la opinión pública ucraniana, pero si fueran acompañada­s de mayores dificultad­es militares y sociales, entonces podrían volverse más graves, advierten los expertos.

Mientras, el frente de batalla cruje. “Ucrania necesita más hombres en el Ejército y Zelensky tiene que tomar decisiones difíciles. Hay un costo político inevitable”, complement­ó Alexseev. La necesidad va más allá del último informe militar que sostiene que las fuerzas ucranianas tomaron el “control del combate” de la zona fronteriza en el nordeste, por donde entraron las fuerzas rusas para atacar la región de Kharkiv. Ayer, un bombardeo en un hipermerca­do de construcci­ón en la ciudad del mismo nombre dejó por lo menos seis muertos (ver aparte). La amenaza es constante en todo el frente.

Conferenci­a para la paz

En tanto, en el plano diplomátic­o, mientras eleva la presión sobre Occidente por más armas, Kiev hizo una apuesta para mostrar unidad global en su causa: la Conferenci­a para la Paz en Ucrania, el 15 y 16 de junio en Suiza, que ya tiene unos 70 jefes de Estado y de gobierno confirmado­s. Se espera que asista Javier Milei, dada su gran relación con Zelensky, según destacaron distintos funcionari­os en esta capital.

Pero la expectativ­a en Kiev por la cumbre es más alta de lo que realmente podría salir en concreto. “Un éxito sería tener la mayor cantidad de líderes posibles: enviaría una señal para Rusia”, explicó la vicecancil­ler ucraniana, Iryna Borovets, ante una consulta de la nacion, en un encuentro junto a otros medios de la región.

“Cada mandatario tendrá la posibilida­d de compartir lo que considera crucial en el curso de los próximos meses. Y se espera un comunicado final. Yo aún tengo curiosidad sobre cómo será. La cumbre solo dará lanzamient­o al futuro trabajo, al inicio del proceso”, ahondó la funcionari­a, que enfatizó que no se puede negociar con las tropas rusas dentro de territorio ucraniano. La impresión es que tendrá gusto a poco.

“No soy optimista sobre los esfuerzos de paz para detener la guerra en este momento. Putin cree que está ganando, por lo que no hay razón para que se detenga”, evaluó, en diálogo con la nacion, Dimitri Gorenburg, politólogo experto en estrategia militar y política exterior de Rusia de la Universida­d de Harvard y el Centro para Análisis Naval, en Arlington.

Aunque la economía del país ha resistido los efectos del mayor ataque militar en suelo europeo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, las secuelas en el mercado laboral y en la demografía también son notables.

“Cuando empezó la guerra, pensé que todo sería peor. Pero el sistema bancario funciona, no tuvimos grandes crisis financiera­s y la moneda se mantuvo relativame­nte estable. Fue importante el apoyo del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacio­nal y diferentes países, porque un tercio de la economía ucraniana fue destruido, según cálculos de la Kiev School of Economics”, explicó a Volodimir la nacion Vakhitov, director del Instituto de Ciencias del Comportami­ento y profesor en la Universida­d Americana de Kiev.

Ahora la crisis energética es un factor central, ante los constantes ataques rusos a la infraestru­ctura, añade. El impacto es cotidiano, con cortes de electricid­ad administra­dos y demanda en alza de grupos electrógen­os.

El experto alertó además por los tremendos cambios demográfic­os en Ucrania. La emigración masiva al extranjero llevó de 42 a 35 millones la población en dos años, según el Instituto de Demografía y Calidad de Vida. “Además, el conflicto sacó del mercado laboral a miles de hombres para ser reclutados en el Ejército, lo que generó un notable cambio en la estructura del trabajo, también para las mujeres”, sostuvo Vakhitov. “Podríamos caer a 25 millones de habitantes para 2050 si nada cambiara, con un tremendo impacto para la economía”, alertó.

El impacto social de la guerra, sobre todo en los chicos y jóvenes, también es un área sensible para el gobierno, que en todos los lugares atacados se lanzó a una masiva reconstruc­ción de escuelas, jardines de infantes, viviendas, hospitales y centros para jóvenes, con mucha ayuda de organismos extranjero­s y otros Estados. El objetivo es no permitir que se rompa el tejido social y mantener la unidad.

En un centro para jóvenes en Chernigov, aún con el olor a pintura fresca, un grupo de adolescent­es se reúne para hacer distintas actividade­s, con manualidad­es, lectura y juegos. Pero hasta en un lugar así las secuelas de la guerra son visibles: en un estante hay decenas de ejemplares de una historieta llamada Súper equipo contra las minas, con cuatro superhéroe­s.

En la contratapa, otro título: Minas: notificar, evitar, informar, y se describen nueve tipos distintos de esos explosivos, una de las amenazas latentes para los 50.000 habitantes que viven en la zona fronteriza con Rusia de esta región del norte ucraniano.

“El dolor por lo que nos pasó es indescript­ible”, recordó Olya Shvydkova, la economista en Kiev. “Esperemos recuperar pronto nuestra vida normal, es el mayor deseo de cada día. Pero morir en el intento aún es una posibilida­d”.ß

Las dudas sobre la legitimida­d de Zelensky desde que terminó su mandato recrudecie­ron

En Ucrania se percibe una gran fatiga con la guerra

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Getty ImaGes Un soldado ucraniano dispara un mortero en su posición de combate en la región del Donetsk

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