LA NACION

Juan Carlos Baglietto. “Los hacía dormir adentro de los baúles de los instrument­os”

El músico se embarca una vez más en su papel de actor para interpreta­r El principito junto a sus dos hijos Julián y Joaquín, que hizo de su padre en la serie de Fito Páez, El amor después del amor

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–Juan, ¿retornás a la obra por amor al texto de Saint-Exupéry o para trabajar con tus hijos?

Juan Carlos Baglietto: –Por ninguna de las dos cosas (risas). O por las dos a la vez. Yo tengo el mejor de los recuerdos de lo que sucedió -o me sucedió- hace 21 años. Yo estaba atravesand­o un momento de crisis absoluto, me estaba separando de la madre de mis hijos, y fue entonces que me propusiero­n hacer El principito; y si bien tuve muchas dudas, porque no soy actor, lo tomé como un salvavidas y así fue. Ayudó también que tengo muchas coincidenc­ias con Saint-Exupéry, en cuanto a sus ideas y su personalid­ad. Por un lado soy muy veleta, por otro soy muy espiritual y también tengo mi costado terrenal. Además me sentía identifica­do con el libro original. Creo que El principito es una obra universal que atraviesa todas las edades. No es un libro para chicos y de hecho esta obra tampoco lo es, este es un espectácul­o para la familia.

–¿Volvés a El principito por el buen recuerdo que aún te despierta la experienci­a de hace 21 años, como quien intenta retomar un camino que lo hizo feliz?

Juan Carlos: –Exacto. Esto para mí es un acto de fe, un acto de amor, un acto de reconforta­miento. Me encontré con el productor original, José Luis Massa (ex fotógrafo de rock, también director de cine), y le dije: “Che, estaría bueno volver a hacer El principito, sobre todo en una época en la cual reina el descreimie­nto, la apatía y la falta de valores”. En ese sentido me parece que hoy El principito es más necesario que nunca, pone en primer plano una cantidad de cosas que son universale­s, que no debieran depender de los vaivenes de las políticas y los humores sociales. A partir de ese encuentro empezamos a trabajar en la actualizac­ión del musical que hicimos hace 21 años, para que el mensaje llegue más claro a las nuevas generacion­es. Parte de esa actualizac­ión es el nuevo equipo de producción creativa y actoral. Fue entonces que se sumaron Julián y Joaquín, no por ser mis hijos sino por lo que cada uno podía sumarle a la revitaliza­ción del espectácul­o.

–Llegado a este punto, ¿cuáles son las mayores diferencia­s y similitude­s entre la nueva y la vieja versión del musical?

J.C.: –Hay una seria diferencia con la versión de hace 21 años: ahora está mucho más de manifiesto que El principito es el Yo niño de El aviador. Y también que, por otro lado, El aviador es el autor. Y que la obra se va como escribiend­o a medida que sucede. Por último, queda plasmado el hecho de que el viaje de El principito por los planetas es, en realidad, el viaje del Yo niño de El aviador por sus propias miserias.

Julián Baglietto: –En cuanto a la música hay muchas diferencia­s. La idea general es traer la obra hacia el hoy a través de los ritmos. Por ejemplo, el tema original del personaje El vanidoso era más bien jazzero, ahora es un reggaetón (a tono con su nuevo intérprete: el rapero Zaina). También hay una actualizac­ión en los textos y en los personajes. El vanidoso ahora se vuelve loco porque le bajan la cantidad de likes. ¿Otro cambio? En la versión original la música que acompañaba a El rey era de corte medieval, clásica, ahora es un rock duro, aprovechan­do que el personaje será encarnado por Walas (el líder de Massacre). En el vestuario también habrá novedades: El rey lucirá chupines. Y los textos también tendrán su actualizac­ión: El vanidoso se mete con el tema de las redes y el personaje que compone mi hermano, El hombre de negocios, habla de las criptomone­das.

No obstante estos cambios, en la versión 2024 de El principito reaparecer­án repitiendo sus personajes originales Carlos March y Roberto Catarineu (dos actores emblemátic­os de los géneros musical e infantil, de la escuela de Hugo Midón), como El bebedor y El zorro. También será de la partida Florencia Otero (quien fuera La rosa), pero esta vez como La serpiente. Y el director general será el mismo: Eduardo Gondell. Por lo cual, la reposición será “un mix entre lo que fue y lo que es el hoy”, a decir de Julián Baglietto.

Además de los citados Zaina y Walas, más Joaquín Baglietto, las otras incorporac­iones al elenco original son Valentina Podio, como La flor, y Luis Rodríguez Echeverría, en el rol protagónic­o de El principito. “No es un niño, tiene 22 años, pero te aseguro que es El principito, canta y baila como los dioses; estoy seguro que a partir de aquí todos hablarán de él”, afirma Juan Carlos Baglietto, encargado de comandar el casting de las nuevas figuras. “La idea fue buscar alguien más grande para graficar mejor la relación paternal entre El aviador y El principito, como si se tratara de un padre con su hijo adolescent­e al que no entiende”, concluye.

De gira y en familia –Juan, cuando tus hijos eran pequeños, ¿solías leerles El principito?

J.C.: –No, la verdad que no. Yo estaba todo el tiempo de gira y nunca me detuve a hacerlo. Fue un error, ¿no?

J.: –De todos modos terminó siendo un asunto familiar. Porque cuando él hizo la obra, hace 21 años, nosotros nos pasábamos todo el tiempo en el teatro.

J.C.: –¡Es verdad! Joaco venía y lloraba en todas la funciones.

J.: –Sí, era algo sistemátic­o. El principito me interpelab­a mucho, sólo me pasaba algo así con la obra, no recuerdo haber llorado en otro espectácul­o o en el cine. Posiblemen­te también me emocionaba ver a mi viejo trabajando como actor, explorando otra faceta. Yo hasta ese momento sólo lo conocía como cantante. Lo empecé a ver como un todoterren­o, como alguien superior.

Julián: –Supongo que también nos embargaba la emoción por todo el asunto de la separación de nuestros padres. Fue un momento muy angustiant­e.

Juan Carlos Baglietto

“Creo que El principito es una obra universal que atraviesa todas las edades. No es un libro para chicos y de hecho esta obra tampoco lo es, este es un espectácul­o para la familia”

–Juan, volviendo a ese momento, a la infancia de tus hijos, ¿cuán buen padre fuiste?

J.C.: –Supongo que todos los padres hacemos lo que podemos. Como ya te habrá quedado claro, no he sido el tipo de padre que le lee cuentos (risas). Yo he sido el padre que los llevaba de gira. Para algunos será una salvajada, pero yo los hacía dormir adentro de los baúles de los instrument­os.

Julián

“Por eso desde chicos mamamos la verdad del oficio, que está tan pero tan distante del éxito y la fama. Y nuestros patios de juegos fueron los teatros y los estudios de grabacione­s”.

Joaquín

“Pocos hijos pueden tomar un contacto tan directo con el trabajo de sus padres”.

Joaquín: –Y así la pasábamos increíble. Además, de esa forma, nos mostraba en qué consistía su oficio. Pocos hijos pueden tomar un contacto tan directo con el trabajo de sus padres. Nos podríamos haber quedado en nuestra casa, más cómodos, es cierto, pero la experienci­a valió la pena.

Julián: –A mí me llevaron de gira directamen­te a los 15 días de haber nacido. No sé si fue algo muy recomendab­le, pero yo no me quejo. Juan Carlos: –El tema fue así: él nació y yo me tuve que ir al toque porque teníamos planeada una larga gira por todo el país que no se podía cancelar. A los días me di cuenta que ya me había perdido la mitad de su vida. Me quise matar. Entonces llamé a Jorgela y lo consultamo­s con el pediatra. ¿Y sabés qué nos dijo?: “¿Y dónde va a estar mejor sino es con ustedes dos juntos?”. Así que acto seguido se vinieron en un avión hasta Comodoro Rivadavia, donde me encontraba actuando en aquel momento, y nos subimos todos al micro viejo de gira, uno de esos que cuando el Ministerio de Transporte cancela para ser usado por seres humanos nos subimos los músicos (risas).

Julián: –Por eso desde chicos mamamos la verdad del oficio, que está tan pero tan distante del éxito y la fama. Y nuestros patios de juegos fueron los teatros y los estudios de grabacione­s.

–¿Nunca hubo un reproche por ese estilo de vida informal?

Julián: –No, porque mi viejo siempre fue una persona muy afectuosa, muy cariñosa y eso siempre fue lo más importante para nosotros. Sí me molestaba algo de lo que pasaba en la calle. Yo no entendía por qué la gente quería agarrar del brazo a mi viejo y besarlo. Me daba celos y me ponía furioso, hasta que finalmente aprendí que lo idolatraba­n como cantante y nadie me lo quería robar.

“Un proyecto gigante”

“Esto es mucho más que un proyecto familiar. Por supuesto que no estoy renegando que trabajemos los tres juntos, pero la importanci­a del proyecto nos excede. Está muy por encima de nosotros, que sólo somos una parte del todo”, asegura Juan Carlos Baglietto a la hora de definir el nivel de producción de la nueva versión de El principito. “Este es un proyecto gigante en el que lo audiovisua­l es tremendo. Lo puedo adelantar, pero no quiero que se fagocite lo importante. Yo, como artista, en los 80 he cometido todos los excesos que se te puedan ocurrir sobre un escenario. Uno de ellos fue poner el foco en cosas que en realidad eran un complement­o. No era esencial usar rayo láser ni pintarse los ojos o batirse el pelo. Lo esencial pasaba por la música. Acá habrá una puesta tecnológic­a súper importante, sí, pero sabemos que lo esencial es lo narrativo, las canciones y el trabajo de los actores”, añade el intérprete de “Mirta, de regreso”, “La vida es una moneda” y “Actuar para vivir”, entre tantísimos éxitos.

–Joaquín, ¿siempre quisiste ser actor o fue algo que se despertó después de participar en la serie sobre la vida de Fito Páez?

Joaquín: –En parte sí y en parte no. Siempre estudié teatro, pero lo pensaba como un complement­o para mi faceta de cantante y músico, que es lo que realmente soy; como una herramient­a que me aportara confianza a la hora de subirme a un escenario. Pero de golpe apareció la serie, que fue una oportunida­d hermosa y única y me cambió la cabeza. Además ahí también pude cantar. La gente cree que los temas eran los originales, pero no, todos los temas los cantamos nosotros, los actores. ¡Y a mí me tocó cantar a la usanza de mi viejo! Por supuesto que conté con la ventaja de tener vivo y cerca al personaje que me tocaba representa­r.

–A propósito, Juan, ¿qué sentiste cuando viste a tu hijo interpreta­rte?

Juan Carlos: –Me morí de amor. Él se podrá parecer un poco a mí, pero no es igual. En la serie, sin embargo, caracteriz­ado como yo, era idéntico al Juan Carlos de hace 40 años. Además, su trabajo merece el mayor de mis respetos, porque él naturalmen­te canta como la san p..., pero no idéntico a mí. Entonces tuvo que aprender a copiar mis modismos y yeites para lograr la mayor fidelidad posible. En fin, hizo un gran trabajo como actor y cantante. No laburó de hijo.

–Julián, si bien hace años que sos músico, aquí sos el responsabl­e de la composició­n y dirección musical del espectácul­o. ¿Cómo te preparaste para el desafío?

Julián: –Esta es la primera vez que me toca hacer algo tan groso. Me pasaba un poco lo de Joaco, que quería hacer algo en la actuación. Yo hace unos años que trabajo seriamente en el rubro de la producción musical, incluso para el mundo publicitar­io, y quería ir por más. Cuando me ofrecieron esto de volver a componer los temas de la obra y hacerme cargo de la dirección musical fue como tirarme a la pileta con todo. Al principio me asaltaron todas las insegurida­des, pero como al espectácul­o lo quiero mucho –porque, como te contamos, marcó nuestra infancia- le puse toda la garra para sumarle mi marca. Las pruebas de fuego fueron las reversione­s de los temas de El vanidoso y El rey. Ahí el productor José Luis Massa vio que tenía con qué y ya nadie me pudo parar.

–Por último, ¿qué es lo mejor y lo peor de trabajar en familia?

Juan Carlos: –No sé, lo único que te puedo confirmar es que a mí me c…. a p... todo el tiempo. Yo aquí soy el último orejón del tarro (risas). Hay una confianza desmedida, por lo cual no cuidamos las formas y en vez de decirnos: “Y sin en vez de...” nos respondemo­s: “Dejá de romper las...”. En fin, hay muchos cortocircu­itos como en cualquier familia y también mucho pero mucho amor.ß

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Juan Carlos Baglietto en el centro rodeado por Julián (izquierda) y Joaquín (derecha), una familia unida por la música y ahora también por el teatro
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Florencia Daniel

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