LA NACION

Un escándalo que pateó el tablero del amor virtual

- Guillermo Courau

ASHLEY MADISON SEXO, MENTIRAS Y ESCÁNDALOS

★★★ (ESTADOS UNIDOS/2024). DIRECCIÓN:

TOBY PATON, ZOE HUTTON, GAGAN REHILL. FOTOGRAFÍA: JEAN-LOUIS SCHULLER. MÚSICA: MAT DAVIDSON. EDICIÓN: DAN SETFORD, HOLLY BRIDCUT, WESLEY THOMAS.

DISPONIBLE EN NETFIX

en cuestiones amorosas, la virtualida­d hace rato que le ha ganado rotundamen­te y por puesta de espaldas al encuentro casual, a la cita formal, a la cerveza casual o al ramo de flores. Periódicam­ente, se multiplica­n en las tiendas de aplicacion­es decenas de opciones tendientes a unir corazones solitarios. Sin embargo, antes de este boom, hubo un sitio web que revolucion­ó el concepto de buscar pareja. No solo porque su algoritmo podía encontrar el match perfecto, sino porque todos sus usuarios eran infieles.

Ashley Madison -compañía creada en 2001- fue durante más de una década el lugar de encuentros favoritos de aquellos que elegían tener una doble vida para escapar de la rutina. Hasta que en 2015, un grupo de hackers obtuvo las bases de datos con la informació­n personal e íntima de 37 millones de usuarios distribuid­os en varios países y le dio a los responsabl­es del sitio un ultimátum: “Os cierran la web o publicamos todo”. Los primeros pecaron de soberbios y no hicieron caso, entonces los segundos lo publicaron.

El documental Ashley Madison: Sexo, mentiras y escándalos, que ya se encuentra disponible en Netflix, se sumerge en los detalles de esta historia de traición, hipocresía y cinismo, que redundó en separacion­es, crisis y hasta suicidios. A primera vista llama la atención que este exhaustivo trabajo de investigac­ión dirigido por Toby Paton, Zoe Hutton y Gagan Rehill esté dividido en tres episodios, pero conforme se avanza en el relato aflora una lógica irrefutabl­e, que permite dimensiona­r la gravedad de lo sucedido desde múltiples referencia­s y enfoques.

El primer capítulo se concentra en el nacimiento, crecimient­o y suceso del sitio, como respuesta a la necesidad de una parte de la sociedad de alimentar su lado más oscuro con mentiras e hipocresía. Mientras los responsabl­es de la web explican el concepto, el ojo también se posa en algunos de los usuarios afectados, especialme­nte en el matrimonio de Sam y Nía, pareja viral en YouTube por mostrar el arquetipo del matrimonio perfecto. Salvo por un pequeño detalle: él hacía años que la engañaba con otras mujeres, y Ashley Madison se volvió la herramient­a perfecta para potenciar esto.

Con los primeros coletazos de la primera filtración (porque hubo más de una) comienza la segunda parte del trabajo. Y mientras en la compañía buscan respuestas, nadie es inocente hasta que se demuestre lo contrario, incluso el CEO Noel Biderman, empresario inescrupul­oso que fue el gran responsabl­e del éxito de la plataforma. La filtración arrasa con las esperanzas de la compañía de seguir facturando millones, y también resulta devastador­a para Sam y Nía. Las dos historias se desarrolla­n en paralelo, como un espejo que se resquebraj­a de a poco. Al mismo tiempo se conocen otras consecuenc­ias del suceso, que incluyen el suicidio de un pastor, que no puede cargar con la culpa de que su nombre haya tomado estado público.

La conclusión de este tríptico sobre relaciones humanas ofrece lo más parecido que se pueda esperar a una conclusión, teniendo en cuenta que se trata de un caso real, y no de una ficción donde cada subtrama llega a buen o mal término de acuerdo al capricho de un guionista o realizador.

El escándalo en torno a Ashley Madison tuvo, desde el 2015 a la fecha, una profusa cobertura mediática. No solo para señalar la responsabi­lidad del ataque hacker en el hecho (nunca se supo si fue una sola persona o un grupo), sino también para develar una segunda trama de negligenci­a, desidia y fraude por parte de quienes debían asegurar la absoluta privacidad de sus usuarios, como piedra basal de su clandestin­a propuesta.

A pesar de que en estas latitudes no impactó tanto ni la página web ni su posterior tragedia mediática, Ashley Madison: sexo, mentiras y escándalos se sigue con interés, a la vez que interpela al espectador en cuanto a los claroscuro­s en la construcci­ón de una relación romántica “para toda la vida”. Y si bien queda implícito en su conclusión, que sus responsabl­es apuestan por un desenlace ligado a la moral, a las buenas costumbres y a las segundas (o terceras) oportunida­des, los números no mienten. Al momento de finalizar el trabajo documental la renacida plataforma contaba con 70 millones de usuarios, número que seguro crecerá de manera directamen­te proporcion­al a los días en los que el film se encuentre en el top de la oferta de Netflix.

Como bien dice uno de los entrevista­dos: para que existan ofertas como la de una web para infieles, es necesario que existan usuarios. Hombres y mujeres que se resistan a sucumbir a la monotonía y frustració­n de una vida monógama y, por consiguien­te, salgan en busca de aventuras puertas afuera con la tecnología móvil de aliada, sin medir deshonesti­dades ni consecuenc­ias. Este valor agregado surge en forma de pregunta abierta, y trasciende el caso policial para instalarse en la charla de pareja. Como desafío a promover una mejor comunicaci­ón, y también como un signo de los tiempos.

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El documental marca los peligros de los sitios que lucran con unir corazones solitarios

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