Cuestiones del corazón
Busco en el diccionario adjetivos para acompañar el sustantivo corazón y es difícil encontrar uno que exprese el sentir de la mayoría.
El domingo el pulso del país se traducía en las palpitaciones del corazón de cada argentino que, presente en el MetlLife Stadium, reunido con familiares y amigos, en un bar o tal vez a la intemperie y con la ñata en una vidriera fue testigo de “el partido”.
Pantallas encendidas junto a pasiones, ilusiones y esperanzas se multiplicaban, se contagiaban emociones y niveles de adrenalina, el corazón por momentos no podía contener tanta cantidad de latidos.
De corazones eufóricos, transitamos, con sabor a injusticia y amargura, a tribunas y hogares enmudecidos. ¿Corazones tristes? ¿Decepcionados? ¿Desilusionados? ¿Abatidos?
En las primeras horas del lunes 27 bastó con que Messi dijera “se terminó para mí la Selección” para que tarifas, inflación, costos de los servicios, baches, desempleo, pasen al olvido o queden sepultados momentáneamente; el operativo reclamando la vuelta del astro se tradujo en diversas variantes: cartas, mensajes, pintadas, banderas, fotos, formas inimaginables, en las redes sociales padres exponían las lágrimas de sus hijos para potenciar el “operativo clamor”. ¿Corazones rotos? ¿Estrujados? ¿Oprimidos? ¿Lastimados?
Mientras escribo esta columna recibo un mensaje con una convocatoria que se replicará en distintos puntos del país para pedir por la vuelta de “Lio”.
De acuerdo a las estadísticas de la consultora IBarómetro 9 de cada 10 argentinos piensan que el fútbol es más que un deporte, lo vinculan a la pasión, el 97 % estima que es parte de la cultura. Y surgen preguntas: ¿Anhelo y deseo? ¿Negación y aprender a aceptar?
Seguramente los que fueron testigos cuando Maradona levantó la copa anhelan ese resultado y tal vez los niños que con lágrimas lavan las banderitas pintadas en las mejillas y aprenden el himno como “o...o...o...” desean ver un trofeo en alto. La negación es un mecanismo de defensa que en esta ocasión permite sobrellevar una derrota, aunque aprender que en un juego, en un deporte y en la vida se gana y muchas veces se pierde, implica aceptar las reglas.
No soy experta en fútbol, sí miro conductas y me interrogo. ¿No conforma un segundo lugar? ¿Cada jugador tiene el derecho a pensar, analizar, decidir, abandonar y tal vez volver? ¿Qué lugar ocupa en la existencia de cada argentino y en el imaginario colectivo un futbolista cuando un equipo se constituye con más de once integrantes?
A veces se inviste a Messi de súper poderes; sé que es único y desborda de talentos, pero es humano y no puede reparar las heridas de una sociedad. Coincido con quienes expresaron
Aprender que en un juego, en un deporte y en la vida se gana y muchas veces se pierde, implica aceptar las reglas.
nunca ver llorar a alguien porque en las escalas mundiales de salud o educación Argentina no es “semifinalista” sino que los puestos ameritan también el desconsuelo. Nunca vi a los habitantes de mi ciudad saltando de euforia en la plaza, convocando a un abrazo más que merecido porque la UNS y el Hospital Municipal están entre los primeros puestos en un ranking.
Corazones rotos, abatidos, estrujados, no hay adjetivos ni palabras para significar algo profundo, en este caso porque también el lunes 27 el corazón de Yesi no latió más, estuvo casi lo que duró la Copa América conectada a un corazón artificial esperando un donante y no llegó. Hoy ruego por esa niña de 12 años y ruego también que la pasión no enceguezca, que tengamos claridad en la mirada para darle a cada derrota y a cada victoria su verdadero valor. De todo corazón hasta el domingo.