La Nueva Domingo

Apoyo y entusiasmo popular

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Unidos por un objetivo común

“Estábamos como atascados por las marcadas diferencia­s políticas entre los diputados del norte, los de Córdoba ( que eran artiguista­s), los de Cuyo y los de Buenos Aires – cuenta Balmaceda–. Había una idea de país mucho más estrecha. Cada provincia se considerab­a en sí misma un país. Los mendocinos, por ejemplo, se sent ían más vecinos de los chilenos que de los porteños. Si bien se establecía­n alianzas, cada uno tenía sus particular­idades. Los del norte no estaban tan unidos como el resto del país”. Esta i mposibilid­ad de dest rabar los conf lictos internos para l legar a un acuerdo general era un gran problema. Pero finalmente, ello pudo lograrse a partir del trabajo interno de Pueyrredón en el Congreso, de las exposicion­es de Belgrano el 6 de julio frente a los diputados, de la actividad de San Martín con los diputados de su región, e incluso con el manejo de los tiempos de los representa­ntes de Buenos aires y Córdoba. “Entendiero­n que con las diferencia­s que había, se necesitaba lograr una tregua, declarar la Independen­cia y luego seguir las discusione­s”, explica Daniel Balmaceda. Ese 9 de julio de 1816 fue martes, estaba soleado y los argentinos nos unimos en un objetivo común. Una vez f irmada por todos los congresale­s que declararon la Independen­cia, el acta se tradujo al quechua y al aymará para que la conocieran las poblacione­s indígenas. Y después sí, al día siguiente, se celebró la gesta patriótica en la mismísima casa donde se llevó a cabo la ceremonia. Se hizo un gran baile al que todos los hombres debían asistir llevando en sus cabezas gorros frigios para simbolizar la libertad.

Por Agustina Tanoira. Fotos: Alexis84/Istockphot­o.

Muchos de los hombres que participar­on en la Independen­cia fueron del interior de nuestro país. Comprometi­dos con la causa, desde muchas provincias, hombres y caballos hicieron enormes sacrificio­s para detener a las fuerzas realistas. Por eso, la historiado­ra Ema Cibotti prefiere no hablar de los héroes que protagoniz­aron esta gesta patriótica, porque ellos ya están en los libros de Historia. En cambio, considera que es más útil enfatizar el acompañami­ento y apoyo popular que tuvo todo el proceso. Y que fue fundamenta­l. Entre las anécdotas que destaca la autora de espejismos. Versiones, rumores y controvers­ias de la historia argentina, cita el Cielito –los versos cantados al compás de una guitarra– que transmitía­n entusiasmo e ideas “para arengar a los patriotas que debían combatir a los realistas, los ‘godos con sus cañones’ y celebrar las victorias militares obtenidas –cuenta. Y agrega–: Estos versos se bailaban, y fomentaron la revolución de Mayo para ir afirmando la voluntad soberana que se votó el 9 de julio de 1816.” Algunas de sus estrofas decían así: “Hoy una nueva Nación / en el mundo se presente / pues las Provincias Unidas / proclaman su independen­cia. / Cielito, cielo festivo, / cielo de la libertad / jurando la independen­cia / no somos esclavos ya. / Los del Río de la Plata / cantan con aclamación / su libertad recobrada / a esfuerzo de su valor: / Cielito cielo cantemos, / cielo de la amada Patria, / que con sus hijos celebra /su libertad suspirada”. Sin

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