El cariño del perro provoca la mejor sonrisa de un niño
Cada viernes, el equipo de la Asociación Bahiense de Terapia Asistida con Perros visita a los niños internados en el Hospital Municipal y los alienta a recuperar la sonrisa.
Cada quince días, los viernes, el equipo de la Asociación Bahiense de Terapia Asistida con Perros visita a los niños internados en la Sala de Pediatría del Hospital Municipal y los estimula a recuperar la sonrisa. La interacción incluye pelotas, aros, pelucas y, sobre todo, mucha vocación. Se trata de la primera y única experiencia de este tipo en el país.
Anahí González ningún chico le gustan las agujas, ni tener que pasar sus días en la cama, aburrido, dolorido y lejos de casa. Algunos deben enfrentar el miedo a volver a caminar luego de una cirugía o superar internaciones traumáticas después de un accidente o enfermedad.
El niño sabe que por la habitación entran y salen enfermeras y doctores que les hacen preguntas, le colocan inyecciones, sueros, vías. Lo que no esperan ¡es ser visitados por perros!
Por eso cuando lo impensado sucede, cuando por la puerta entran esos peludos amigos con ganas de jugar, se produce la maravilla: el hospital, paradójicamente -y necesariamente- por algunas horas se transforma en una fiesta.
Las enfermeras saludan en los pasillos, las familias toman fotos con sus celulares: todos tienen algo para contar. Es una verdadera celebración de la alegría.
Los perros -en este caso, todas hembras- por supuesto, no están solos. Un equipo transdisciplinario compuesto por tres psicólogas y una psicopedagoga, orientan cada intervención. Ellas con-
Aforman la Asociación Bahiense de Terapia Asistida con Perros Ahora Juntos y visitan viernes por medio las Sala de Pediatría del Hospital Municipal Leónidas Lucero. Tras la pregunta de rigor: “¿Podemos entrar a jugar?”, formulada en la entrada de cada habitación las profesionales ingresan a dialogar con los niños y papás y a proponer la interacción e intercambio con los perros. Llevan cajas con pelotas, aros, pelucas y algo esencial: vocación.
Las caras de los chicos cuando ven a los perros y los acarician no tiene explicación. Los relaja, les cambia el ánimo, el día.
Las intervenciones son lúdicas y también terapéuticas. Sin embargo, los chicos no lo notan. Ellos solo ven que hay perros para jugar ¡cómo el que tienen en casa o el de la abuela o el vecino!
Nara, Tita, Lola, Bianca y Kali, labradoras especialmente adiestradas para esta actividad, con su simple mover la cola y “darles besos” los invitan a pensar que el hospital, después de todo, no es un lugar tan feo.
El proyecto
El proyecto Perros en el Hospital de la Asociación Bahiense de Terapia Asistida con Perros Ahora Juntos, que realiza sus intervenciones en
Trabajo. Brindan tratamiento a pacientes con y sin discapacidad en áreas de psicología y psicopedagogía. Reciben pacientes con trastornos del aprendizaje, trastornos neurológicos con discapacidades, trastornos del espectro autista, trastornos psiquiátricos y emocionales. la Sala de Pediatría del Hospital Municipal, es la primera y única experiencia de este tipo en el país.
Nació hacia fines del 2011, a instancias de la licenciada en Psicología, Sonia Colisnechenko, quien trabajaba desde hacía varios años junto con su perra Nara en su consultorio particular.
El entusiasmo por replicar esta experiencia en el ámbito público motivó a la conformación de un equipo psicoterapéutico -que trabaja ad honorem- conformado por las licenciadas en Psicología Sonia Colisnechenko, Carina Martínez y María Laura Viñuela y la licenciada en Psicopedagogía, Florencia Chiaravelli.
La entrada con animales a un hospital requiere de un protocolo especial con aspectos sanitarios a respetar.
“En 2011 nos enteramos de que iniciaba la experiencia en el hospital San Juan de Dios, en Barcelona, por la fundación Ctac, con quienes habíamos compartido un seminario”, contó Colisnechenko.
Con este antecedente y con muchas dudas de que el proyecto fuera bien recibido -o por lo menos tomado con seriedad- contactaron al entonces secretario de Salud, Dr. Diego Palomo.
“Para nuestra sorpresa se fascinó con la propuesta y organizó un espacio de información para médicos, residentes y enfermeros, donde pudimos explicar la propuesta, mostrar videos y responder cada duda”, contó.
La iniciativa se llevó a cabo por dos años (en 2012 y 2013) durante los cuales el equipo -entonces también integrado por un técnico en adiestramiento de perros de terapia, Gastón Campos- trabajó con esfuerzo y pasión en el logro de sus metas.
La actividad, sostenida
Hemos trabajado con chiquitos mordidos por perros y nos tocó revincular para que no les quede la impronta de miedo”, dijo Carina Martínez.
económicamente a pulmón por las profesionales -quienes donan un día de su actividad privada- debió interrumpirse y no se retomó hasta abril de este año.
La experiencia
Nueva.” “La
se sumó a la recorrida de las profesionales de Ahora Juntos por las habitaciones.
En la primera estaba Nahuel, de 4 años, con Síndrome de West, una encefalopatía epiléptica que le produce espasmos y retraso psicomotor, entre otras alteraciones.
Dormía junto a su muñeco Conejín cuando las perras interactuaron con él. Aún en el sopor del sueño respondió a los estímulos y esbozó una sonrisa cuando la mano guía de la terapeuta colocó la suya, chiquita, sobre la cabeza del animal. Una suave invitación a despertar. La abuela despidió al equipo con un “Que Dios las bendiga”.
Gabriel tuvo un accidente doméstico y sufrió quemaduras en gran parte de su cuerpo por lo que luego recibió injertos. Su alegría era contagiosa. Es más, no quería que los perros se fueran.
José, de 13 años, con un retraso madurativo, perdió a su papá y mamá. Estaba acompañado por un voluntario de una iglesia local. Festejó con aplausos cada pequeño logro, como quitarle un juguete a las perras. La visita de Lola, Bianca y Kali, acaso haya sido lo mejor que le pasó en el día.
Bruno, de 13 años, operado de peritonitis hace dos años sufría frecuentes molestias abdominales. Hizo a un lado el dolor de panza y jugó con una sonrisa enorme.
Dejan huella
Marcela Pirchio, mamá de Thomás, quien en abril estuvo internado en el Municipal, todavía se emociona cuando recuerda la experiencia.
“Thomy estuvo 10 días internado muy grave por su asma. Estaba con oxígeno, suero y medicación. Todo muy feo para sus 7 añitos”, contó.
“Él tenía mucho miedo a las inyecciones y a que le pongan una vía. La interacción con los perros fue algo mágico”, relató.